Transformó un problema familiar en un modelo de negocio de triple impacto | Negocios – La Voz del Interior

Isabel Berizzo es la CEO de SugarCoach. Una situación de vida fue el puntapié para iniciar un camino emprendedor que la llevó a superar sus propios obstáculos personales y a crear un modelo sustentable para ayudar a niños insulino dependientes.
Como a muchos emprendedores les sucede, Isabel Berizzo chocó de frente con el problema mucho antes de encontrar una solución para poner en marcha un modelo de negocios. El camino que la llevó a fundar Sugar Coach, una plataforma social para familias con niños diabéticos, pasó por muchas etapas que se podrían tomar como enseñanza para quienes quieran emprender.
Nacida en Córdoba, estudió Analista de Sistemas en la Universidad Tecnológica Nacional y, tras obtener el título, se fue a vivir a Buenos Aires donde cambió de rama profesional y se recibió de Administradora de Empresas.
Allí comenzó una carrera corporativa hasta que su vida dio un giro inesperado en 2003 y que se convirtió luego en el puntapié de su emprendimiento. Hace unos meses volvió a vivir a Córdoba y hoy comparte su tiempo estadías en Buenos Aires, donde la empresa tiene oficinas.
–¿Qué sucedió ese año?
–Esta historia empezó cuando mis dos hijos, Agustina y Francisco, debutaron con diabetes tipo 1, insulinodependientes. Agustina tenía 3 años y 8 meses y acababa de nacer su hermanito, que también terminó su cumpleaños número 3 en la terapia intensiva. Fue como si hubiera caído una bomba atómica.
–¿En qué sentido?
–En esa enfermedad, hay que pinchar al niño, 4 o 5 veces por día, para ponerle insulina y no podés errarle porque lo podés matar o generarle problemas graves. Una sale de terapia con un bebé, con la insulina, unos papelitos con las instrucciones del médico y terror. Y, a lo largo de los días, vas aprendiendo cuánto cambió tu vida.
–¿Cuánto cambió?
–Totalmente. Yo tenía una carrera corporativa en Citibank y la tuve que abandonar cuando Agustina se enfermó porque no le podía dejar esa responsabilidad a otra persona. Uno de los dos padres de niños diabéticos tiene que estar en casa. Yo estoy dentro del espectro autista, tengo síndrome de Asperger. Soy una persona muy estudiosa y obsesiva. Así que leí todo lo que había, me hice experta, hacía todo como me decía el doctor. Así seguimos hasta 2011.
–¿Qué pasó?
–Las personas con diabetes tienen que llevar un diario de automonitoreo. Una libretita para anotar, 5 veces al día, insulina, carbohidratos, glucemia. Un día, llegamos a la consulta y había un médico nuevo que nos pidió las libretitas. No las habíamos llevado porque yo tengo memoria fotográfica y recuerdo todo. El doctor me pidió que anotara los datos y, cuando revisó el medidor de glucemia de mis hijos, me dice: “Todo bien, pero los datos que me pasó para él son lo de ella y al revés”.
–La memoria no era infalible.
–Fue un cachetazo y un baño de realidad para mí. Tecnológica como soy, busqué una aplicación para no tener que andar con la libretita para todos lados. Descubrí que las que había no están hechas por personas que tienen diabetes y son supercomplicadas de usar. Entonces, me senté y diseñé un programa para mi familia, con la información en una sola pantalla y que luego generaba el informe en PDF, en el formato que usaba el médico.
–¿Y el médico qué dijo?
–Le encantó. Fue mi primer fan. Pensé que también le podía servir a otras familias. Yo participaba de muchas asociaciones de padres. En las reuniones les preguntaba qué les parecía, qué cosas necesitaban. Así fuimos agregando y sacando cosas y creando una versión funcional. En 2017, la subí a Google Play, Para ese entonces ya me había enterado de que lo que estaba haciendo era ser emprendedora.
–Estaba emprendiendo sin darse cuenta.
–Yo no dije “voy a ser emprendedora”, sino que primero me planteé hacer una solución para este problema. Y con el concepto de que si esta solución no sirve, no importa; la tiramos porque tenemos que encontrar otra que sí sirva. Estuvimos todo el tiempo iterando y mejorando.
–¿Cómo fue el “despertar” emprendedor?
–Yo sé programar, aprendí de chica cuando se me rompió la consola de juegos Commodore 64. Pero tengo mis limitaciones y para hacer una aplicación necesitaba gente y plata. Empecé a ir a reuniones de programadores para aprender y en el medio conocí y entré en el ecosistema emprendedor.
–¿Cómo fue esa experiencia?
–Fui conociendo gente, aprendiendo, creciendo. En 2016, quedé incubada por Academia Scalable. Aprendí la metodología de Lean Startup, que se la recomiendo a todos los emprendedores: iterar, ir a consultar a la gente qué le parece, trabajar ágil. Siempre les digo: no gasten sus ahorros en algo hasta que no sepan que la gente lo va a usar y va a pagar por eso.
–Hay que probarlo antes.
