Cómo ser tu propia jefa y emprender con éxito – ELLE

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¿Quieres ser la dueña de tu destino laboral y emprender hacia el éxito? Aquí tienes las 15 claves para triunfar con tu negocio.

En mitad de la tormenta perfecta, con miles de personas que renuncian a su trabajo y otras muchas que lo han perdido por culpa de la pandemia, el auto suena a cantos de sirena. ¿Te imaginas no volver a fichar nunca más? Ser emprendedora tiene esta y otras ventajas, aunque también presenta inconvenientes. Sigue esta hoja de ruta para estar segura de que quieres autoemplearte y, si es así, aprende las claves para montar un negocio que te dé satisfacción e ingresos.
Ahora que estamos volviendo a la progresiva normalidad (y a la oficina), hay quienes añoran trabajar de forma más independiente y en un ambiente más relajado. Si has fantaseado con ser emprendedora para levantarte a las 10:00 y trabajar cuando el cuerpo te lo pida, aterriza en la realidad: ser empresaria no va de eso. Normalmente, echarás más horas que si fueras una asalariada, y ve mentalizándote de que el tiempo de descanso, casi sin darte cuenta, lo dedicarás a pensar cómo mejorar el negocio y aumentar los ingresos. Así que, antes de lanzarte al vacío, madura la idea.
Esto no es Tinder, así que no juegues a verdad y mentira. Realiza un ejercicio de honestidad para comprobar si has nacido para este mundo. Comienza por identificar tus fortalezas y tus debilidades y convéncete de que este no es un paso para rendirse, sino para detectar amenazas y oportunidades. Si te cuesta describirte con objetividad, en la página web cepymeemprende.es dispones de un test de autodiagnóstico que te dirá si posees aptitudes. «Crear una ‘start-up’ suena realmente ‘cool’, pero, a la hora de montar un negocio, debes plantearte por qué quieres hacerlo y estudiar si es una buena razón. Mucha gente busca ganar dinero o cambiar su estilo de vida; si ese es el detonante, el proceso será largo y complicado. Son motivos humanos, como lo es cambiar el mundo, pero con ese punto de partida tendrás que trabajar muy duro», explica Annick Janssens, directora de Venture LAB de IE Business School.

¿Y qué? No cantes eureka, porque, aunque te cueste creerlo, las ideas están sobrevaloradas a la hora de poner en marcha un negocio. «No son lo más importante. Lo crucial para que tu futura empresa tenga éxito es detectar un problema, una necesidad o un deseo de un target al que puedas dar una solución. Y, por descontado, tener mucha dedicación y toneladas de ilusión», explica Janssens.
Si los puntos anteriores son un sí, es hora de entrar en faena. «El primer paso consiste en realizar un estudio de mercado. Claro, no puedes permitirte contratar una consultora, pero hoy puedes hacerlo tú con el acceso a la información que existe vía internet (acude a fuentes fiables, como cámaras de comercio, asociaciones sectoriales…). Estudia a la competencia (quién es, cómo es su producto, cuáles son sus precios), investiga si es un sector en crecimiento, identifica posibles riesgos, conoce el perfil de tu cliente objetivo…», aconseja la especialista de IE Business School.
Una vez que hayas recogido toda la información de la manera más exhaustiva posible (a través de la observación y con entrevistas, encuestas, ‘focus groups’…), pasa a la fase de validación, que te permitirá definir el público objetivo al que vas a poder dirigirte y analizar su comportamiento de consumo. «Conocer a la perfección al cliente potencial es básico, porque, aunque pienses que tienes la idea más genial del mundo, si tus compradores –ya sean B2B, es decir, personas, o B2C, o sea, otras empresas– no están de acuerdo, no tienes absolutamente nada», sentencia Annick Janssens.
Tal vez no haya que ser original para triunfar, pero sí conviene aportar algún elemento diferencial, ya sea por la innovación que representa lo que ofreces o porque tu producto o tu servicio resulta mucho más barato que lo que existe en el mercado (sin que eso afecte a su calidad). Como recuerda la analista de la escuela de negocios de IE Business School, la mayoría de los emprendedores no van a descubrir El Dorado, sino a reproducir algo que ya ha sido probado con éxito: «Los empresarios que inventan algo absolutamente nuevo se cuentan con los dedos de las manos, pero adaptar algo que ya existe no es malo. De hecho, esta es la primera parte de validación de tu proyecto: has visto que funciona en otro mercado y quieres exportarlo con un toque diferente».
La unión hace la fuerza. En este caso, las alianzas impulsarán tus objetivos y centrarán tu perspectiva. «No tienes que saber de todo, sino rodearte de un equipo de fundadores que aporte los conocimientos que a ti te faltan. Muchos emprendedores fracasan porque lo quieren hacer todo». Y no sólo eso: emprender es duro y pasarás por momentos de bajón en los que necesitarás un hombro en el que llorar. «Cuando hablamos de una ‘start-up’, siempre pensamos en compartir éxitos, pero al principio también vamos a sufrir fracasos, así que es mejor poder repartirlos. Busca personas que, además de poseer habilidades, también puedan ser un apoyo en esta travesía, con las que desahogarte y celebrar».

