Todo emprendedor debe tener constancia, una estrategia y responsabilidad. Sin embargo, hay algo que pocas veces se menciona cuando alguien emprende y que se puede extraer de Susana Velasco: ilusión. De ilusiones también se vive, dice el refrán. Quizás no, pero sí que es uno de los elementos más importantes para disfrutar de la aventura de emprender y para que un proyecto funcione. Es el caso de ‘La Ilusión del bordado’.
Susana Velasco creó esta empresa en el año 2019, concretamente en marzo, pero fue en noviembre de ese mismo año cuando decidió abrir un local físico en el número 4 de la calle Benjamín Palencia de Aranda de Duero y lanzarse como nunca a la piscina del autónomo. Tres meses después de la apertura, en marzo de 2020, todo el mundo sabe lo que pasó: el coronavirus. Un golpe duro para cualquier pequeño empresario y más cuando uno acaba de abrir. Antes de profundizar en la superación de esta época, es necesario conocer el trabajo que se lleva a cabo en ‘La Ilusión del bordado’.
Como el propio nombre del negocio indica, Susana borda para clientes particulares y para empresas. Hace todo tipo de bordados. Personaliza ropa al gusto del cliente. También personaliza y vende accesorios y complementos que ella misma borda. Además, cuenta con diseños propios. La moda no solo está presente, también las empresas piden bordados para uniformes. Bordados de todo tipo, pero que tienen la misma huella, la de Susana, ya que es ella quien hace todo.
‘La Ilusión del bordado’ no cuenta con trabajadores, tan solo con el gusto y la ilusión de una Susana Velasco que decidió hacer de una de sus aficiones un gran negocio. La emprendedora tiene que trabajar y bordar ella sola a la vez que concilia su vida personal y familiar.
Aunque la empresa funcionase desde marzo de 2019 y la tienda física se abriese en noviembre del mismo año, el origen viene de mucho más atrás. Susana siempre ha tenido un gran gusto por la costura, desde que era niña. Siempre ha querido poder vivir de ello, poder decir que tenía su negocio de bordado. Como ella misma dice, la indecisión y el miedo a arriesgar pudo retrasar el emprendimiento, pero las ganas pudieron más que esa incertidumbre y Susana cumplió su sueño. Un sueño que todavía vive.
La tienda está situada en la calle Benjamín Palencia de Aranda de Duero. / DR
Solidaridad y superación en pandemia
El sueño de ‘La Ilusión del bordado’ continúa, pero tuvo una época en la que no todo fue bonito. Justo a los tres meses de apertura del local físico, llegó la pandemia y el confinamiento total del país. Susana tuvo que cerrar la tienda y paralizar su actividad porque el equipo se encontraba en su local, pudiéndose llevar consigo tan solo su pequeña máquina de coser. En parte volvió a sus orígenes, a su casa, donde empezó a confeccionar. Y puede que alguien se pregunte, ¿para qué, si su actividad estaba paralizada? Simplemente solidaridad.
La emprendedora aprovechó su material, su habilidad y su trabajo para hacer mascarillas justo cuando más se necesitaba, las cuales donaba durante la cuarentena. Pero la solidaridad no acabó con el desconfinamiento. La situación confusa y de falta de materiales hizo que Susana continuase haciendo mascarillas que daba gratuitamente en su tienda. De hecho, puso un bote solidario en el que los clientes podían dar voluntariamente lo que considerasen a cambio de una mascarilla.
El bote era solidario porque, posteriormente, la dueña del local donaría este dinero recaudado. El emprendimiento ha estado marcado por la ilusión, pero también por la solidaridad y el coraje.
Susana fue valiente, primero por emprender y después por mantener su apuesta durante la pandemia justo cuando acababa de abrir. Poco a poco esa ilusión de la que se habla se fue sobreponiendo a los obstáculos hasta llegar donde el negocio se encuentra hoy. Como la misma empresaria transmite, “hemos crecido, pero aún queda mucho para alcanzar el 100%. No hay que quejarse porque otros negocios han cerrado y tengo la suerte de que el mío no, y de que seguimos creciendo”.
En este camino, sobre todo al principio, estuvo acompañada por la Fundación Michelin. La ayuda que le proporcionaron fue clave. Los consejos para emprender fueron fundamentales para Susana, quien, a día de hoy, anima a las personas a que se beneficien de la ayuda y la guía que la Fundación proporciona.
De ilusiones también se vive, dice el refrán. Quizás sí, quizás la ilusión es capaz de mover montañas, e incluso superar pandemias mundiales, y permanecer con la idea de negocio intacta. La ilusión de bordar de una niña continúa, y Susana puede decir que sí, que vive de ello.