Una composición para salvaguardar las aves de Cundinamarca – Revista Semana

“Era un amanecer tranquilo en un parque de la ciudad de Bogotá/ allí cantaba una parvada de copetones sin parar ya que el sol se acaba de asomar/poco a poco la gente empezó a despertar sus voces y pasos se escuchaba por todo el lugar/ de igual forma los sonidos de los autos y autobuses se comienzan a notar, aumentando así el ruido del lugar (…)/ por culpa de estos ruidos los copetones se van en busca de un nuevo hogar…”
Las rimas son el preludio a la composición Avedina, una Suite moderna para Banda Sinfónica. En imagen se ve a Juan Estaban Aparicio Beltrán al frente de los 60 músicos de la Banda Sinfónica Especial de Tocancipá. La escena se da en el salón de ensayo de esta agrupación musical, en el municipio de Tocancipá, Cundinamarca.
Con un movimiento de su batuta, este joven estudiante de 22 años dio inicio a su obra, que estuvo dos años en construcción y desarrollo, siendo Avedina una pieza musical que busca concientizar sobre la protección de las aves de la región de Cundinamarca y los peligros que estas aquejan a causa del actuar humano.
A palabras del mismo Juan, este momento no solo fue el culmen para sus años de estudio en la carrera de Licenciatura en Música, sino también para los años de investigación que tuvo que hacer para comprender a profundidad las aves del departamento de Cundinamarca y la ciudad de Bogotá.
La relación entre Juan Esteban y los pájaros empezó en el año 2019, en la búsqueda de un tema para su proyecto de grado, cursando la carrera de Licenciatura en Música en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN). En una caminata, cerca de la zona del Nogal en Bogotá, este capitalino recordó una de las grandes riquezas de la ciudad y el país: las aves.
“Me dije a mí mismo: para mi proyecto de grado quiero hacer una composición que aborde aves de la región andina colombiana, en especial el departamento de Cundinamarca y las problemáticas ambientales que tienen estás allí.”, explicó el futuro director. Con el tema en mano, Juan comenzó un proceso investigativo sobre las aves de la región.
En su camino para entender a estos animales, sus sonidos armoniosos y los riesgos ambientales que sufren diariamente, obtuvo la asesoría de dos expertos: el biólogo de la Universidad Nacional, Didier Alonso Galindo, y Jasbleady Castañeda Solano, creadora del programa S.O.S Tingua.
Recopilando un enorme conocimiento sobre los pájaros de la región y sus problemáticas, para 2021 su investigación dio origen a Avedina: una suite moderna para banda sinfónica, que tiene como meta mostrar precisamente los riesgos que tienen las aves en el departamento de Cundinamarca y los ecosistemas de Bogotá. La composición de esta obra fue realizada con el acompañamiento de Camilo Linares, asesor de tesis y docente de la Universidad Pedagógica de Colombia, parte de la línea de investigación musical.
Una vez finalizó la escritura de su composición, Juan organizó el momento cumbre: grabar la obra. Gracias a Camilo Linares, quien también es director de la Banda Sinfónica Especial de Tocancipá, esta agrupación compuesta por maestros de música, músicos profesionales y juveniles dieron vida a Avedina el pasado 3 de marzo de 2022, Juan Beltrán realizando su primera actuación como director de agrupaciones sinfónicas.
Avedina es una suite moderna, es decir, una pieza musical compuesta de cuatro partes o movimientos. La temática de cada movimiento contiene un ave y una problemática. Estos son acompañados por unos interludios, rimas compuestas por el mismo Juan Aparicio, que dan a introducir a la especie y qué la pone en riesgo debido al actuar humano.
El primer movimiento es dedicado al ave copetón o gorrión chingolo, una insignia de la ciudad de Bogotá. Conocida científicamente como Zonotrichia capensis, este pequeño animal se distingue por poseer un copete y suele habitar en parques y humedales capitalinos.
Mediante el uso de instrumentos como la flauta piccolo, el saxofón soprano y clarinete requinto, la Banda Sinfónica de Tocancipá no solo logró imitar el canto de este pájaro, sino también los estridentes y caóticos ruidos de la ciudad de Bogotá. Es precisamente la contaminación acústica uno de los grandes riesgos del copetón, el cual se desorienta en las urbes debido al claxon de autos, fuegos pirotécnicos, entre otros sonidos que son dañinos para ellos.
El segundo movimiento conmemora a la tingua azul. Para emular el canto de esta ave fue necesario la utilización de la caña de oboe, junto a instrumentos como el oboe y el fagot, protagonistas clarísimos para representar su vocalización.
