De CEO global a emprendedora. El desafío de volver a empezar desde cero – LA NACION

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A finales de noviembre de 2020, Alexia Keglevich recibió un llamado que cambió sus planes de la noche a la mañana. Del otro lado de la línea, sin mucho tacto ni buenos modales, le comunicaron que había sido despedida. En ese entonces, ella se desempeñaba como CEO global de Assist Card, la compañía que había fundado su padre húngaro en 1972 y a la cual le había entregado 34 años de su vida. La noticia significó un fuerte revés en su vida. Pero también la catapultó a explorar nuevos caminos con grandes desafíos: el emprendedurismo.
Cuando la echaron, hacía tiempo que las cosas habían cambiado. En 2011 Nicolás Keglevich vendió su firma al grupo norteamericano Starr International y, en pocos años, la firma se convirtió de una empresa familiar a toda una corporación. Su padre y su hermano se desvincularon de Assist Card inmediatamente, pero Alexia decidió seguir firme con su profesión.
Sin embargo, las diferencias de visión entre ella y los nuevos dueños se hicieron notar, cada vez más, hasta que la tensión culminó cuando se vio obligada a abandonar la compañía. Keglevich aclara: ella siempre fue una empleada más de la planta. Ni cuando su padre era dueño, ni aún siendo la CEO global de la compañía, tuvo su posición asegurada.
“Fueron momentos difíciles, con mucho dolor. Pero lo importante es sacudirse el polvo, como digo yo. Y desde el dolor resurgir mucho más fuerte, con el propósito más claro que nunca. Entender que a cualquier persona le puede pasar lo que me sucedió a mí, aunque no en la manera en que lo hicieron, eso no lo comparto. Confío que la Justicia va a hacer lo suyo, pero ahora llegó el momento de dar vuelta la página. Se puede salir, incluso mejor que antes”, contó la empresaria, en diálogo con LA NACION.
Atravesó cuatro meses de duelo, hasta que en abril de 2021 se secó las últimas lágrimas de la cara y se propuso convertir todo su conocimiento en un nuevo proyecto. A pesar de que todos los días empresas de la competencia se le acercaban para ofrecerle un puesto de trabajo, ella rechazó cada una de esas propuestas. El objetivo que tenía en mente estaba claro: a partir de ahora ella sería dueña de sus ideas, de sus creencias y de su vida.
En un primer momento estaba muy aturdida. La vida me cambió 180 grados, pero de ahí salió lo mejor de mí. Desde el dolor decidí elevarme. Siempre tuve en claro lo que me gusta hacer, mi pasión es ayudar al otro. Creo que es el momento de revolucionar la industria de la asistencia al viajero. Y no solo la industria, sino también demostrar que se puede hacer otro tipo de empresas, más humanas, empáticas, transparentes, que pongan al cliente en el centro de la escena. Yo quiero una empresa de corazón grande y no de letra chiquita. Estoy convencida de que cuando uno tiene esos valores, la rentabilidad viene sola”, se sinceró.
Cuando las ganas de emprender le ganaron a la tristeza, lo primero que hizo fue tomar el teléfono y contactar a su red de prestadores para saber si los profesionales de la salud la apoyaban en este nuevo camino. “Todos dijeron: ‘Por supuesto, sos la referente de la industria, estamos con vos’. Solucionado eso, empecé a trabajar en qué sería lo disruptivo de esta empresa”, relató.
De a poco, el proyecto fue cobrando forma y Keglevich empezó a idear nuevos packs de asistencia para los viajeros que salen a explorar el mundo, con pagos en criptomonedas, propuestas para mascotas y hasta de acompañamiento emocional. En agosto pasado se asoció finalmente con TurismoCity y esta semana lanzarán al mercado Pax Assistance, proyecto que contó con un pre seed investment de US$2 millones. “Apenas hablamos vimos su pasión incomparable. No conocemos a alguien que sepa más de la industria que ella”, cuenta Santiago Botta, líder del proyecto por parte de TurismoCity.
La nueva firma es una filial de una compañía estadounidense, que tiene planes de expansión a Europa y Asia. “Sí o sí quería traer a la Argentina una filial de la corporación americana. Eso demoró la salida masiva al mercado por la cantidad de trámites que me hicieron completar en el país”, añadió.
La nueva propuesta llegó en un momento clave para el sector. Durante 2020, el año de la pandemia, el turismo se derrumbó y los números de las compañías cayeron a casi cero. Según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT), se registró una reducción del 74% del turismo internacional, generando pérdidas por US$1300 millones en ingresos por exportaciones.
¿El costado positivo? Tras las crisis, la asistencia al viajero cobró un protagonismo inédito. “Lo que pasó con la pandemia fue increíble. Antes uno tenía que salir a convencer a los clientes de invertir en seguridad. Ahora, los viajeros son conscientes, muchos tienen miedo de viajar por el Covid-19, de las consecuencias que podría implicar durante su viaje, lo que hizo que la industria explote. Fue un empujón externo, pero que cambió al negocio definitivamente, se convirtió en impensable salir del país desprotegido”, argumentó la empresaria.
