Las prioridades de la agenda bilateral con Estados Unidos – El País Uruguay

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La agenda bilateral de Uruguay con Estados Unidos debe contar, entre sus prioridades, con un tratado sobre doble tributación, “de enorme beneficio para la concreción de negocios entre empresas de ambos países y la radicación de capitales en Uruguay”, sostuvo la economista uruguaya Amparo Mercader, socia de PwC en el área legal en Estados Unidos desde hace 11 años. Desde Washington, explicó que la relación entre ambos países desde la asunción de Biden está “en un momento muy especial”. La semana pasada, el canciller Bustillo realizó una visita oficial a la capital estadounidense, en lo que Mercader considera “una buena coyuntura” para avanzar en varios temas pendientes entre ambos países. Destacó especialmente los vinculados con los sectores de servicios, aprovechando el ámbito bilateral del TIFA. En cambio, consideró que “no es momento” para generar demasiadas expectativas con un TLC. A continuación, un resumen de la entrevista.
—¿Cómo define el estado actual de las relaciones entre Uruguay y Estados Unidos?

—Estamos en un momento especial de la relación bilateral con Estados Unidos; llevo muchos años viviendo en Washington y puedo asegurar que hay una afinidad que la hacen notar en cada oportunidad. No tengo ninguna duda que Uruguay en este momento está con una cercanía especial a este gobierno de Estados Unidos.

—¿Cuáles son las señales que nos deben hacer pensar en una mayor atención por parte del gobierno de Estados Unidos?

—Cada administración de Estados Unidos tiene su agenda. En este caso, para el gobierno de Biden el tema principal es la democracia. Y más aún ahora con la invasión en Ucrania. En diciembre pasado, en oportunidad del Summit for Democracy que encabezó el presidente Joe Biden, el presidente Luis Lacalle Pou estuvo entre los invitados a disertar. Hace relativamente poco tiempo, en una visita al sur que hizo el secretario de Estado Anthony Blinken —creo que a Ecuador— hizo hincapié en la relación hemisférica y la necesidad de fortalecer la Democracia, en momentos en que diferentes índices mostraban que los niveles de aceptación de la democracia en el mundo estaban cayendo.
El reciente viaje a Washington del canciller Bustillo, que incluyó una reunió con el secretario de Estado Anthony Blinken es un hecho relevante. En noviembre, estuvo en Uruguay la vicesecretaria de Estado Wendy Sherman y el tema central fue, de nuevo, la importancia de lo institucional y la Democracia. En ese sentido, Uruguay destaca a nivel global, y eso también lo notan afuera. En agosto del año pasado, se desarrolló en Montevideo la novena reunión del Consejo sobre Comercio e Inversiones del TIFA (Acuerdo Marco de Comercio e Inversiones) con la presencia del Representante de Comercio Adjunto de los Estados Unidos Daniel Watson. Hace un año visitó Uruguay Juan González, que es el principal asesor de Biden en temas de América Latina. Debemos añadir a todo esto la reciente carta del senador republicano Marco Rubio, pidiendo que su país desarrolle vínculos más estrechos con Uruguay. Hay un lugar relativamente importante de nuestro país en la agenda con EE.UU., sobre lo que trabaja muy bien el embajador Andrés Durán. Y en la última cumbre del G7 también estuvo presente el tema de los valores democráticos, un asunto central en el discurso de este gobierno de Estados Unidos, que reconoce en Uruguay a un socio natural al que le interesa acercarse.
—La cumbre de las Américas del mes de junio parece ser una gran oportunidad para EE.UU. de retomar el vínculo más estrecho con Latinoamérica…

—Es que, desde el punto de vista de Estados Unidos, ellos no hablan de un reacercamiento. En su visión del mundo, entienden que nunca se apartaron de América Latina. Lo que sí hay ahora es un énfasis prioritario en los valores, en cuestiones institucionales, sociales, también ambientales. En esa agenda, entienden que hay países de la región que es importante tener cerca.
No necesariamente son los temas comerciales, como sí ocurrió en otras épocas, lo que acerca a Estados Unidos y Latinoamérica. Es otra la agenda de este gobierno, pero, todo acercamiento brinda posibilidades de ampliar los temas que se incluyen en esas agendas.

