Empresas Municipales de Cali, Emcali siempre ha estado en la mira de todo el mundo porque es la gallina de los huevos de oro. Sigue siéndolo a pesar de haber pasado por un largo proceso de intervención que contribuyó a equilibrar sus finanzas y recobrar su viabilidad empresarial.
Las oportunidades de negocio que la empresa ofrece no son nada despreciables, porque sigue siendo la joya de la corona del municipio. Emcali está manejando este año un presupuesto de casi 4 billones de pesos, con un rubro de inversión superior a $600.000 millones y un tren burocrático y operativo de $2,9 billones, tan amplio que ya lo quisiera para sí cualquier político.
También es un botín apetitoso para los empresarios contratistas que se lucran de los servicios e inversiones que realiza Emcali, y los mismos sindicatos que se han empoderado dentro de la empresa y parecen tener cuotas burocráticas, contractuales y de otro tipo, en una especie de acuerdo de gobernabilidad con las directivas de la compañía.
Emcali sigue ejerciendo el monopolio en el manejo de servicios como el acueducto y alcantarillado, los cuales son tan rentables que terminaron convirtiéndose en el sustento de las otras áreas como energía y telecomunicaciones. Antes la relación era al contrario: telecomunicaciones era el fuerte y sostenía los otros componentes. Pero la dura competencia privada y el avance acelerado de la tecnología la rezagaron y están marchitando este negocio en Emcali.
La unidad de energía es solo un comercializador o intermediario entre la energía que producen los generadores y la que consumen los usuarios caleños, lo que no da mayores márgenes de rentabilidad porque los costos del producto comprado en bolsa o en un mercado dominado por los productores, no da sino pérdidas al aplicar subsidios por estratos.
Pero, con todo eso, el tren operativo y de funcionamiento para prestar el servicio es apetitoso en energía, telecomunicaciones, acueducto y alcantarillado.
A todo ello se suman los nuevos negocios que pretende hacer la compañía después de lograr en el Concejo de Cali la ampliación de su objeto social. De esta manera puede contratarlo casi todo, hasta pavimentación de vías, así no lo sepa hacer. Pero subcontrata y se gana su tajada.
Ahora mismo, la compañía está enredada en el negocio de la granja solar de Mulaló, una alianza público-privada en la que Emcali aporta el 40 % de la inversión ($90.500 millones) y el socio privado el 60 %, lo que implica que es este agente privado quien finalmente toma las decisiones del negocio, ya apalancado sustancialmente por Emcali. El contrato no se ha firmado porque aún hay mucho que aclarar y la misma Contraloría General de la República tiene sus ojos puestos en el proceso.
Lo cierto es que este negocio ha puesto de presente nuevamente la ya vieja disputa entre políticos y sindicalistas por el manejo de Emcali. El tire y afloje entre el senador Alexánder López -quien fuera presidente del Sindicato de Trabajadores de Emcali hace más de 20 años-, acompañado por actuales directivos de la entidad como John Alexánder Trejos, de una parte, y de otra, la dirección de la empresa en cabeza de su gerente Juan Diego Flórez y su jefe, el alcalde Jorge Iván Ospina, evidencian la lucha de poder que hay detrás de Emcali.
El senador López se le atraviesa al negocio denunciando un “robo” de la empresa para descalificar su administración y, de esta manera, posicionarse políticamente en ella con sus aliados. Seguramente con el propósito de recuperar manejo y espacio político, con el prurito de que defiende los dineros públicos de los caleños.
Por su parte, la gerencia de Emcali hace el negocio sin mayor publicidad y transparencia, invita a unos proponentes el último día del año 2021 y va ajustando los pliegos hasta en nueve ocasiones, posiblemente para dar oportunidad de que el vestido le quede bueno al oferente elegido. Así conseguiría certificar experiencias que no tiene en el área que va a servir, conseguir documentos que le faltan, acomodarse a todo lo que se necesita para ser elegido.
Tanto unos como otros actúan sinuosamente, y no defienden el interés general como dicen, sino su interés particular, político y económico.
Emcali da papaya con el negocio y López la aprovecha para posicionar su liderazgo en la empresa. Descalifica la alcaldía de Ospina (que se desacredita sola), y lo hace pensando a lo mejor en una próxima alcaldía suya y en el jugoso botín de Emcali.
Lo que no sabemos con claridad es quién más está detrás de este botín. Porque lo que se ha dicho es que hay firmas y personajes sombríos que mueven los hilos de los negocios de Emcali para su propio beneficio. Claro, la gerencia nos cuenta que inversiones como esta de la granja solar de Mulaló están contempladas en el plan de desarrollo de la compañía, y así le buscan acomodo al negocio para darle visos de legitimidad. Y, con esa misma lógica, a lo mejor vendrán más negocios.
Lo extraño es que la junta directiva de la compañía donde hay representantes de la empresa privada y otros estamentos sociales, no digan nada. Ellos serían la esperanza de los usuarios para orientar a la empresa por mejor un camino. Pero no parecen hacerlo. Nos queda la ilusión de la Contraloría General de la República. Porque ordeñadera de una empresa como Emcali se sofisticó tanto, que le dan toda la legitimidad jurídica, técnica y financiera a los negociados que hacen. Ojalá no repitamos la intervención de hace 22 años y terminemos perdiendo la gallina de los huevos de oro.
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