liderazgo
Entrevista a Fernando Botella, autor de ‘Salta contigo ¿Y si eliges ser valiente?’
HACE 20 HORAS Isabel Garrido
Para Fernando Botella la autenticidad y la valentía son dos de las claves principales para triunfar en un negocio y, más aún, si quien trata de aplicar estas herramientas en su día a día es un emprendedor. En una charla con DIRIGENTES, el autor de Salta contigo ¿Y si eliges ser valiente? reflexiona sobre la importancia de convertir en acciones, productos y servicios aquellas ideas en las que se cree, así como de dar el valor correspondiente a nuestro tiempo. O, dicho de otra forma, poner el foco en aquello que realmente aporta utilidad.
Vivimos en un mundo que es, al mismo tiempo, más simple y más complejo de lo que nunca antes hemos conocido. Más simple porque, gracias a la digitalización, todo nuestro universo está accesible instantáneamente a través de una única pantalla. Un ordenador o un smartphone es la única ventana que necesitamos para asomarnos a muchos de nuestros intereses. Y más complejo porque ese universo accesible desde un único dispositivo es casi infinito, y en él tienen cabida trabajo, ocio, relaciones sociales y una nueva forma de interacción con nuestro entorno y con las personas más colaborativa y digital que obliga a redefinir nuestro concepto de animal social. Para cuando acabemos este año 2022 se estima que más del 55% del PIB mundial procederá del negocio digital, y que en el año 2025 el 80% de las relaciones entre empresas y clientes serán digitales, lo que da una idea de hasta qué punto la digitalización está condicionando nuestro mundo.
La valentía es, básicamente, atreverse a hacer que las cosas pasen. Ponerse en movimiento para provocar la acción. Un camino de mil millas empieza con un solo paso, decía Lao-Tse, pero muchas personas y muchas empresas son incapaces ni siquiera de dar ese primer paso. Se sienten bloqueadas, paralizadas. La valentía empresarial está ligada a ese concepto de “salto” del que hablo en el libro. Tiene que ver con apostar por la creatividad y la innovación como vías para salir del inmovilismo y abandonar las inercias de “lo que siempre funcionó”. Y tiene que ver con probar cosas nuevas, con salirse de lo esperado y con tener una actitud de alerta y aprendizaje continuo. Una empresa valiente es una empresa que nunca acepta el statu quo, sino que está permanentemente cuestionándolo y probando cosas nuevas. Una empresa valiente trabaja siempre en estado beta.
Ligado con la pregunta anterior, ser valiente no quiere decir ser “temerario”. El miedo no es necesariamente algo malo, de hecho, es imprescindible para avanzar y en gran medida es responsable de que hayamos logrado llegar tan lejos como especie. La prudencia nos permite dar pasos a la velocidad adecuada, sin precipitación y tomando medidas para minimizar los riesgos antes de emprender una aventura personal o profesional. Nadie se atreve a saltar un precipicio con dos saltos. Hay que aprender a convivir con el miedo como ese amigo que nos da un consejo antes de dejarnos tomar una decisión importante. Le escuchamos, valoramos lo que nos dice y luego decidimos. El problema es cuando ese amigo se extralimita en sus atribuciones e intenta tomar el control de nuestras acciones. Cuando toma por nosotros la decisión. Entonces el miedo se convierte en temor, y ese temor es un sentimiento tóxico porque nos paraliza y nos impide avanzar.
Para un emprendedor ser auténtico, en el sentido de ser original y genuino, es una de las principales herramientas con las que cuenta para diferenciarse de sus competidores, una herramienta que puede suponer la diferencia entre el éxito y el fracaso. Los negocios que son realmente originales y disruptivos no necesitan hacer tantos esfuerzos de adaptación al mercado porque son ellos los que marcan la tendencia. Ser auténtico significa comportarse de una forma coherente con lo que se piensa y con la propia identidad, sin dar bandazos. Trasladado al mundo emprendedor, significa atreverse a convertir en acciones, productos y servicios las ideas en las que se cree. Y ese es un mensaje muy poderoso para transmitir al mercado.
Lo que quiero decir es que nuestro tiempo es limitado y necesitamos usarlo de la mejor manera posible. Es decir, invertirlo en aquello que realmente es importante para nosotros, en lo que aporta valor a nuestro negocio o a nuestra vida. Es una cuestión de foco. Cuando perdemos el foco y nos dispersamos en cosas no esenciales o que nos aportan poco valor no solo estamos perdiendo nuestro tiempo, sino que también desperdiciamos energía y recursos que podríamos estar empleando en otras cosas. El salto que demos y el tiempo que nos lleve dar ese salto tienen que aportarnos valor.
En Japón definen Kamiwaza como la capacidad de hacer en cada momento aquello que debe hacerse, incluso –o especialmente– cuando se trata de algo que no nos gusta o nos infunde temor. En nuestra rutina diaria hay multitud de tareas que nos resultan incómodas, desagradables o nos intimidan porque nos da miedo fracasar en ellas, tareas que vamos postergando indefinidamente. El problema es que muchas de esas tareas son esenciales para lograr nuestros objetivos, tanto individuales como colectivos. Kamiwaza te enseña a inhibir ese temor, a no procrastinar y a atreverte a dar el salto incluso cuando intuyes que la caída no será todo lo mullida que te gustaría. Es, al fin y al cabo, el arte del atrevimiento, por lo que una manera de impulsarlo en los entornos de trabajo es dando a los profesionales el apoyo, la confianza y la autonomía necesarias para que se atrevan a intentar cosas nuevas, a asumir más responsabilidades y a cometer errores. Y, sobre todo, potenciado en ellos una cultura de disciplina para les ayuda afrontar cada parte del camino sin tomar atajos y sin desfallecer durante la travesía.
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