Otro de los grandes temas que la pandemia puso sobre la mesa fue la salud mental y el acompañamiento. Por esa razón, Keglevich decidió sumar una propuesta de soporte emocional para el viajero y su familia, producto que hasta el momento no existía en la industria argentina. “Supongamos que un viajero se va solo a otro país, y la mamá se queda preocupada. El objetivo de la empresa para ese caso no es solo acompañarlo a él, sino también a su madre, contarle dónde está esa persona, cómo es el lugar”, indicó.
A su vez, desde la empresa buscan ofrecer un servicio acorde a lo que el cliente vaya a necesitar, con la posibilidad de sumar beneficios “on demand”. Por ejemplo, asistencia médica para mascotas, cobertura por deportes extremos, un paquete Covid para mayores de 75 años, cancelación multicausas, protección de dispositivos, cuidados especiales para madres embarazadas, entre otros.
“En la industria hay mucha comoditización, cuando la realidad es que los médicos son los mismos que atienden para todas las compañías. Tenemos una rentabilidad absolutamente baja para los productos, pero porque queremos que sea accesible para todo tipo de viajero. En muchos países se volvió obligatorio entrar con seguro de viaje, entonces muchas firmas se ven tentadas a subir los precios y hacer promociones del 20% off, cuando antes te subieron las tarifas. Estoy en contra de eso, queremos dejar otra huella”, argumentó.
En total, Pax Assistance brindará cobertura en 190 países, con más de 50.000 proveedores en clínicas, hospitales, consultorios externos, profesionales, laboratorios, centros de diagnóstico por imágenes, transporte sanitarios terrestres y aéreos. Antes de salir abiertamente al mercado, la compañía adoptó una vuelta de referidos, en la cual se sumaron los 23 jugadores de la Selección Argentina de Fútbol, cantantes latinos para sus equipos en las giras internacionales y agencias de viaje de la región.
Su rol como mujer tampoco pasa desapercibida. Así como supo ocupar el cargo de CEO cuando menos del 10% de las mujeres ocupaba un rol de decisión dentro de las grandes compañías de la Argentina, ahora la ejecutiva cree que el género le trae una ventaja competitiva a través de “la sensibilidad y la intuición”.
“Siempre a las mujeres nos costó muchísimo más, cualquier cosa que emprendamos. Venimos de 5000 años de historia donde la mujer no puede, entonces automáticamente crecimos con ese pensamiento en cabeza. Siempre soy pro de la mujer, de que se atreva, que sepa que se puede. Si hay algo que tenemos las mujeres es la resiliencia, una característica que se exacerba en la mujer porque siempre fue considerada como la más débil. Eso nos provee de una fuerza interna para salir adelante y hacer lo que uno se proponga, nuestra única limitantes somos nosotras mismas con la autoexigencia”, enfatizó.
Para Keglevich su padre, como “buen húngaro y noble, es extremadamente machista”, lo que se convirtió en un doble desafío para su carrera. A Nicolás Keglevich la Segunda Guerra Mundial le marcó el carácter para siempre. Nacido en Hungría en 1939, en el seno de una familia que tenía el título de conde, debió escapar a los cinco años cuando su país fue invadido por la Unión Soviética. Durante dos años deambuló con su hermana de seis años por Bélgica y Francia.
Por eso, cuando Alexia entró a trabajar en la empresa familiar como cadeta a sus 16 años, su padre la recibió con una frase que le cargó la espalda de un gran peso: “Ahora empieza el infierno: tenés que ser la primera en entrar a trabajar y la última en irte”. Con los años, demostró sus capacidades y se fue ganando su lugar.
“Pero yo siempre fui rebelde y a los 25 años empecé a tener diferencias importantes con mi padre, por lo que decidí hacer mi propio camino”, agregó. Ya con la responsabilidad de tener una hija y una hipoteca a cuestas, renunció a su empleo y empezó a trabajar en Banco Río. Fueron cuatro años donde se empapó de conocimiento sobre finanzas, hasta que su padre le pidió que regresara en los años 2000 y ella accedió, convencida que era su vocación. Lo demás, sería historia.
“Uno es víctima o protagonista, y yo quiero ser protagonista. Mucha gente durante la pandemia fue despedida, estuve ahí y parece que se acaba el mundo. Sentía ese dolor intenso, era la primera vez desde mis 16 años que me levantaba y no tenía que ir a trabajar, algo impensado. No podía comprenderlo, estaba perdida. Pero hay que tomarlo con humor, tranquilidad, escuchar la intuición y salir adelante. No es el tiempo el que cura las heridas, sino la voluntad”, finalizó.

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