La mujer accede a menos créditos para emprender – El Comercio (Ecuador)

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Las mujeres enfrentan más obstáculos económicos, logísticos y familiares para iniciar sus negocios que los hombres. 
A pesar de que Ecuador es uno de los países con alta participación de mujeres en emprendimientos, el acceso a microcréditos aún es un tema pendiente y es otra cara de la violencia de género.
Este problema ya ha sido identificado por Margarita Hernández, superintendenta de Economía Popular y Solidaria (SEPS). Ella explica que en la distribución de socios de las organizaciones se ve paridad entre hombres y mujeres. Sin embargo, las socias ahorran más y reciben menos crédito, tanto en número de operaciones como en monto.  
Según el órgano de control, a junio de 2021, 49% de depositantes en el Sistema Financiero Popular y Solidario era mujer. Sus depósitos sumaban USD  6 102 millones frente a los USD 5 497 millones de depósitos de los hombres. 
A las mujeres se les concedió créditos por USD 1 638 millones y que los hombres accedieron a USD 2 349 millones. 
Frente a esta marcada diferencia se busca trabajar en una inclusión financiera con perspectiva de género. Hernández dice que una de las principales barreras es el acceso y limitado uso de servicios financieros.
Las mujeres no buscan créditos por  desconocimiento, la dificultad para obtenerlos y la percepción negativa sobre los intereses, señala Hernández.  
Un estudio de la SEPS revela que la brecha de género en acceso al crédito supera el 14% y va en aumento. Es decir, el número de créditos otorgados a mujeres es cada vez menor, mientras tanto, en hombres continúa subiendo.   
Sofía González es socia fundadora de Mama Tungurahua. Este emprendimiento surgió en el 2012 cuando la despidieron de su trabajo, tras quedarse embarazada. Junto con su hermana, empezó a laborar en una fundación en Baños que recibía aportes de una donante norteamericana.  
Con esta persona aprendió a elaborar los jabones, bálsamos y cremas amigables con el planeta, que ahora comercializa en Mama Tungurahua.   
Uno de sus obstáculos ha sido justamente el acceso a un microcrédito. Con la situación del covid-19, dice, es demasiado arriesgado.
Además, las altas tasas de interés no favorecen. Durante el 2020 las ventas subieron, pero ahora, los niveles han decaído drásticamente y está buscando alternativas.  

Sofía Silva Ulloa creó hace seis años los juguetes Colorín. Estos despiertan la creatividad de los niños a través del arte, ya que incluyen peluches que se pueden pintar.
Ella ha tratado de conseguir préstamos para hacer mejoras en su negocio, pero no lo ha hecho por temor a los intereses. Los requisitos que le piden también son un limitante.

Daiana Benítez, diseñadora de La Potra, desconoce sobre los créditos a los que pudiera acceder y le gustaría tener más información. Esta emprendedora creó la línea de lencería La Potra para llegar a las mujeres “con cuerpos reales”.  
Benítez es voluntaria de la Red de Mujeres Economía Violeta, donde ha podido apoyar y ver las distintas dificultades que sus compañeras afrontan en cada rubro. 
Para Hernández es importante que las entidades diseñen productos financieros pensados en las necesidades de las mujeres. Esto permitiría un mayor acceso y que tengan más confianza para acercarse a estas entidades.  
Esta realidad, además, se conecta con la violencia de género. Arístides Vara-Horna es investigador y autor del estudio. Los costos de la violencia contra las mujeres en los micro- emprendimientos de Ecuador. 
Entre las conclusiones de su análisis revela que 55 de cada 100 mujeres que tienen negocios en el país han sido agredidas por su pareja y 74 de cada 100 han tenido un daño físico o emocional. Esta afectación se traduce en que las emprendedoras dejan de trabajar por días y eso  equivale a una pérdida del 20% de ingresos netos.
Es decir, por cada USD 100 que venden pierden 20. Estos datos son parte de este estudio, que nació del programa Previmujer, de la Cooperación Alemana (GIZ) en Ecuador. 
Vara-Horna menciona que las mujeres tienen más dificultades y muchas veces la banca no entiende esta realidad. Pedirle la firma de su marido para obtener un crédito, por ejemplo, puede resultar en un evento que excluya a la mujer del acceso al servicio financiero.
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