Latinoamérica, realidad global y emprendedora – AméricaEconomía

“Hablar de América Latina es una generalización que no corresponde a la realidad”. Si la sagacidad de José Luis Borges hubiera sobrevivido al siglo XX, dudo que hubiera mantenido esta consigna, que dijo en 1983 y repitió a lo largo de su vida, sobre la realidad colectiva de las gentes de su continente. “El delicado tiempo nos modela”, escribió también el propio Borges en su poema “Historia de la Noche”. Y así es, hoy nuestra realidad es fugaz e indeterminada, por los innumerables factores que entran en juego. Desde el comercio internacional, pasando por una intensa transformación digital, hasta la manera en la que trabajamos y pasamos nuestro tiempo libre, nada es igual en este siglo XXI, sobre todo después de la disrupción que el virus COVID-19 ha supuesto para nuestra existencia.
El planeta, extenso y diverso, se ha hecho pequeño al sufrir al unísono los efectos de esta temida pandemia, y América Latina no ha escapado a sus efectos. En 2020, el PIB regional cayó un 6%, en un contexto que ya de partida no era del todo favorable: alto porcentaje de economía sumergida, deficiencias de los sistemas de protección social, altos niveles de desigualdad, e inestabilidad política en algunos países. Con estas condiciones, se antoja difícil frenar el fenómeno de fuga de cerebros que lleva experimentando el continente a lo largo de las últimas décadas (con destino a Norteamérica y Europa) erosionando uno de los pilares más importantes para el desarrollo de cualquier nación: su talento.
Sin embargo, la adversidad tiene el don de hacer de la necesidad virtud. Así, una América Latina plagada de mentes emprendedoras no ha esperado a la reactivación de la economía y la apertura de las fronteras, que, en plena pandemia, han tomado cartas en el asunto para crear negocios exitosos en sectores pioneros.
Es el caso de la empresa colombiana Tul, que Forbes ha definido como el Amazon de las ferreterías, y que está a punto de convertirse en un nuevo unicornio latinoamericano. Creado hace apenas dos años por antiguos alumnos de IE University, su éxito en Colombia la ha llevado a expandirse a otros mercados, llegando a países como Brasil, México y Ecuador, aprovechando la alta penetración de internet y el auge del e-commerce, para revolucionar de una manera sencilla pero ingeniosa una industria tradicional como es la de las ferreterías.
Tul no es un caso aislado. Un total de 18 startups latinas se convirtieron en 2021 en unicornios -empresas que superan los US$ 1.000 millones de valoración- que ya suman 43 en total, triplicándose en los últimos tres años, de las cuales la gran mayoría tienen como mercado principal el propio continente. No es de sorprender, pues este mercado es el caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de talento emprendedor. Con una población regional que duplica en tamaño a la de Estados Unidos y con un uso omnipresente de nuevas tecnologías, están consiguiendo transformar a la velocidad de la luz sectores profundamente tradicionales, haciéndoles más eficientes y rentables. Es el caso del agribusiness, pilar tradicional de la economía latinoamericana, en el que trabaja un segmento significativo de la población con un potencial de US$ 12.000 millones, un 40% más que en América del Norte.
En diciembre 2021 la Asociación Latinoamericana de Capital de Riesgo hacía hincapié en el hecho de que el año pasado se han invertido en la región US$ 15.000 millones en capital riesgo, una cifra que supera lo que se había invertido en los 10 años anteriores. Estamos ante un momento histórico para las startups latinas. Los fondos de venture capital no son los únicos actores conscientes de la transformación empresarial y digital, pues el sector público también quiere aprovechar este impulso para elevar el perfil de sus territorios, haciéndoles más atractivos para jóvenes talentos, empresas e inversores. El eje Rio de Janeiro-São Paulo-Porto Alegre, por ejemplo, se está convirtiendo en un ecosistema importante, con unas 4.000 startups operando en esas ciudades en 2021.
Por ello, y dado nuestro compromiso innovación, apostamos por Latinoamérica como plataforma global de emprendimiento, impulsando, junto con South Summit, el mayor evento de startups del año en Porto Alegre, en el mes de mayo. A lo largo de los últimos 10 años, en South Summit han participado más de 25.000 startups que han levantado US$ 8.200 millones gracias a su conferencia anual en España. El compromiso es proporcionar la red de contactos más valiosa para los emprendedores a nivel mundial, acelerar el crecimiento de las startups con mayor potencial, facilitar el contacto con inversores y contribuir al nacimiento de nuevos unicornios de impacto global.
Borges no pudo imaginar el cambio tan acelerado que nuestro mundo sufriría, donde la realidad global, no sólo la de su continente, se convertiría en esclava de la interconexión más drástica. Pero, como escribió en su poema «Y Uno Aprende,» Borges sí entendió la esencia eterna de la realidad humana, que hoy es tan relevante para todos, especialmente para nuestros emprendedores. «Uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores».
