Empresas textiles y pastelerías: así emprenden las mujeres de Marruecos para salir de la pobreza – El Español

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Una mujer tejiendo mandiles. CODEPSA
La pobreza se sigue cebando con miles de mujeres en todo el mundo que no tienen recursos ni oportunidad para labrarse una vida de forma independiente. Los matrimonios tempranos, la violencia machista o la falta de acceso a la educación son algunos de los factores que aumentan el riesgo de exclusión social. Para luchar contra esta situación, la ONG CODEPSA lleva años trabajando en distintos países el mundo y ayudando a las mujeres a poner en marcha sus propios negocios para que ganen confianza y se vuelvan independientes económicamente. 
Uno de estos países es Marruecos que, si bien ha experimentado un desarrollo económico en los últimos años, casi un 5% de la población está en riesgo de pobreza -según los últimos datos del Banco Mundial, publicados en 2013-. Entre los grupos con más riesgo destacan las personas de zonas rurales y las mujeres. Gracias a las acciones de esta ONG, que está presente en el país desde 1996, decenas de mujeres han podido emprender a través de cooperativas con resultados muy positivos. 
Una de estas iniciativas es Douar Tanafelt, una pequeña empresa de tejidos fundada hace 13 años y ubicada en la provincia de Chefouen. Se dedica a crear artesanías textiles, entre las que se encuentran los clásicos mandiles marroquíes. Además, este año la cooperativa está de celebración ya que sus mandiles han sido reconocidos oficialmente como producto típico de Marruecos: Mendiles del Norte.
Miembros de la cooperativa tejiendo. CODEPSA
«Aprender esta profesión nos ha permitido salir de nuestra rutina, ser ejemplo para otras mujeres de aldeas vecinas y conocer otras ciudades, gracias a nuestra participación en ferias y exhibiciones de nuestros productos (mendils). Ahora somos 34 mujeres en la cooperativa de Tanafelt; contamos con una actividad generadora de ingresos para nosotras y para nuestra familia», explica la presidenta de la cooperativa, Saida Chouli, en declaraciones recogidas por CODEPSA.
Como tantas otras mujeres, Chouli tuvo que abandonar el colegio a los 11 años para ayudar a su familia. «Decidieron sacarme del colegio para que ayudara a mi madre: traer agua desde un pozo lejano a la aldea, recoger leña en el bosque, atender el ganado… Son tareas que los niños del douar -en árabe beduino, poblado de viviendas pobres- realizan desde que tienen unos cinco años. Además, tenía que cuidar a mis hermanos pequeños, cuenta.
Gracias a esta iniciativa, pudo formarse y conseguir una profesión. En alianza con una asociación local, CODEPSA construyó un centro para mujeres y se dotó de maquinaria; se impartió formación en costura e incluso se construyó un preescolar, para permitir la asistencia de las madres al taller. Asimismo, se impartieron cursos de alfabetización.
CODEPSA
En estos años de duro trabajo la cooperativa no ha hecho más que crecer y en octubre de 2020 entró en un programa para impulsar el desarrollo social de la Fundación Banco Santander. Con más formación y un análisis del negocio, ahora las trabajadoras de Douar Tanafer han adquirido más habilidades organizativas y visión de negocio. Todo ello junto a una inversión en mejor maquinaria, ha permitido que diversifiquen sussus productos y aumenten la producción, una gran noticia, sobre todo teniendo en cuenta la crisis económica actual derivada de la pandemia.
Otro exitoso proyecto es la cafetería Multaka Rayahin, situada en Tetuán. Esta iniciativa surgió después de que varias mujeres recibieran formación en la pastelería de la Asociación El Amal. Algunas son viudas y otras se habían alejado de sus maridos, huyendo de la violencia. Abandonaron su douar con el objetivo de conseguir un trabajo con el que poder mantener a sus familias.
«Tengo 27 años y nunca he ido a la escuela. Mi marido ahorró un poco de dinero y alquiló una casita en la ciudad de Tetuán, así que dejamos nuestro douar, a más de 125 km. Cuando me mudé a esta gran ciudad, noté que todo es carísimo. Tuve que buscar una actividad para ganar dinero y poder cuidar a mi pequeña familia», explica Roqaya Idrissi, trabajadora de la pastelería.
Trabajadoras de Multaka Rayahin preparando dulces. CODEPSA
«Mi vecina me recomendó registrarme en la asociación El Amal para recibir clases de alfabetización y pastelería, porque no requieren mucha escritura. Ahora, he podido traer a mi hermana, para que reciba la misma formación que yo».
Pese a su formación, ella y otras compañeras como Hanae El Aoud o Rhimo El Haik, no conseguían trabajo, por lo que decidieron ahorrar y montar su propia cafetería: Multaka Rayahin. «Al poco de sacar adelante nuestra cafetería, empezamos a recibir además pedidos y encargos. Ahora también tenemos un servicio de catering; ya nos han contratado en varios eventos», cuenta orgullosa Aouatif Bouzekri, una de las trabajadoras, a CODEPSA.
Presentación de la formación para la pastelería.
Se han hecho tan populares, que el pasado noviembre las mujeres de Multaka Rayahin estuvieron presentes en la feria gastronómica internacional de los renombrados discípulos de Escoffieren, celebrada en el Hotel Hilton de Tánger. Rodeadas de cocineros, expertos de todo el mundo y destacados representantes de la sociedad marroquí y francesa, demostraron lo lejos que se puede llegar con trabajo y algo de ayuda.
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