Puerto Rico cuenta con un prometedor sector de cuentapropistas que amerita la atención diligente del gobierno, el auspicio de los consumidores y el apoyo de los componentes establecidos del sector privado.
De acuerdo con el Banco de Desarrollo Económico (BDE), en agosto pasado se estableció un récord de personas que trabajan por su cuenta sin haber creado una empresa. Se trata de al menos 194,231 personas que representan el 18% de la fuerza laboral. La cifra constituye un aumento de 3.9% en comparación con el mismo mes del año anterior.
Estos emprendedores son muestra de las mejores capacidades de nuestra gente y de alternativas de progreso que se suman a los esfuerzos para echar adelante a Puerto Rico con esfuerzo y dedicación. Han creado su propia fuente de ingresos y proveen a la sociedad nuevos ofrecimientos.
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Las causas que mueven a una persona a trabajar por su cuenta son tan diversas como los talentos que cada una tiene para ofrecer. Algunas buscaron abrir nuevas puertas al quedarse sin empleo. Lejos de asumirse derrotadas, respondieron a su vocación explorando actividades a las que fueron aficionados toda su vida sin saber que en ellas estaba el potencial de crear una manera de sostenerse.
Una parte surge de la llamada gran renuncia, la ola de dimisiones asociadas al periodo de confinamiento por la pandemia del COVID-19. En ese contexto, analistas apuntan a que miles de ciudadanos aprovecharon las ayudas económicas del gobierno relacionadas con la pandemia para emprender proyectos, algunos por necesidad y otros para probar sus destrezas en nuevos escenarios.
Lo cierto es que el concepto de seguridad laboral se ha ido transformando en los últimos años, marcadamente como consecuencia de la visión de vida nacida de las circunstancias pandémicas. Y esto puede representar nuevas oportunidades, tanto para individuos como para el empresarismo tradicional. El trabajo remoto al que obligó el primer periodo pandémico facilitó a muchas personas seguir trabajando mientras manejaba situaciones familiares, tales como el cuido de menores o de adultos mayores. En la modalidad presencial, estas situaciones podrían traducirse en ausentismo. Ahora estas personas pudieran seguir dando servicios a empresas establecidas mediante arreglos de contratación. Esto aporta a las operaciones en los centros de trabajo en beneficio de ambas partes.
Para otras personas, el autoempleo es una forma de buscar un balance entre el trabajo y el bienestar personal y familiar. El autoempleo requiere una serie de competencias para poder ser exitoso. Entre las cualidades más importantes se destacan la disciplina, el compromiso y la organización, así como la capacidad de trabajar con eficiencia bajo presión y sin supervisión. La inversión inicial proviene de ahorros, complementados con los cursos o equipos necesarios para el emprendimiento.
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Crear un negocio y trabajar por cuenta propia ofreciendo servicios técnicos o profesionales conllevan autoanálisis y planificación financiera, conocer el campo de interés, los requisitos para contar con los permisos y cumplir las obligaciones contributivas. La pasión y convicción para perseverar ante los altibajos es imprescindible.
Existen múltiples iniciativas en los sectores sin fines de lucro y privado, y del propio gobierno, para guiar a quien decide emprender. Son esenciales la orientación, la incubación, el acompañamiento, la mentoría, los préstamos y los fondos de capital semilla.
La modalidad empresarial cuentapropista aporta recursos invaluables a la actividad económica y, por ende, al fisco; sirve a la sociedad en general; y provee innovación inspiradora. Según los datos del BDE, la mayoría de los cuentapropistas, el 57%, se dedica a la industria de servicios. El 46% de ellos se ha concentrado en servicios personales como los negocios relacionados con el cuidado de la imagen y tratamientos corporales. Por otro lado, el 17% se dedica a actividades relacionadas con el comercio y 15% a la construcción.
Este resurgir emprendedor puede generar grandes transformaciones en la sociedad puertorriqueña, tales como reducir la dependencia del Estado. El gobierno tiene el deber de aprovechar este interés para facilitar el desarrollo de nuevos negocios y servicios en las áreas de mayor necesidad para Puerto Rico, así como para abrir vías de exportación de las ideas y los servicios innovadores de los noveles empresarios que aspiran a crecer.
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