—Ese “lugar en la agenda” que parece haberse ganado Uruguay con el gobierno de Estados Unidos, ¿también lo tiene con el sector privado de aquel país?

—En Uruguay hay una importante cantidad de empresas de Estados Unidos instaladas, con una inversión que lleva muchos años, eso también genera relaciones bilaterales. Uruguay suena mucho acá en temas tecnológicos, con empresas de alto crecimiento en materia de software y tecnología. Las empresas estadounidenses buscan en Uruguay estos servicios. Reconocen que hay talento humano en materia de servicios, buena infraestructura, compartimos el mismo huso horario, hay varios aspectos que nos hacen competitivos.
Estados Unidos es, por lejos, el principal destino de los servicios que se exportan en Uruguay. Sectores que agregan valor, que generan empleo de calidad, donde podemos destacarnos. Hay muchísimo espacio para seguir creciendo en todo tipo de servicios.

—¿Hay alguna dificultad de acceso que sean necesario levantar para mejorar el ingreso?

—Pensando en la agenda gubernamental, sin duda hay muchos, muchas cosas que se pueden hacer. La más importante, una de las cosas a las que deberíamos apostar es el tratado de doble tributación entre Uruguay y Estados Unidos. Es clave para lograr exportar mejor el vínculo que una empresa no pague sobre la misma renta en los dos países. Lograr conciliar el tratamiento fiscal es un aspecto clave en los negocios y con un tratado de doble tributación, todos estos temas quedan enormemente simplificados. Esto da garantías a la inversión, reduce el riesgo y también los costos.
Por ejemplo, en materia de retenciones; cuando se presta un servicio desde Uruguay puede estar sujeto a una retención que puede ser hasta del 30%. Asimismo, si se paga un dividendo desde una empresa en Uruguay, ese dividendo al no haber un tratado de doble tributación, está sujeto también a retenciones que se pueden o no acreditar. Son costos muy grandes que pueden evitarse. Hoy Estados Unidos tiene tratados de doble tributación con muchísimos países, es un mecanismo con 70 años de historia. Ahora mismo, el tratado con Chile está siendo considerado en el Congreso. Es un uno de los elementos más importantes que mira una empresa al momento de decidir dónde invertir y, a mí juicio, es un asunto que debería estar en primera línea en la agenda de Uruguay. Es un proceso complejo y que lleva una muchos años negociar, muchas veces trasciende de un gobierno a otro, pero hay que iniciarlo.
Hay otros temas que son muy importantes para avanzar, todo lo que tiene que ver con la transferencia de datos, la privacidad, la propiedad intelectual. Tener marcos regulatorios en estos temas también es un asunto clave a nivel bilateral para Uruguay.

—¿Qué cambios debería hacer Uruguay en su normativa para acceder a un tratado sobre doble tributación?

—Sin duda hay ajustes que se deben hacer. Pero Uruguay, a nivel fiscal, ha hecho en las últimas décadas muchísimos ajustes. Digamos que la legislación uruguaya ya está bastante en línea con la legislación americana. Uruguay ya hizo las reformas fiscales más importantes, los marcos internacionales están.

—La vigencia del TIFA, ¿Qué beneficios significativos le ha generado hasta el momento a Uruguay?

