El oficio de ayudar y hacer cultura

La necesidad nos abre puertas que a veces nunca imaginamos cruzar. Guillermo Bárcena Mastretta trabajaba en planeación estratégica de FEMSA cuando le tocó enfrentar una situación complicada en el plano personal; su hijo, Diego, nació con fibrosis quística, una enfermedad hereditaria que le fue detectada desde el primer día. Desde entonces, Guillermo ha estado al pendiente del padecimiento de su hijo al punto de querer ayudar a más personas.
“Hace como cuatro años, tuve la inquietud de hacer algo por la enfermedad en Nuevo León. Desde que nació mi hijo, nos dimos cuenta. Los síntomas consisten en una ‘gripita’ que nunca se quita… son tan cotidianos que pueden pasar desapercibidos”, explica Guillermo. Hoy, su hijo ha iniciado una lucha para fomentar el altruismo en el país.
Cuestión de cultura
La idea de ayudar a más personas vino acompañada del “cómo”. Bárcena Mastretta, junto a su equipo de trabajo, pensó entonces en diseñar una app que pudiera facilitar las donaciones y que fuera segura. Esto debido a que lo primero que notó es que en México “estamos en pañales en el sentido de altruismo”.
Explica que según el World Giving Index, que se encarga de hacer numérico lo que cada país da, “México está como en el lugar 140 de 180, solo por arriba de Venezuela y Paraguay, entre los países latinoamericanos. Algo anda mal”, asegura.
A partir de ahí, la misión se convirtió en promover y cambiar la cultura del altruismo. “Teníamos que fomentarlo. En Estados Unidos, son 240 billones de dólares los que la población civil da al altruismo. El principal obstáculo acá es que el mexicano promedio no confía en las instituciones; siente que roban o que no cumplen con su función”.
Bárcena se juntó con dos amigos para echar manos a la obra: Raúl Sanz se encargaría de la parte contable – financiera y Adolfo García Chapa, de la tecnológica. También contrataron los servicios de Shift, despacho de diseño.
“Pensamos en una app que lo usara la gente de manera fácil, práctica y muy segura. Curiosamente, cuando estamos aclarando eso, ocurrió el temblor en Ciudad de México. Mi compañero había vivido ahí recientemente y me dijo que depositó 5 mil pesos a los topos, porque el edificio donde vivía se cayó. Diez días después, íbamos en el carro y escuchamos una entrevista por radio al comandante topo donde dijo que no tenían una cuenta para recibir depósitos: ‘no tengo idea de qué me están hablando’, dijo, ‘somos todos voluntarios’. Ahí nos dimos cuenta que necesitábamos que los depósitos fueran seguros. Queríamos algo como ‘Uber eats’, pero con el altruismo”.
La manera más sencilla para Bárcena fue pensar en donaciones pequeñas de gente con posibilidad de hacerlo sin afectar su economía. “Habemos muchos mexicanos que podemos donar 300 pesos al mes, de forma recurrente, cargado a la cuenta de banco sin problema. La app que diseñamos te permite cambiar el cargo o quitarlo cuando quieras. Para una organización no tan grande, contar con 50 mil pesos fijos mensuales es un respiro gigantesco. Pensamos que el altruismo no solo debe ser una práctica de ricos, sino de grandes corporaciones”.
“Tenemos que poner dónde me gusta ayudar, puede ser con mi tiempo, con mi dinero, como sea, algo con lo que yo estoy conectado con el colectivo de la sociedad; le devuelvo algo y le agrego valor, puede ser a través del arte, perritos, niños, la naturaleza, la cultura. Si quieres ayudar, ahí es dónde, hay un abanico de posibilidades”.
Que se vuelva común
Hacia a donde apunta Dana.app, nombre de la aplicación que creó Bárcena junto a sus socios, es a convertir las donaciones en México en una práctica común. Aunque por lo pronto, el reto todavía se enfoca en Monterrey y zonas aledañas.
“Queremos que esta práctica sea como tener dos o tres restaurantes favoritos. De la misma manera, tener dos o tres organizaciones favoritas para donar. Nos pusimos de acuerdo con la Junta de beneficencia de Nuevo León y otras organizaciones altruistas de Monterrey, que ya están dentro de la aplicación, para ver quién más podía participar. Además, los donativos, hasta cierto nivel, son deducibles de impuestos”.
La aplicación, que se encuentra disponible en Apple Store y Google Play, no es lucrativa, sin embargo, se requieren recursos para que opere, los servidores, la seguridad, un centro de llamado para atender a las personas, programadores de base… “tener todo esto con el mínimo posible eso lo que nos diferencia. Pretendemos lograr un ‘efecto de centro comercial’, en el que alguien entre a la app a donar 300 pesos y de repente, empiece a hacer otras donaciones pequeñas, de 50, a instancias que no sabía que existían. Ya hemos visto que eso sucede”.
Guillermo añade que el altruismo se puede volver una comunidad. Una de las ventajas que ofrece viene de su sociedad con Conekta, el procesador de pago más grande de México. Todo se maneja con tarjeta de débito o crédito; “son transacciones súper seguras en 5 segundos”, dice. “Todo está registrado, cada peso. El sistema hace todo, nosotros nada más subimos fotos como si fuera Instagram. Es una app mucho más compleja de lo que teníamos pensado, por eso ha sido más lento. Lanzamos en noviembre del año pasado, justamente durante la época del covid-19. Fue la forma en qué pudimos salir y nos ha ido muy bien”.
El siguiente reto, antes de su expansión a nivel nacional, es erradicar la apatía que aún existe en Monterrey (primero) en cuanto al tema y, al mismo tiempo, hacer que las organizaciones que entran se pongan a trabajar también en la promoción. “Ya pusimos sobre bandeja de plata una herramienta para donar y recibir donaciones; como organización, tienen que hacer promociones, invitar a la gente a que se sume, hacer eventos. Más acción, trabajar juntos para cambiar la mentalidad.
“Hoy, estamos desarrollando un programa con un gran grupo industrial en Monterrey y esa alianza nos está favoreciendo mucho, porque promueve la app con sus empleados. Esos maridajes nos dan el voto de confianza; probaron Dana y vieron que es confiable”.
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