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De las 512 fintech contabilizadas en México a finales de 2021, más de la mitad se concentraban en solo tres actividades.
Cerrar el foco y desarrollar un buen producto diferenciado de nicho es el reto interno más importante para las fintech mexicanas.
“Hay una oportunidad gigantesca para revolucionar la banca […].Así que la principal barrera es una cuestión de foco. Hay muchas ideas que atender, pero aunque sepas de tecnología y puedas moverte rápidamente, también hay mucho que puede salir mal” asegura Bernardo Prum, director general de Creze, una plataforma para el financiamiento de Pequeñas y Medianas Empresas (PyMEs).
Incluso si las startups tuvieran una infinita cantidad de dinero para tratar de abarcar todas las opciones de servicio y producto en el ecosistema fintech, afirma el directivo, “saber qué quiere el cliente e iterar el producto toma tiempo y enfoque. Y la verdad es que los recursos son limitados”.
Esta falta de foco no solo se expresa en que las nuevas fintech mexicanas tengan problemas para limitarse a un nicho específico. También hay una “concentración de esfuerzos en un mismo sector” señala Francisco Illescas, marketing manager de Play Business, una plataforma de inversión y fondeo colectivo.
Explica que no es poco común que una nueva startup de tecnología financiera “concentre todos sus esfuerzos en un sector [que está generando mucho interés entre el público]. Pero los otros 30 que están detrás están haciendo lo mismo”. Y en este panorama, tal vez sería mucho más conveniente que la compañía considerara mejor diseñar otro tipo de soluciones, “tal vez con un retorno a mayor largo plazo”, para su negocio.
Las estadísticas parecen confirmar esta tendencia. De acuerdo con Finnovista, de las 512 empresas fintech que se contabilizaban en México a finales del año pasado, más de la mitad se concentraban en solo tres actividades: Préstamos, pagos y remesas, y tecnologías para otras instituciones financieras.
No es un problema único de México. Para 2022 se espera que el segmento fintech que más transacciones realice en todo el mundo sea precisamente el de pagos digitales, de acuerdo con cifras de Statista. Una posición que ha mantenido desde hace años, abarcando tanto la mayor parte del valor total de las transacciones como la fracción más amplia del total de las compañías.
Las condiciones actuales del mercado fintech tampoco han hecho más fácil que las fintech mexicanas se interesen en nichos poco atendidos. En los primeros nueve meses del 2021, el capital inyectado a startups de tecnología financiera sumó 94 mil 700 millones de dólares (MD), de acuerdo con el reporte State of Fintech para el tercer trimestre del año pasado de CBInsights. De este dinero, el 46.25% se fue a solo dos segmentos: Pagos y Banca. A eso se debe sumar que en América Latina la distribución del capital de riesgo parece ser todavía más desigual que en el resto del mundo.
Y si bien el acceso a financiamiento es técnicamente un factor externo, tiene una influencia real en la forma que las fintech mexicanas mantienen el foco. “La tirada de los venture capital no es tener cinco negocios estables, sino tener un Uber […]. Si tomas ese camino [como fintech], sí puedes tener acceso a mucho dinero y podrás extender tus operaciones y disponer de recursos, lo más importante para ser exitoso. Pero te obliga a crecer rápidamente. Y a veces crecer a esa rapidez te lleva a crear negocios que no sean sostenibles”.
Tampoco es un problema que necesariamente desaparezca con el paso del tiempo y la madurez del negocio. “El mundo cambia muy rápido. Donde estés en fintech, debes entender muy bien qué quiere el cliente. Y también debes poder migrar lo suficientemente rápido para dar una propuesta de valor a los clientes” señala Leticia Robles, directora de desarrollo de negocios, relaciones institucionales, sustentabilidad e impacto de la plataforma de financiamiento empresarial Konfío.
Para el caso específico de las empresas mejor establecidas, reafirma la directiva, “es fácil, cuando alguien tiene éxito, caer en la ‘success trap’: Pensar que lo que te hizo exitoso se va a mantener así siempre […]. Hay que estar siempre abiertos a cambiar, a probar, a anticiparnos y a pensar que no lo sabemos todo”.
Al mismo tiempo, hay evidencias de que la solución al reto de tener un foco concreto y un producto diferenciado llegará naturalmente al ecosistema fintech mexicano. Un estudio realizado por Mercado Pago y Finnovista en septiembre pasado defiende que el mercado de tecnología financiera de los Estados Unidos vivió un proceso de “atomización” de la industria a medida que el número de agentes compitiendo alcanzaba una masa crítica. Y el mismo reporte sugiere que ya se puede ver un proceso similar en América Latina (incluyendo México) con el surgimiento de los ecosistemas Insurtech, Lendingtech, Paytech y Wealthtech.