–La incubación me ayudó porque estaba a punto de cometer ese error. Gastarme los ahorros de mi vida en una versión para Android y no tenía modelo de negocio, no sabía cómo lo iba a monetizar, ni cómo llegar al mercado, si la gente la iba a usar, ni siquiera sabía en qué me estaba metiendo. Eso me formó, me trajo socios, desarrollé el área comercial y la tecnología.
–¿Cómo llegaron a la etapa actual?
–Fui conociendo muchos emprendedores, que hoy son mis amigos y me dieron una mano en todo el desarrollo de Sugar Coach, no sólo tecnológico sino también comercial. Además, participé en programas fantásticos como Wise (del IAE, Universidad Austral) y Silvia Torres Carbonell (directora del Centro de Entrepreneurship del IAE) es la madrina del proyecto. Estuve en concursos locales e internacionales. En 2021 lanzamos la última versión comercial, que tiene gamificación, sistema de licencias, sistema de puntos.
–¿Cómo les fue?
–Ya estamos disponible en 23 países, todos los de habla hispana de América, incluida la comunidad hispanohablante de Estados Unidos. Allí tenemos apoyo de la fundación de diabetes más grande del mundo, JDRF.
–¿Apuntan a la comunidad hispano parlante?
–En esta primera etapa, pero vamos por todo. En el mundo hay más de 500 millones de personas con diabetes (6 o 7 millones se mueren por año). Pero son menos de 10 millones que usan la tecnología para el control. Es un mercado a desarrollar. Hoy tenemos unos 2.000 usuarios activos en toda América y tuvimos unas 5.000 descargas con tasas de retención y conversión del 75 u 80%.
–¿Son tasas altas?
–Sí, porque somos reales, nuestra intención no era ganar plata sino hacer un bien a la comunidad y por eso nos costó tanto encontrar nuestro modelo de negocios.
–¿Cómo es el modelo?
–Al ser una red social, participa el niño y su entorno. Cada licencia cuesta 25 dólares y en una familia promedio, son unos 100 o 125 dólares. Ese monto, lo pueden pagar las grandes empresas que quieran hacer acciones de marketing de responsabilidad social a cambio de un video publicitario. Las empresas reciben un importe de impacto homologado según los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. Esto les permite llegar a objetivos que no están en su vertical, como es salud y la equidad de género.
–¿Por qué el género?
–Las mujeres son, en general, las que se ocupan del cuidado de niñas y niños y su avance laboral es el que queda más relegado, como me pasó a mí. Además, somos una empresa donde, de casualidad las que lideramos somos mujeres. En todos esos concursos, siempre era la única en los primeros lugares.
–¿Y el modelo es replicable?
–Es un sistema de licencias para usuarios pagadas por las grandes empresas, que generan un reporte de impacto y un beneficio concreto a la familia y se puede replicar en otros emprendimientos de triple impacto. Más allá de nuestra innovación tecnológica, lo más importante es la innovación en el modelo de negocios. Es una modalidad donde, en lugar de vender los datos de los usuarios, los mantenemos privados.
–¿Pudieron tener inversores en este proceso?
–Empecé sola, luego se sumó un socio comercial que ya no está y, en Wise conocí a mi actual socia, Verónica Avendaño. Con la exposición mediática empezaron a llegar interesados. Luego de un largo proceso, de un año, fuimos invertidos por la aceleradora Neutrón que agrupan a emprendedores de alto perfil tecnológico.
–¿Cuándo fue?
–Ellos entraron en 2020. En 2021 lanzamos la nueva versión. Además de ayudarnos para tener la empresa en orden y consolidar el equipo, esto nos permitió crear nuestro programa RSE Sugar Lab, para enseñar tecnología a mujeres de escasos recursos y ahora queremos incluir a los colectivos LGBTQ+.
–Todo este proceso también fue un cambio personal, imagino.
–A mí me cuesta mucho comunicarme con la gente y conectarme con las emociones. Trabajé mucho este aspecto y tuve que hacer grandes cambios. Lo más importante de estos años no fue sólo el crecimiento del equipo, sino también mi propio crecimiento personal.
–¿Cuáles son los planes para los próximos años?
–Estamos consolidados para recibir los primeros clientes corporativos. El año que viene queremos llegar a Brasil, donde tenemos muchos contactos. Consolidados en América hispana, la idea es pasar a otros mercados más grandes como Medio Oriente o Europa. Para eso, veremos más adelante una ronda de inversión más grande. No sólo para crecer, sino para atraer y retener el capital humano.
Nombre. Isabel Berizzo.
Hijos. Agustina (22) y Francisco (19).
Empresa. Sugar Coach SAS.
Cargo. CEO y fundadora.
Rubro. Tecnología (Health Tech).
Equipo. 6 personas.
El dato. La aplicación está disponible en 23 países. Con 5.000 descargas orgánicas y 2.000 usuarios activos.
Hobby. Fan de la tecnología, la ciencia y la ciencia ficción.
Sitio web. https://sugar.coach/
Redes. Instagram: @sugar.coach; TikTok: @sugar.coach; Twitter: @sugarcoachapp
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