Uno de los escollos con los que primero vas a toparte es la burocracia a la hora de poner en marcha una empresa. Si no te sientes con fuerza, no te desgastes en esto: dejar en manos de un experto el papeleo será una de tus mejores inversiones. Pero antes debes tener muy claro qué tipo de empresa, desde el punto de vista jurídico, te conviene montar. La legislación española contempla más de 15 formas de iniciar una actividad profesional o mercantil. Las más comunes son las sociedades anónimas (S.A.) y las limitadas (S.L., aparte del empresario unipersonal, el famoso autónomo). «Los criterios básicos para decidirse por una u otra son la responsabilidad, el número de socios y el capital social –explica Carolina Nebrera, directora del Departamento Jurídico de Galán y Asociados Consultores–. Y también es muy importante el tipo tributario que se aplica en función de los resultados de la actividad. Generalmente, las asesorías recomendamos a los emprendedores que van a iniciar una actividad con riesgo o responsabilidad y con expectativas de facturación altas o potencial contratación de empleados que constituyan una S.L., pues los autónomos tienen una responsabilidad ilimitada, mientras que en las sociedades la responsabilidad se limita al capital social aportado. Por otra parte, salvo que por razón de la actividad se deba constituir una S.A. o si prevemos que los socios van a tener mucha rotación, habitualmente lo más recomendable es constituir una S.L. en lugar de una S.A. (en esta última el capital social que se debe aportar asciende a 60.000 euros; en el caso de las S.L., la cantidad es de 3.000). Por otra parte, siempre estamos a tiempo de convertir la S.L. en una S.A.».
Según el informe GEM España 2019-2020, el 70,5 por ciento de los emprendedores que ha arrancado un negocio ha requerido capital inicial para su puesta en marcha. Y es que el dinero importa, y mucho. Según se expone en este estudio, conseguir fondos a través de fuentes tradicionales, como los bancos, resulta difícil, ya que, durante las fases más tempranas del proceso, los ingresos no suelen ser suficientes parar validar el modelo de negocio, y los activos y el historial tampoco sirven como garantía. Se imponen, por tanto, otras fuentes de inversión. «Ese es uno de los puntos críticos –corrobora Annick Janssens–, y depende de tu modelo de negocio. Al principio quizá funciones con el ‘bootstrapping’, es decir, sin financiación externa, pero también puedes probar con el ‘crowdfunding’, sobre todo para testar si interesa tu negocio, o acudir a business angels. Y tirar de ahorros, que da confianza a los inversores, ya que significa que crees en tu proyecto. Además, recomiendo contar con un mentor que te asesore».

Hay ‘start-ups’ y ‘start-ups’. En el año 2017, un grupo de mujeres fundó el ‘movimiento cebra’ para captar inversión en la creación de nuevas empresas; defendían un modelo de compañías que buscan la prosperidad sostenible, la pluralidad, la cooperación y, en definitiva, la realidad, frente a la fantasía de las empresas unicornio, que anhelan el crecimiento rápido y exponencial y favorecen los monopolios y la competición.
Actualizar tus conocimientos y los de tu equipo no es un gasto, sino un activo. «Este factor juega un papel fundamental en el éxito del negocio. Hay que mantenerse al día de lo que ocurre en tu sector de actividad para no perder pie», aconseja Janssens.
Nadie tiene una bola mágica que le permita confirmar que tu negocio va a ser un éxito, así que olvídate de nadar en la seguridad de un mar en calma. Si no soportas un entorno de riesgo o eres una persona a la que le gustan las rutinas, replantéate el negocio antes de que sea tarde, tal y como advierte Fernando Trías de Bes en ‘El libro negro del emprendedor’ (Empresa Activa). El autor afirma: «Emprender es una forma de vida y de entender el mundo».
Eres el último eslabón en la cadena de mando, y pensar que vas a acertar en todas tus decisiones es poco realista. «Un fallo de principiante, que es uno de los motivos de fracaso empresarial prototípico, es asociarse con alguien sólo porque es tu mejor amigo. ‘Business is business’. Otro error: esperar años a tener todo perfecto antes de iniciar tu negocio, porque puedes perder tu momento», advierte la experta.
Hay que ir a la caza del cliente. Y esto implica mostrar tu mercancía, porque lo que no se conoce no existe. La directora de Venture LAB de IE Business School lo tiene claro: todos los escenarios son válidos para promocionarse. «Habla, habla y habla de tu empresa. En el metro, en una conferencia, en LinkedIn y hasta en Bumble. Y, por supuesto, habla también en las redes sociales. Así son el networking y el marketing del siglo XXI».

«Puedes coger mucho impulso al comienzo –admite Janssens–, pero lo difícil es no perder fuelle con el tiempo. Lograrlo pasa por ver claro adónde quieres ir y por planificar una estrategia a medio plazo que permita crecer de forma sostenible. Para atender una mayor producción todo debe estar perfectamente engranado. La improvisación no es buena consejera, aunque los planes estrictos tampoco tienen por qué ser la ley, dependerá del tipo de negocio. Recuerda: se puede morir de éxito».

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