Otros desafíos internos, sin embargo, podrían ser un poco más complejos de resolver por sus raíces estructurales, aún cuando no representan una amenaza existencial tan grande para las fintech frente a no tener un foco claro y un producto diferenciado.
Mayores costos, regulación y talento en las fintech
Iniciar una startup de tecnología financiera representa un desafío inmediato frente a comenzar cualquier otro tipo de negocio, defiende Francisco Illescas. “Las fintech, si quieren empezar a ofrecer servicios, desde un principio deben estar ya muy alineadas a la regulación. Entonces los niveles de costos y de complejidad operativa se disparan desde el inicio. Eso hace más cerrado el número de personas que pueden desarrollar estas empresas y más complicado que puedan mantenerlas operando antes que puedan volverse rentables”, dice el directivo de Play Business.
Un buen ejemplo es la integración con APIs. Este concepto hace referencia a herramientas, funciones y procesos que pueden ser usados por varias compañías y que permite un alto grado de cooperación e intercambio de información entre agentes tecnológicos. Para el caso de las fintech, permite a jugadores de nicho ofrecer soluciones específicas a sus clientes sin tener que desarrollar personalmente la infraestructura necesaria para llevar a cabo algunas tareas complementarias. Por ejemplo, una plataforma de crédito podría usar una o varias APIs para entender qué tan riesgoso es otorgar un préstamo a ciertos clientes y así calcular los intereses a cobrar, sin tener que investigarlos directamente.
“Haciendo una analogía, yo puedo traer una API que, como un cable, enchufe bien con mi máquina […]. Ahí el reto es que se maximice el uso de ese cable”, apunta Marcelo de Fuentes, CEO de la plataforma de financiamiento colectivo Fundary. Maximizar este esquema presenta a las fintech con un dilema en términos regulatorios.
“Si yo diseño mi sistema para funcionar con la ayuda de muchas conexiones externas que me potencian y me alimentan, requiero cierto nivel de flexibilidad. Y el regulador a veces hace difícil mantener esa flexibilidad […]. Algunos cables no los puedo conectar porque me mete en un problema estrictamente jurídico”, apunta.
Esta frustración no es un problema nuevo, ni es único de las fintech de México. Una encuesta a compañías de tecnología financiera de todo el mundo, realizada por PwC en 2017, señalaba que entre 30% y 54% de las empresas consideraba que la regulación constituía una barrera a la innovación de sus negocios, dependiendo del segmento al que se dedicaban.
Y no es solo competitividad o flexibilidad lo que se pierde. Muchas veces, este seguimiento regulatorio también exige una inversión significativamente mayor, como sucede en el caso de la ciberseguridad. Marcelo de Fuentes apunta que la ciberseguridad “no solo es compleja, sino que es costosa y es un trabajo que no para nunca”.
La cosa es que, si bien el tema de ciberseguridad es un reto común a todas las empresas de México, para las fintech “el reto es un poco más grande porque tenemos una autoridad que nos exige niveles mínimos de ciberseguridad […], porque manejamos lana. En el momento que manejamos dinero, aunque no tengamos las cuentas, aunque no captemos los fondos, sí somos los switches transaccionales […]. Es cuestión de solo un segundo para que los agentes maliciosos puedan entrar y hacer muchas cosas en tu plataforma”.
El otro gran desafío es la cuestión del talento. “Siempre va a ser un tema tener el talento necesario para crecer a la velocidad adecuada”, apunta Leticia Robles, agregando que para las fintech (y para otros emprendimientos tecnológicos) es aún más complicado porque “hemos crecido muy rápido, y la oferta de talento no ha crecido al mismo nivel. Hay un gap […] y no es un problema solo de México, sino que se presenta a nivel mundial”.
En última instancia, esta falta de talento también se traduce en mayores costos para las compañías fintech. “Lo que hemos hecho es apostar por gente joven, aunque no esté capacitada ni tenga experiencia, pero que sí tenga ganas de aprender y mejorar. Y después les damos tres meses de puro aprendizaje […]. Sí hay casos de gente en la que hemos invertido y que al año se van a otro lugar, ahora que sí son buenos […]. Pero vale la pena. Como yo lo veo, no hay alternativa”, asegura Bernardo Prum.

 

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