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Ambiente en el paseo marítimo de Torre del Mar durante este pasado verano. /
La inflación desbocada, por encima del 10%, que viene registrando Málaga y España en general tiene contra las cuerdas a familias y empresas. El alza de los precios afecta especialmente a los pequeños y medianos emprendedores. En este difícil escenario, Declarando, la plataforma de asesoramiento fiscal 'on line' para autónomos, ha recogido en una guía una serie de consejos que pueden ayudar a este colectivo a reajustar el precio de sus productos y servicios con el objetivo de minimizar su efecto en el margen de beneficio de sus negocios. De hecho, se estima que las pérdidas, de media, rondarán el 7% a finales de año si continúa la tendencia alcista de los precios.
Juanjo Traver, CRO de Declarando, asegura que el precio «es la variable más impactante en un negocio, ya que un aumento de tan sólo un 1% repercute en un 11% más de beneficios, muy por encima del ajuste de gastos fijos, que mejora sólo un 2,3% el beneficio». Por eso, ante una situación como la actual, parece claro que los autónomos deberían intentar ajustar sus precios para poder hacer frente a la inflación. Ahora bien, ¿qué pueden hacer? A continuación, Traver da siete consejos.
En primer lugar, es fundamental que el autónomo haga un análisis exhaustivo de cómo impacta la inflación en su negocio. De esta forma, será más sencillo tomar las decisiones adecuadas. Por ejemplo, quizás la inflación sea del 10% pero para un informático que trabaja siempre en casa suponga el 5%, y para un comercial, que debe moverse en coche, del 25%. En segundo lugar, rediseñar la estrategia de fijación de precios.
El aumento de los costes y de los precios en general debería llevar a los autónomos, de manera natural, a considerar un aumento del precio de los productos o servicios ofrecidos. Sin embargo, aquellos con una oferta muy poco diferenciada, o que está muy condicionada por los costes, se encontrarán con el problema de que el cliente estará poco dispuesto a asumir un aumento del precio. Por este motivo, es importante plantearse un cambio en la estrategia de fijación de precios.
El concepto de valor percibido tiene que ver con dotar a los productos de una serie de características que vayan más allá de las intrínsecas. Se trata, por tanto, de una estrategia de fijación de precios que se aleja de hacerlo por costes. Hay que tener en cuenta que el precio representa tan sólo el 50% de los factores que empujan al comprador a tomar la decisión, y que son las emociones y sentimientos los factores que marcan la diferencia. Una manera de poder aumentar el precio de un producto o servicio sería ofrecerle al cliente un valor extra que no tenga un coste excesivo.
Siempre es importante huir de las soluciones únicas pero, en tiempos de incertidumbre, ésta es una estrategia que cobra especial valor. Para conseguirlo, lo más recomendable es dividir los clientes y ser capaces de asignar a cada segmento un precio concreto en función de sus necesidades y de lo que demandan. De hecho, la utilidad de este factor radica también en ofrecer a cada segmento una configuración de producto a medida o, incluso, un modelo concreto.
Para ser atractivos y conseguir transmitir confianza a los clientes, es básico saber contarles los precios de manera adecuada. En este sentido, es importante conocer que la relación entre el valor entregado y el precio no es lineal. Algunas estrategias para hacer esto pasan por utilizar anclas comparativas o por evitar la incertidumbre, haciendo que las ofertas sean fáciles de entender y de predecir. En esta misma línea, se encuentran estrategias basadas en los conceptos de 'Good – Better – Best', donde la opción central sea siempre la más beneficiosa, y que según diferentes estudios resulta elegida por más del 70% de la gente.
A la hora de concretar el precio de un producto es importante proyectar el margen fiscal, calculando el porcentaje de beneficios que habrá que pagar a Hacienda al hacer la declaración de la Renta. Además, en una situación de inflación, es importante atender a las previsiones, que pueden servir para proyectar diferentes escenarios, lo que ayudará a marcarse una horquilla de precios.
Por último, llevar una buena gestión financiera es fundamental siempre, y más, si cabe, en estos tiempos que corren. Para ello, es importante contar con las herramientas necesarias para analizar la situación del negocio y valorar dónde poner los recursos, considerando tanto el riesgo como la rentabilidad. «Si tienes un negocio cuya rentabilidad a duras penas es superior a la inflación, quizás, en vez de invertir en el negocio contratando personal o ampliando instalaciones, sea más rentable invertir en otros productos financieros o en otros negocios», concluye Juanjo Traver.