Las membresías han estado entre nosotros durante mucho tiempo. Basta recordar las suscripciones para recibir diariamente un periódico en nuestra casa y, al mismo tiempo, juntar colecciones exclusivas. También cuando nos hacíamos “socios” de un videoclub para poder arrendar películas y acceder a primicias o a descuentos en otros productos.
Con este modelo de suscripciones, no sólo accedemos al servicio contratado, sino que ahorramos dinero en envíos, podemos ver contenidos primero que otras personas, acceder a servicios de streaming, incluso es posible omitir publicidad o disfrutar de mayor calidad en la definición de la imagen sólo por mencionar algunas de las ventajas del modelo.
Quien ofrece la suscripción suele incrementar la fidelidad que tiene el cliente con la marca y/o servicio y las ocasiones de consumo. El suscriptor, por su parte, acepta adherirse porque percibe que hace un gran uso del servicio, y que a la vez se ahorrará la decisión de compra mientras obtiene más beneficios.
Según un estudio realizado por la consultora Gartner, en los últimos siete años la subscronomics -teoría económica de la innovación con los nuevos modelos de negocio de suscripción- ha crecido más de un 300% y se espera que el 75% de las organizaciones que venden directamente a los consumidores ofrezcan servicios de suscripción en 2023.
Este es un modelo que no ha parado de crecer y de evolucionar. En 2021, en promedio, los consumidores de América Latina agregaron un 50% de nuevas suscripciones desde el comienzo de la pandemia, lo que representa un aumento en la región de dos suscripciones a tres por persona[1]. Por supuesto que este crecimiento es relevante para las compañías que los ofrecen, pero más importante aún es ofrecerles experiencias diferenciadas que mantengan su atención y fidelidad en este tipo de modelos.
A diferencia de hace diez años, la subscronomics crece tomando presencia en nuevas y diferentes industrias como la tecnológica, alimentaria o la automoción. Mientras se crea en el imaginario colectivo la creencia de cuál es el tope de suscripciones que un usuario puede adherir, las compañías avanzan creando alianzas que potencian sus membresías; como súper apps que ofrecen envíos gratuitos junto con servicios de streaming.
Por lo anterior, es importante que, en sus modelos de suscripciones, las marcas se comprometan a entregar una experiencia lo suficientemente positiva para que la comunidad se mantenga; integrando continuamente mejoras en los servicios, consumo ilimitado y descuentos o contenidos preferentes que aporten a la experiencia del usuario haciéndole la invitación a relacionarse a un nivel mucho más profundo de participación.
La experiencia del cliente es sin duda uno de los pilares que el modelo de suscripciones debe tener en cuenta a la hora de planificar cada uno de sus movimientos, ofreciendo experiencias hiper-personalizadas que hagan sentir especial al usuario por formar parte de esta comunidad premium.
[1] C-Space Subscription Services in Latin America & Caribbean report, Mayo 2021.
La invasión de Rusia a Ucrania ha puesto en evidencia que las batallas hoy se desarrollan en tres frentes simultáneamente: en el territorio físico, en el financiero y el cibernético. Y que están relacionados.
Como parte de las medidas sancionadoras en esta guerra financiera, Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania e Italia excluyeron a varios bancos rusos de SWIFT, el sistema internacional de pagos. Con ello, se prohibió a los bancos rusos acceder a su sistema de mensajería. Pero con un “pero”: los bancos europeos y estadounidenses siguen compensando los pagos denominados en euros y dólares, como parte de las exenciones de las sanciones. De alguna forma hay que pagar por el petróleo ruso.
En el actual escenario, Rusia y sus bancos parecen estar observando más de cerca las criptodivisas como medio de intercambio internacional alternativo al dólar. Las grandes entre las criptos ya llevan tiempo mejorando los procesos de KYC (know your client) con medidas que eviten el blanqueo de capitales y financiamiento de terrorismo, y algunas ya implementan el “travel rule” de los fondos, por lo que podrían terminar sumándose al bloqueo de cuentas del gobierno ruso y sus bancos. Además, se estima que las actuales exchanges no tendrían la capacidad para el volumen de transacciones que estas instituciones realizan. Sin embargo, China sí tiene una infraestructura financiera capaz de ofrecer a Rusia una alternativa a SWIFT. Ese sería un camino que podría ver a la propia China probablemente sancionada también por la comunidad internacional, profundizando una fragmentación monetaria y de la globalización entre Oriente y Occidente, tal cual sucedió con el Imperio Romano. En ese escenario, cabe preguntarse cual sería el rol del yuan digital, el e-CNY, que ha estado siendo utilizado entre los participantes de los Juegos Olímpicos de Pekín.