“La tingua azul es un ave que emite un sonido muy particular, el cual se representa por medio de la caña de oboe. A pesar que esta no es común emplearla para interpretar música sinfónica, decidí utilizarla para evocar las vocalizaciones de esta ave.”, explicó Juan Aparicio.
La conocida científicamente como la Porphyrio martinica es un ave migratoria. De acuerdo con la Secretaría de Ambiente de Bogotá (SDA), la tingua azul visita la capital entre los meses de octubre y abril proveniente de los llanos orientales, en busca de mejores temperaturas en humedales y parques de la capital.
Sin embargo, esta migración anual se pone en riesgo debido a un gran problema: la contaminación lumínica. Este fenómeno suele desorientar a ciertas aves migratorias, siendo posible que las tinguas azules colisionen con edificaciones; otros riesgos se encuentran en la destrucción de su hábitat y ataques por animales domésticos y ferales, explicó la SDA.
El tercer movimiento se centra en el ave toche. Usando el bambuco, uno de los ritmos musicales más representativos de la región andina colombiana, Juan buscó dar visibilidad a uno de los mayores riesgos para los pájaros del país: el tráfico ilegal de aves. Mediante instrumentos de viento como clarinete requinto, la flauta piccolo y la flauta dulce, la composición buscó representar un grupo de aves encerradas y en peligro debido a esta actividad.
Una de las grandes riquezas del país es la enorme diversidad de aves. Según la revista científica Conservación Colombiana de la Fundación ProAves, hay más de 1.900 registradas oficialmente, siendo el actual récord mundial y por encima de países de la región como Perú, Brasil y Ecuador.
Solo en la Cuenca Hidrográfica del río Bogotá -que tiene una extensión de 380 kilómetros y va desde Páramo de Guacheneque hasta su desembocadura del río Magdalena en Girardot, Cundinamarca-, hay 322 especies de aves, de acuerdo al Plan de Ordenación y Manejo de la Cuenca Hidrográfica del río Bogotá (POMCA) de 2019.
Un tesoro ambiental puesto en riesgo por esta actividad delictiva. “El comercio ilegal de vida silvestre mueve, anualmente, entre 20.000 y 40.000 millones de euros a nivel global. Este es uno de los negocios más rentables del planeta y gran parte de ese tráfico de fauna va de nuestros países”, aseguró Carlos Eduardo Correa, ministro de Ambiente, el pasado 5 de abril en la apertura de la II Conferencia de Alto Nivel de las Américas sobre el Comercio Ilegal de Vida Silvestre en Cartagena.
El cuarto y último movimiento es sobre el colibrí rutilante. Un ave que se encuentra en grandes extensiones de la Cuenca Hidrográfica del río Bogotá y diversas zonas del país que, sin embargo, ve cada día más reducido su ecosistema a consecuencia de la actividad humana: los incendios forestales.
Según datos del Ministerio de Ambiente, del 15 de diciembre de 2020 al 22 de febrero de 2021 hubo en Colombia 1886 incendios forestales. Y entre el 15 de diciembre de 2021 y el 22 de febrero de 2022, se presentaron 1672 incendios. Si bien es una reducción del 11 % en estas catástrofes, estas siguen presentes y dejan enormes consecuencias ambientales.
Con estos cuatro movimientos, Juan Beltrán espera concientizar a todos los habitantes de Bogotá y Cundinamarca sobre la riqueza ambiental que hay en la región, pero también los riesgos que no solo el copetón, la tingua azul, el toche y el colibrí rutilante, sino todas las especies de aves andinas y del país.
Camilo Linares, docente de la UPN, resalta la importancia del arte como forma de educación ambiental: “Esta es una oportunidad en que una obra musical hace una denuncia pública de lo que pasa a las aves de la zona andina. Busca hacer conciencia, llamar la atención y a reflexionar sobre comportamientos en pro de la conservación de nuestras aves”.
A futuro, Juan espera que Avedina sea una propuesta que crezca y expanda sus horizontes. Uno de sus planes es complementar su composición con una animación, la cual muestre de manera más directa los peligros en los que se encuentran los pájaros andinos.
“En mi carrera como director y compositor, me gustaría continuar este tipo de propuesta interdisciplinaria”, explicó el compositor, que sabe que solo ha compuesto sobre cuatro aves de las más de 1.900 que hay en Colombia, existiendo aún muchas por componer, proteger y su canto imitar a través de instrumentos.
Si desea escuchar la suite Avedina, puede hacerlo en el siguiente enlace: https://bit.ly/3MA9myf.
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