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Verónica Oliva, fundadora de RedAlmacén. Foto: Pablo Sanhueza.
Desde hoy, la almacenera Verónica Oliva, fundadora de RedAlmacén -que capacita a comerciantes para que incorporen la tecnología en sus negocios-, compartirá experiencias y responderá preguntas sobre emprendimiento. Esta vez, cuenta por qué es indispensable subirse al carro de la digitalización.
Soy Verónica Oliva Rodríquez, tengo 39 años y fui mamá por primera vez a los 19. Ese dato merece estar bien arriba en esta historia, porque la necesidad de criar a mi hijo y generar recursos para vivir fue una de las principales razones que me llevaron a hacer lo que hago hoy: ayudar a cientos de dueñas y dueños de almacenes, a lo largo de todo Chile, a incorporar la tecnología en el día a día de sus negocios.
Cuando hablo de tecnología, por cierto, no me refiero a poner un computador en la caja para mirar el precio de un producto, aunque así mismo partí cuando a los 20 abrí mi primer almacén, El Vichito, en la casa de mi mamá en Peñalolén. En un viejo computador mi marido, Víctor Hugo Reyes, quien había estudiado Programación en el liceo, diseñó un software para que todos los que atendían pudieran saber, “pistoleando” el código de barras de un producto con un lector láser, cuánto costaba un kilo de arroz o una salsa de tomates sin tener que preguntarme siempre a mí, que estaba 24/7 en el negocio.
Mi trabajo, ahora, es que cada uno de ustedes –sí, incluso usted, que se rehúsa a dejar de usar lápiz y papel para sacar cuentas– sepan que la tecnología da para mucho más que eso, y le pierdan el miedo a dar el salto hacia lo digital.
De seguro, para nadie de nosotros el tema es indiferente. Con la pandemia y las restricciones de movilidad durante el período más estricto del confinamiento, el auge del delivery, las ventas por e-commerce y el comienzo de la obligatoriedad de dar boletas electrónicas, forzaron a muchos negocios a subirse al carro de lo digital como clave para poder sobrevivir. De hecho, muchos comercios debieron cerrar porque sus dependientes, especialmente aquellos de más edad, no fueron capaces de adaptarse a esos cambios.
No crean que para mí fue distinto. Mi necesidad nació un poco antes, eso sí, en 2005. Luego de dos años atendiendo sola el almacén mientras criaba a mi hijo, sentí que se me estaba yendo la vida frente al mesón; tenía ganas de estudiar, de hacer otras cosas. Pero ¿cómo hacerlo si, más allá de mi cuaderno donde anotaba todo, no tenía ninguna sistematización de los datos administrativos y contables que me permitieran dejar el negocio en manos de otra persona?
Cuando Víctor Hugo desarrolló un software para el control de inventario, mi vida cambió para siempre; pude delegar parte de la atención del almacén y empezar a tomar cursos en la Municipalidad de Peñalolén; luego, llegamos a un programa desarrollado por alumnos y un profesor -Carlos Osorio- de la Universidad Adolfo Ibáñez. Fue él quien dio a conocer nuestra innovación en un reportaje; la historia llegó a oídos de una gran empresa, y bajo su alero comenzamos a realizar una serie de intervenciones en almacenes a lo largo de Chile.
Hoy puedo decir que la digitalización del negocio fue clave en nuestro crecimiento, porque cuando conoces bien tu rubro, cuando eres capaz de manejar todas las variables, aprovechas mejor las oportunidades: sabes en qué invertir el dinero y cómo gestionar el tiempo, por ejemplo.
La tecnología, sin duda, mejora la calidad de vida. Y nosotros queríamos compartir ese conocimiento con otras personas.
En 2015, gracias a un concurso organizado por Socialab, ganamos 40 mil dólares para iniciar un gran programa de digitalización de almacenes, que contemplaba llegar a 500 negocios en los siguientes años. Hoy, en total, hemos capacitado a casi mil almaceneros y almaceneras en todo Chile. Lo hacemos desde nuestra RedAlmacén, donde los asesoramos en todas las dimensiones que involucran el salto hacia lo digital; desde EmprendeLovers, que nació luego del estallido social y creció durante la pandemia, ya que aquí generamos instancias de aprendizaje a partir de lives y encuentros por Zoom, y hoy desde la Red de Almacenes, plataforma de inscripción gratuita que permite obtener beneficios, descuentos, capacitaciones y asesorías.
Ahora sumo a mi historia un nuevo desafío: compartir mis experiencias con ustedes, responder sus preguntas y acompañarlos. Mi meta es transmitirles que a partir de la digitalización podemos aprender que tener un negocio es mucho más que comprar y vender. Es entender cómo funciona y, quizá lo más importante, que se puede fallar en el camino.
A mí me pasó. Cuando le dimos el palo al gato con la firma de un contrato millonario con una gran empresa, nos vimos con una cantidad de dinero que jamás habíamos tenido. Decidimos invertir en más negocios, creyendo que íbamos a generar más ingresos, y dejamos de preocuparnos de nuestro emprendimiento principal, el que manejábamos bien, nos daba ganancias y además nos hacía muy felices. Creíamos que la plata iba a ser eterna, pero de tener todo pasamos a no tener nada. Estos grandes fracasos, con el tiempo, se convirtieron en nuestros más grandes aprendizajes.
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