viernes, 11 de noviembre de 2022 – 3:40 a.m.
Por Marian Díaz
De vez en cuando, el ser humano necesita algo que le impulse a alcanzar nuevos rumbos. Al menos, así lo ve el barbero Carlos Graciani, para quien la pandemia del COVID-19 fue ese “empujoncito” que lo obligó tanto a él como a su esposa Denise del Valle a explorar el empresarismo.
“Queríamos emprender. Llevábamos años sintiendo que estábamos preparados para montar un negocio, pero no había surgido la oportunidad económica. Estábamos en un ‘comfort zone’, hasta que llegó la pandemia y lo cambió todo”, expresó el barbero con 27 años de experiencia. Antes del coronavirus, Graciani trabajaba en una barbería en Santurce y su esposa era estilista en un reconocido salón de belleza en Guaynabo.
“Pensábamos que el cierre de los negocios sería por par de días, pero cuando los días fueron pasando nos empezamos a preocupar”, recordó Del Valle. A los dos meses, los ahorros familiares se iban agotando y Graciani decidió dar servicio de barbería a domicilio.
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Al poco tiempo, su esposa hizo lo propio, y ambos trabajaron a domicilio durante un año y medio. Mientras, buscaron una casa con suficiente espacio para mudarse y establecer allí su salón de belleza.
“Yo tenía susto porque lo estábamos arriesgando todo. Carlos era más optimista y me decía que cuando el comercio arrancara otra vez, nosotros lo haríamos también”, sostuvo la estilista. La pareja solicitó todas las ayudas federales y estatales disponibles durante la pandemia, se orientó sobre cómo montar un negocio desde el hogar y obtuvo los permisos. La inversión rondó los $30,000.
Así nació La Casa del Estilista PR, en la calle Ensenada en Guaynabo, donde ambos atienden a la clientela por cita previa. Por ahora, ellos son los únicos empleados. Ofrecen todos los servicios de un salón de estilismo para damas y caballeros, como faciales para caballeros, tintes, peinado, Brazilian, etc., excepto manicura y pedicura. No obstante, estos dos últimos servicios se pueden pedir con anticipación.
Como parte del servicio ofrecen a la clientela café, jugos naturales, whiskey, cerveza o vino, libres de costo.
“La pandemia, como a muchos otros, nos benefició, nos sacó de la zona de confort. Si ese virus no hubiese llegado, yo hubiese seguido de empleada porque ganaba bien”, manifestó Del Valle. No obstante, agregó que, ya que le perdió el miedo a emprender, no volvería a ser empleada.
“Ahora me gano igual con menos clientes y estoy muy cómoda. El negocio es mío y tengo la libertad de cuidar a mi familia y atender a mi mamá”, agregó la estilista.
Por su parte, Graciani tampoco se arrepiente de haber comenzado en el empresarismo, y aseguró que ya planifica su próximo proyecto. “Me di la oportunidad de seguir creciendo profesionalmente. Ahora no dependo de un contrato de exclusividad y he hecho nuevos contactos”, concluyó el delegado de San Juan en el Colegio de Barberos y Estilistas de Puerto Rico.© Derechos Reservados 2022
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