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Un informe del Foro Económico Mundial destaca la necesidad de capacitación para maximizar los beneficios de integrarse a las cadenas de valor globales
Por BAE Negocios
Amèrica Latina debe encarar reformas a nivel de infraestructura y capacitación de su capital humano para aprovechar las oportunidades que brinda la coyuntura internacional, cada día con mayor necesidad de una adecuada integración de las cadenas de valor de las distintas regiones del planeta para el crecimiento del comercio global.
Así lo indica un informe publicado en la web del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés), que bajo el título «Equipar a la fuerza laboral para que se beneficie de las oportunidades del comercio», plantea la fundamental importancia de la inversión en capital humano para que la región se beneficie de los tiempos que se vienen.
Según el texto que fue publicado originalmente por el Banco Mundial, y que fue elaborado por los economistas Ximena Del Carpio y José Cuesta junto al especialistas en políticas públicas Maurice D. Kugler, la repentina y profunda desaceleración económica producto de la pandemia y los consiguientes confinamientos fueron los hechos que terminaron de confirmar la importancia de la integración a nivel mundial, y en ese marco la relevancia de contar con una infraestructura más desarrollada en términos digitales en numerosos países. Al mismo tiempo, el coronavirus también expuso las debilidades de esta integración mundial en la producción de bienes, además de la interdependencia transfronteriza entre las naciones del globo.
De acuerdo con los autores, investigaciones recientes «confirman que los beneficios de las cadenas de valor mundiales (CVM) siguen siendo superiores a los costos«, no obstante lo cual consideran necesario encarar diversas reformas. En este sentido, señalan que diversos expertos en comercio advierten que la ausencia de bienes clave durante la pandemia no solo se debió a interrupciones en la producción (oferta), sino también al enorme aumento de la demanda de dichos productos que se registró en esos meses.
«De hecho, la evidencia a favor de un mayor nivel de integración mundial y apertura comercial sigue siendo positiva, especialmente para los países en desarrollo, dado que estos se benefician de un aumento en la creación de puestos de trabajo, mayores transferencias de tecnología, inversiones extranjeras directas (IED) y mejoras en la formación de la fuerza laboral», puntualiza el informe.
Cabe señalar que no todas las cadenas de valor mundiales son iguales; en los países menos sofisticados —por ejemplo, países con niveles bajos de integración digital y capital humano— con políticas regulatorias muy restrictivas, la integración a estas cadenas suele ser más superficial y estar focalizada en las materias primas en lugar de la producción de bienes. Esto significa que las CVM menos sofisticadas o los acuerdos de reparto de la producción mundiales pueden tener un impacto menos significativo en la generación de más y mejores puestos de trabajo.
A medida que la crisis originada por la pandemia de covid se disipa, la reducción de la pobreza y la desigualdad a través de más y mejores empleos formales se vuelve el foco de atención de las estrategias de recuperación económica en todo el mundo, dicen los autores del trabajo.
Teniendo en cuenta el potencial para que las empresas integradas al mundo crezcan y generen puestos de trabajo, sobre todo cuando estas se especializan en productos sofisticados, los formuladores de políticas deben interrogarse sobre si un mayor grado de apertura comercial debe formar parte de la estrategia de recuperación.
Otra pregunta pertinente es si una mayor integración a las cadenas de valor mundiales puede servir para saltar etapas o dejar atrás el pobre desempeño del crecimiento inclusivo en los años previos a la pandemia en diversos países.
A pesar de los sacudones de la guerra en Ucrania y los procesos inflacionarios, el mundo pospandémico brinda una ventana de oportunidad para que los recién llegados se incorporen a los acuerdos de reparto de la producción mundiales, convirtiéndose en proveedores confiables de insumos y servicios intermedios, así como de componentes clave para productos finales ensamblados en otras partes. Para el WEF, este movimiento puede ser particularmente importante y muy aprovechable por los países del continente americano, más cercanos geográficamente a los mercados de Estados Unidos y Europa.
Tomando en cuenta lo que señalan las experiencias a nivel mundial, a medida que las modernizaciones derivadas de la incorporación de un país a estos acuerdos mundiales tienen lugar, los salarios suben pero el empleo neto tiende a caer, mientras que los beneficios parecen ser más importantes para los trabajadores más capacitados. En este punto las mujeres trabajadoras, por ejemplo, ocupan un porcentaje significativo de los puestos de trabajo intensivos en mano de obra en aquellos países con este tipo de industrias, por lo que se benefician, aunque terminan perdiendo a medida que la tecnología se actualiza, señala el texto publicado por el WEF.
Por otra parte, la evidencia empírica expone que el impacto global sobre el crecimiento económico de desarrollar la infraestructura digital (mediante la creación de empleo) genera un efecto perceptible de reducción de la pobreza. Más allá de este hecho, la desigualdad crece debido a un aumento en la valoración de la formación asociada al desarrollo de la infraestructura digital, a medida que el número de puestos de trabajo abiertos al teletrabajo crece y el aprendizaje a distancia se vuelve cada vez más factible, dice los especialistas.
Los resultados de este y otros estudios recientes ofrecen una lección muy clara a los países que contemplan una estrategia similar. Respecto a las reformas que buscan profundizar la participación de los acuerdos de producción mundiales y de las inversiones en infraestructura digital con el fin de generar crecimiento inclusivo, es fundamental contar con un conjunto paralelo de reformas e inversiones donde los hogares más pobres puedan acumular el capital humano necesario para acceder a los puestos de trabajo formales de mayor calidad creados por el proceso de reformas.
«Una reducción de la desigualdad puede darse mediante una combinación de políticas y reformas que no solo generen más puestos de trabajo a través de una mejor integración a los procesos de producción mundiales, sino que también pongan en marcha estrategias y plataformas que les permitan a un grupo más amplio de personas capacitarse y trabajar remotamente», resalta el texto.
Un enfoque tal podría, en principio, generar puestos de trabajo formales para trabajadores en la escala media de la distribución de capital humano, dado que recibirán capacitación para operar tecnologías más sofisticadas a la vez que se generan puestos de trabajo para trabajadores en la escala más baja de la distribución de capacidades. Esto último podría ocurrir si las empresas vinculadas a las CVM generan vínculos regresivos al demandar, de los proveedores locales, insumos y servicios intermedios, creando de hecho cadenas de valor domésticas, suministradas por productores intensivos en mano de obra, destaca el informe.
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