Fracasar también es parte de emprender – Mundo Ejecutivo

Nos cuesta reconocer cuando no es posible alcanzar o concretar una meta o proyecto que se tenía planeado. La razón es porque, de manera común, vemos al fracaso como algo impensable o imperdonable que, en ningún sentido, puede permitirse que ocurra. En el emprendimiento pasa algo parecido: cuando se inicia un negocio, es raro considerar la posibilidad de un descalabro que lleve a su cierre definitivo; hacerlo sería, según la mayoría, tomar una actitud pesimista, fatalista o negativa. Pero, ¿realmente lo es?
Antes de abordar este punto, es importante primero conocer  los dos principales motivos que pueden llevar a una Micro, Pequeña o Mediana empresa (MiPyME) a fracasar:
Al respecto, nuestro reciente estudio Digitalización de las Pymes y el emprendimiento en México: hallazgos, retos y alcances en 2021, en el que participaron 400 negocios a nivel nacional, reveló que tres de cada 10 de estas unidades económicas consideró cerrar -definitivamente- a causa del confinamiento que provocó la contingencia.
A su vez, nuestra encuesta preguntó a estas unidades económicas cuáles fueron las principales consecuencias de -casi- haber cerrado por la pandemia. Entre las respuestas más relevantes están:
¿Significa, entonces, que aquél emprendedor que considera -en algún momento- la posibilidad de cerrar su negocio por alguna mala racha, falta de experiencia u oportunidad para crecer, puede considerarse pesimista o negativo? Por supuesto que no y hay que considerar por qué.
Iniciar y mantener un negocio implica un riesgo. Y, como ya lo vimos, existen situaciones que incrementan la posibilidad de un cierre definitivo. En relación a esto, uno de los grandes aprendizajes que me ha dejado participar en una empresa especializada en tecnología para MiPymes es conocer cómo es el pensamiento y trabajo de los emprendedores y empresarios para enfrentar las situaciones adversas que se presentan día a día.
Por ello, hay que reconocer, del mismo modo, a los que lograron hacer sobrevivir a sus negocios y a los que no. Ambos, desde mi perspectiva,  enfrentaron una etapa durísima para mantenerse en el mercado y lograr sortear las dificultades para operar, vender, cumplir con sus obligaciones fiscales y pagar a tiempo a su personal. Eso, sin duda, es loable y habla del gran espíritu emprendedor que existe en México. 
Sí, se perdieron muchas empresas pero, conforme han avanzado los meses, han ido reapareciendo. Al respecto, uno de los puntos que quisimos conocer en nuestro estudio fue el de los nuevos negocios que surgieron luego de la pandemia. Sorprendentemente, 5% de la muestra total (que catalogamos como MiPymes emergentes), nació después de la contingencia sanitaria.
Exempleados, recién egresados y amas de casa son algunos de los nuevos emprendedores en México. Pero también, están los que no se rindieron y, luego de fracasar y cerrar su anterior empresa, decidieron volverlo a intentar.
Precisamente, al preguntarles, a todos ellos, cuáles fueron sus motivaciones para emprender respondieron:
De todo ello, la principal lección es: las segundas oportunidades sí existen. La clave está en entender que, actualmente, la adaptación y la reinvención son elementos fundamentales para mantener un negocio en el mercado; y aunque haya tropiezos o malas rachas en el camino siempre existirá la posibilidad de volver a intentarlo. Porque fracasar también es parte de emprender.

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