Hasta el momento, plataformas de comercio de activos digitales como Coinbase no tienen intención de prohibir las transacciones de criptodivisas en Rusia, siendo así una forma en que los ciudadanos de ese país puedan tener acceso a su dinero. Mientras, en Ucrania las criptomonedas como Bitcoin comenzaron a tener un rol protagónico apenas comenzó la invasión. Hasta el momento se han realizado más de 102.000 donaciones de más de US$ 59 millones en bitcoins a Come Back Alive, una ONG ucraniana que presta apoyo a las fuerzas armadas de Ucrania. Otras criptos y activos digitales como los tokens no fungibles (NFT) no tardaron en aparecer, y el propio gobierno ha anunciado que venderá NFT para financiar la guerra contra Rusia. Lo que no se ha precisado es que tipo de activos se ofrecerán en este formato que podría incluir hasta los derechos de propiedad de bienes físicos donados globalmente.
Recordemos que el 18 de febrero de este año, el Parlamento de Ucrania aprobó una serie de enmiendas a su ley sobre activos virtuales, que entre otros aspectos le confería a la Comisión Nacional de Valores y Mercado de Valores atribuciones como ser el principal regulador de las criptomonedas. Todo ello, para crear un mercado regulado que cumpliera con los lineamientos financieros internacionales. Por otra parte, es importante recordar que si bien los NFT son activos digitales únicos y que las personas los asocian a objetos de colección no intercambiables, no siempre es así: los NFT podrían ser también instrumentos de pago o inversión. Inclusive pueden representar derechos sobre metales preciosos o moneda fiat. Así lo describe la GAFI en un documento publicado en octubre de 2021:
Como decía Albert Einstein, “la creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura”. Es por ello, que no me extrañaría que dada la situación de excepción en que se encuentra Ucrania pudiéramos ver activos financieros sofisticados en formato NFT que incluso estén disponibles en mundos Metaversos, más allá de la capacidad de control del Fondo Monetario Internacional y otras instituciones que resguardan el sistema financiero internacional. En una situación como ésta, lo que sí es crítico son las medidas de ciberseguridad en los distintos puntos de vulnerabilidad de la plataforma del marketplace (autenticación de usuarios, la base de datos que en algunos casos son on chain y en otros off chain, si es un nodo del Sistema de Archivos Interplanetarios (IPFS) que alberga el contenido del NFT, etc.) con diverso nivel de riesgo dependiendo de su diseño en cada punto crítico. Recordemos que en febrero recién pasado la plataforma OpenSea sufrió un ataque de phishing que provocó el robo a 17 usuarios de US$ 2millones en cripto por la venta indebida de estos tokens.
Y esto se relaciona con la otra dimensión de la guerra, la cibernética. El conflicto cibernético entre Rusia y Ucrania lleva décadas. En 2017 el malware apodado NotPetya se infiltró en un programa de contabilidad muy utilizado, destruyendo decenas de miles de ordenadores en lo que se estima fue un ataque del gobierno ruso, causando daños por más de US$ 10.000 millones, según Goldman Sachs, algo más del 10% del producto interior bruto de ese país. Hoy, tanto Ucrania como Rusia parecen haber acogido a hackers voluntarios expertos, creando canales en la aplicación de chat Telegram para dirigirlos a sitios web específicos. En particular, la guerra en Ucrania ha provocado una avalancha de ciberataques, por parte de aparentes “voluntarios”, como nunca antes se habían visto. Las batallas en línea han desdibujado las líneas entre los hackers respaldados por el Estado y los patrióticos, lo que dificulta a los gobiernos entender quién les está atacando y cómo tomar represalias.
Piratas informáticos voluntarios están convergiendo en el conflicto de Ucrania en forma decentralizada desde todo el mundo. Han dejado fuera de servicio los sitios web de los gobiernos ruso y ucraniano, y grafitearon mensajes contra la guerra. Inclusive lograron permear los niveles de ciberseguridad de medios de comunicación rusos y filtraron datos de operaciones de piratería informática rivales. Y se arremolinaron en salas de chat, esperando nuevas instrucciones y animándose unos a otros.
Las criptos hoy tienen un doble desafío ante los ataques cibernéticos, al ser parte de la estrategia de ambos países en guerra. Y en particular los criptoactivos, que están siendo fundamentales en el apoyo a Ucrania en su lucha por la libertad y la paz, requieren ser protegidos, o se transformarán en uno de los botines más atractivos para ciberdelicuentes. No obstante, confío que la gente que lucha por la paz y la libertad es demasiado grande para fracasar, ya sea como donante cripto, coleccionista de NFT o hacker blancos (“éticos o buenos”) de inspiración pacifista. Debemos apoyar estrategias que defiendan y promuevan el derecho de un país a su libertad. Así, como entre el año 2013 y 2014 el pueblo ucraniano se organizó utilizando redes sociales en un invierno en llamas para luchar por la libertad, en esta guerra la criptografía es su arma tecnológica en la batalla geopolítica que se da en el ámbito financiero. Eso les permitirá hacerse más fuertes en la batalla territorial. La diferencia es que hoy no están solos en esa lucha, pues todos tenemos la oportunidad de hacernos partícipes activamente en fortalecerlos.

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