Ni perdón ni olvido – La República

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Hace poco, un amigo publicó en Instagram una caricatura que me dejó bastante pensativo. El título decía así: “Abres un negocio y te olvidas de los impuestos, y tres doritos después…”, y luego aparece el famoso meme en el que se ve a un sujeto muy sonriente posando para tomarse una selfie al lado de una tumba, mientras que detrás de él se encuentra la familia del difunto muy apenada por su partida.
Este meme trata sobre alguien que celebra la muerte de una persona que no le agrada, o el fracaso de un negocio y la celebración de un competidor. En el caso de la caricatura que publicó mi amigo, el epitafio de la tumba llevaba la leyenda “Mi empresa” y el personaje que se estaba tomando la selfie se etiquetaba como “La Dian”.
¿Por qué me dejó pensativo esta caricatura? Porque ninguna de estas dos situaciones debería ocurrir: que un emprendedor olvide asumir sus obligaciones y que la Dian se ufane de las empresas que cierran “gracias a su gestión”, como si este fuera su objetivo. Por el contrario, el Gobierno saca pecho cada año cuando Confecámaras publica la cantidad de empresas que se crearon durante ese período y que en los últimos años la tendencia ha sido creciente.
Cuando una empresa se acaba, muere el sueño de un emprendedor, se pierden empleos, se deja de innovar y de crear valor, quedan deudas por pagar, y un sinnúmero de consecuencias negativas que poco a poco van afectando la sociedad. ¿Y la culpa es de quién? ¿De la Dian porque vino a cobrar los impuestos?
Todas las entidades públicas deben hacer cumplir la parte de la ley que les corresponde por mandato constitucional, ya sea en materia tributaria, jurídica, de orden público, etc. Otra cosa es que el emprendedor, por desconocimiento u olvido, no asuma sus responsabilidades oportunamente y después, en el momento menos esperado, se le aparezca la entidad de turno para hacérselas cumplir.
En mi vida como emprendedor he tenido muchos momentos complejos cuando se ha presentado alguna entidad pública para invitarme a cumplir algún apartado de la ley que yo desconocía. He recibido requerimientos de la Dian, de la autoridad ambiental, de funcionarios de la administración municipal, del Sena, de la Dirección Nacional de Estupefacientes y un largo etcétera al que ya me terminé acostumbrando. Es más, ya me extraño cuando pasan temporadas sin que me visiten.
Evidentemente, es imposible conocer al detalle todas las obligaciones que se asumen al crear empresa, no solo en Colombia sino en cualquier parte del mundo, y todos sabemos muy bien que el desconocimiento u olvido de la norma no nos exime de su cumplimiento.
Estas incómodas situaciones lo que demuestran es que los emprendedores todavía tenemos vacíos en la estructuración del plan de negocios y en la previsión del flujo de caja, y que hay factores adicionales que se derivan del ordenamiento jurídico y del cumplimiento de la ley que debemos considerar para ver si una idea de negocio es viable o no antes de lanzarnos a emprender, para que después no busquemos echarle la culpa al que no la tiene si el emprendimiento fracasa.
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