—Durante mucho tiempo se pensó en el TIFA como un paso previo a un tratado de libre comercio, pero en realidad el acuerdo marco para el comercio y la inversión es un objetivo en sí mismo.
Se trata de decir: “nos vamos a sentar a conversar sobre todos los temas relevantes a nuestra agenda bilateral y sean cuales sean, que vengan a futuro”. Entonces tenemos una puerta abierta para conversar uno a uno con Estados Unidos. En sí mismo ese mecanismo ya es algo fabuloso. Pero además de establecer un ámbito que, por su dinámica, va a acercar a los países, dentro del TIFA hay una cantidad de temas que se van discutiendo, como puede ser, por ejemplo, la propiedad intelectual.
En ese ámbito, en la 9.ª ronda de negociación que se llevó a cabo el año pasado, el embajador Durán introdujo el tema del tratado de doble tributación y por tanto pasó a ser parte de la agenda bilateral.
Hay una larga lista de temas sobre seguridad, temas digitales, de comercio, asuntos administrativos entre los dos países, que están incluidos en TIFA. Y por lo que trascendió aquí en Washington de la reunión entre Bustillo y Blinken, hay un compromiso de actualizar y modernizar el acuerdo…
—¿Qué significa “modernizar” el TIFA?

—Incluir disciplinas nuevas o hacer ajustes sobre sectores y áreas que se van modificando con el paso del tiempo. Hay un tema que Estados Unidos considera muy importante, el de la privacidad de la información. En Uruguay, hay varias empresas estadounidenses que evalúan instalar sus servidores, sus centros de datos en el país. Contar con marcos regulatorios específicos en esa materia es imprescindible. Hay nuevas formas de relacionamiento comercial que tienen un alto valor agregado y que son, digamos, el futuro del comercio. Las empresas que se mueven en ese ámbito quieren garantías para invertir.

—¿Qué otros aspectos regulatorios Uruguay debería ajustar para generar mejores condiciones de negocios con EE.UU.?

—Por ejemplo, en materia de trasmisión de datos, Uruguay tiene un acuerdo e intercambio de información dentro del Mercosur. Lograr algo similar con Estados Unidos sería muy importante. Cada vez hay mayores restricciones en el mundo, donde hay países que deciden que cierta información de usuarios que no sea enviadas a servidores en otros países. Puede ser un elemento determinante para una empresa, digamos, del sector financiero, que esté buscando dónde instalarse.
Hay estándares en materia de datos, de regulación bancaria, financiera, que son claves para atraer inversiones y a su vez para fomentar la innovación. Si queremos que nuestras empresas sean aliados de las multinacionales a la hora de dar servicios de punta, tenemos que vincularlos a partir de dichos estándares.
A veces no nos damos cuenta de todo el camino recorrido que tenemos, ser un polo tecnológico como pocos, y lo importante que es seguir avanzando en ese terreno.

—Mencionábamos antes la eventualidad de un TLC; ¿Es un tema que no está en la agenda de EE.UU. en la actualidad?

—Absolutamente; y no se trata de su relación con Uruguay. Tampoco con otros países. No se está hablando de eso. Hoy en Estados Unidos se está trabajando en acuerdos más específicos, ya sea de promoción o facilitación del comercio e inversiones. Esas son las cosas que se están trabajando más en la agenda comercial de Estados Unidos en este momento, y hay como una visión de que los TLC es una cosa más de principios de los de los 2000, que hoy por hoy no son prioritarios.
Si bien hay temas de gran importancia en materia laboral, sanitaria, ambiental, los TLC son acuerdos que miran específicamente los aranceles. Pero los servicios, la tecnología, la propiedad intelectual, todo esto de lo que estamos hablando no pasa por la aduana, vuela por encima. Ahí está puesto el mayor interés hoy día.

—¿Cómo se evalúa en Washington que Uruguay tenga ambiciosos proyectos con China?

—Desde la perspectiva de Estados Unidos, en materia de comercio de bienes no hay preocupación. Sí puede haber más atención en otros asuntos, como el sector tecnología, las cadenas de suministros, los cuellos de botella en la producción de chips. Ese es el tipo de preocupación que tiene Estados Unidos. Así como asuntos de ciberseguridad.
Otro aspecto de fuerte sensibilidad es el desarrollo de la tecnología 5G. Estados Unidos está muy atento a en qué plataforma tecnológica quiere estar cada país. Ese es un aspecto estratégico y cada país debe evaluar bien qué decisión toma. Les preocupa que un socio en temas tecnológicos adopte una tecnología sobre la que tienen reparos.

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