¿Puede un pequeño ahorrador invertir en capital riesgo? – EL PAÍS

El capital riesgo exhibe músculo. Según los últimos datos de la Asociación Española de Capital, Crecimiento e Inversión (ASCRI) —agrupa a las entidades de venture capital y private equity en España, así como a sus inversores, incluyendo aseguradoras y fondos de pensiones—, en 2021 fueron cerca de 7.500 millones de euros, en torno a un 20% más que el año anterior, los que se invirtieron en nuestro país en un total de 841 operaciones. De este importe, al venture capital —la inversión en empresas que se encuentran en fase inicial o de desarrollo temprana y que normalmente se concentra en tecnológicas o con un fuerte componente innovador— llegaron 1.942 millones de euros en 691 operaciones, un récord histórico. Y es que la pandemia de la covid-19 no ha frenado el interés del dinero privado por encontrar activos alternativos: sociedades no cotizadas, infraestructuras; sectores inmobiliario, de salud o educación; crédito a empresas, nuevas tecnológicas y/o compañías con mayor conciencia social cuyas expectativas de rentabilidad son superiores a la renta fija, afectada por unos tipos de interés en mínimos.
Los ecos de los éxitos del capital riesgo en forma de rendimientos atractivos no solo atraen al dinero de los grandes inversores, sino que han empezado a llegar a un público más amplio. El sector ha comenzado su “democratización”. Si en la actualidad los niveles mínimos de suscripción en fondos de capital riesgo son de 100.000 euros, este puede quedar establecido en 10.000 euros si finalmente sale adelante en el Congreso el proyecto de ley aprobado en Consejo de Ministros a finales de noviembre de 2021 (Ley Crea y Crece).
En este contexto de inyección de dinero —en el sector se habla de más de 750.000 millones de dólares disponibles para invertir en el mundo, lo que se conoce como “pólvora seca”— y popularización de la inversión en activos fuera de los canales tradicionales conviene, señalan los expertos consultados, ser prudente. Todos ellos defienden que estas inversiones tienen sentido y contribuyen al desarrollo del tejido industrial del país. Sin embargo, también son conscientes de que no son “para todos”: por su iliquidez, sus comisiones, el riesgo que incorporan y que no siempre se alcanzan las tasas de rentabilidad estimada. “Más ahora que se están produciendo algunas operaciones en las que se pagan precios muy elevados al haber mucho dinero presionando para encontrar destino, lo que dificulta la obtención de adecuados retornos finales”, añaden estas fuentes.
Miguel Zurita, socio de AltamarCAM Partners, hace hincapié en que no hay que confundir capital privado con capital riesgo. En su opinión, no es más que una mala traducción de venture capital, es decir, fondos que se canalizan normalmente hacia start-ups. El capital privado es un concepto más amplio, ya que se dirige a empresas no cotizadas con una posición activa en su desarrollo empresarial o financiero, a proyectos de infraestructuras o inmobiliarios, de deuda… “Es un proceso de selección difícil en un mundo cada vez más sofisticado que requiere de un horizonte temporal largo”, asegura mientras explica que el ciclo normal de una inversión dura en torno a los 10 años.
Durante los primeros cuatro o cinco años de un fondo de capital privado se invierte en periodos distintos (capital call o llamadas de dinero) según se van presentando las oportunidades. Al cabo de ese tiempo, se comienza a deshacer las posiciones tomadas y a devolver el dinero, con sus correspondientes rendimientos. “Es cierto que a lo largo de los últimos años las rentabilidades han sido de media superiores, por encima del 10%, a las ofrecidas por las Bolsas”. No son, reconoce Zurita, inversiones fácilmente liquidables, por lo que aconseja a los inversores destinar únicamente un dinero que no se precisará en el largo plazo e incluso una cierta diversificación en este terreno.
Arcano Partners ha participado desde el inicio de su actividad en operaciones por valor de más de 7.600 millones de euros. Ricardo Miró-Quesada, su socio responsable de private equity, explica que cada vez más el capital privado español empieza a dirigirse hacia este tipo de inversiones alternativas, “rompiendo poco a poco su tradicional forma de gestionar sus carteras concentradas básicamente en renta variable, fija y sector inmobiliario”. Este experto reconoce también que este cambio de actitud se ha visto favorecido por la existencia de tipos de interés reales negativos que dificultan la toma de posiciones en renta fija, a los que, en su opinión, se han sumado los altos niveles de precios de la renta variable y la cada vez menor afluencia a los mercados de valores de empresas nuevas de sectores punteros como son la salud, la educación, la sostenibilidad o la tecnología. “Con todo, hay que tener cuidado”, señala. El inversor debe entender, recuerda, que acepta inversiones de riesgo, que en general podrá suscribir a través de fondos de capital riesgo directo o de fondos de fondos, sobre los que habrá que pagar comisiones que además pueden tardar en arrojar rendimientos, por lo que debería no exponer más de un 10% de su cartera en ellos.
“No es la primera vez que, cuando un tipo de producto financiero se democratiza, la historia acaba en llanto”, dice Rafael Juan y Seva, socio director comercial de Wealth Solutions. No se trata en absoluto, explica, de rechazar este tipo de inversiones, a las que teóricamente se llega para obtener una prima de rentabilidad que compense el riesgo asumido, pero sí de ser consciente de dónde se invierte. Juan y Seva tiene claro que para entrar en este sector hay que establecer un programa de inversiones a largo plazo, por capas, diversificando de menos a más riesgo. El primer paso para entrar en este tipo de inversiones alternativas sería recurrir a los fondos de fondos multiestrategia, explica. Los dos problemas a los que puede enfrentarse un inversor es que, por un lado, esas inversiones, efectivamente menos volátiles que los mercados de valores, tardarán en rentabilizarse. Por otro, que tendrá que estar dispuesto a asumir comisiones de suscripción (entre el 0,5% y el 1%), comisiones de gestión (variables según patrimonio invertido, pero que pueden llegar al 2,5% sobre capital comprometido) y comisiones de éxito. Esta última consiste habitualmente en que si la inversión supera el 8% de rentabilidad, el gestor se llevará sobre el exceso en torno a un 20% adicional del mismo.
O suscríbete para leer sin límites
Suscríbete y lee sin límites

source