Parteaguas
Los argentinos están a punto de hacer una jugada estratégica y sorprender a los mexicanos en un juego que durante años dominaron en Latinoamérica: el petrolero.
Argentina puede subirse este jueves a otro campeonato del mundo en el que pelearán directamente contra el equipo más poderoso: Catar, nación que coincidentemente este año recibirá a muchos para jugar fútbol, en el Mundial de la FIFA. Va la historia.
A Europa le urge el gas natural que los países de ese territorio casi no producen y eso podría notarse más al cierre de 2022, cuando el frío apriete y no haya suficiente para calentar las casas y los negocios.
Habrá todavía menos, ahora que Rusia cierra mañosamente el ducto principal que alimenta a esa región. Catar y Estados Unidos alivian parcialmente la escasez, aportando ahora juntos, la mitad de lo que llega por mar, licuado y comprimido en enormes tanques de “LNG”, siglas en inglés que refieren el gas natural licuado.
Ambas naciones cada vez exportan más, aprovechando los altos precios que hoy pagan por esa mercancía en el viejo continente.
Mientras tanto, al fondo del territorio americano esperan para hoy la firma de un negocio entre la petrolera estatal de Argentina, YPF, y la de Malasia, Petronas.
Los organizadores ya cursan invitaciones a funcionarios y empresarios para que acudan hoy a atestiguar el evento.
“La rúbrica del Joint Development Agreement se realizará durante un acto en el que estarán los titulares de ambas empresas y el presidente Alberto Fernández. Si bien aún no se hicieron anuncios oficiales, trascendió que se prevé una inversión inicial de unos 10 mil millones de dólares que podría ascender hasta 40 mil millones en 10 años”, publicó el Instituto de Energía de la Universidad Austral.
El acuerdo debe incluir inversiones en producción de gas natural en el yacimiento de Vaca Muerta y en la construcción de una planta de licuefacción de gas natural, justamente para exportar LNG.
Extraoficialmente hablan de una cifra muy relevante de combustible que podrían surtir los argentinos a otros países, equivalente a unos 4 mil 500 millones de pies cúbicos diarios, cuando completen el proyecto.
Eso es, más o menos, un tercio de lo que en estos días compran los europeos por vía marítima. Lo que exportarían YPF y Petronas valdría 40 millones de dólares diarios, mínimo, a precios internacionales de hoy; digamos, unos 15 mil millones en un año.
Como referencia, en 2021 Pemex reportó ventas por 58 mil millones de pesos de gas natural, poco menos de 3 mil millones de dólares.
México carece hasta hoy de una terminal similar a la que podrían anunciar hoy los argentinos.
Si bien el gobierno divulga la posibilidad de instalar tres, la única firme corresponde al proyecto perteneciente a la californiana Sempra, que invierte en infraestructura de licuefacción en Ensenada, en donde existe una terminal que opera al revés, para importar gas licuado y gasificarlo. Esa infraestructura en realidad atiende necesidades del mercado estadounidense.
La argentina YPF reafirmará su relación con Petronas que ya acumula años.
En 2018, el presidente Mauricio Macri, atestiguó un anuncio de ambas petroleras para invertir en el desarrollo de la producción de petróleo no convencional en Vaca Muerta con una inversión de más de 2 mil 300 millones de dólares.
Los argentinos acumulan historias de relación de amor y odio con el capital extranjero.
En otros días, tocó a Miguel Galuccio dirigir YPF en días de la presidente Cristina Kirchner y reorganizar las relaciones con empresas como Shell para salvar la producción nacional.
Después de aquello, Galuccio vino a México a capitalizar y establecer la empresa hoy llamada Vista Energy que opera en buena medida en Vaca Muerta.
Producto de la guerra en Ucrania que revaloró globalmente el precio de los hidrocarburos, YPF y esa compañía, aumentaron su valor 100 y 75 por ciento en un año, respectivamente. Argentina hoy podría dar un golpe sobre la mesa en el mercado energético mundial e impulsar más el valor de ambas.
Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.
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