El rasgo de estos días define el desconcierto: escasean personas dadas a reconocer virtudes y valores a los demás. Menos a las instituciones. Más escasamente aún a creer los resultados e iniciativas que informan las organizaciones públicas.
En tanto algunos insisten en desfigurar los hechos con el objeto de “crear percepciones” y una realidad narrativa políticamente rentables, la evidencia científica afirmar que la República Dominicana avanza y consolida, incluso en su sistema de salud, lo cual incluye el significativo éxito de una de las iniciativas asumidas con determinación por la doctora Altagracia Guzmán Marcelino durante su última gestión en ese ministerio: fortalecer el rol y vigencia de la Dirección General de Epidemiología (Digepi).
Los resultados de ese esfuerzo, convicción y acción fueron heredados por los ministros que la sucedieron: los doctores Rafael Sánchez Cárdenas, Plutarco Arias y, actualmente, Daniel Enrique de Jesús Rivera Reyes. Todos comprometidos con su misión.
Es lamentable que Danilo Medina haya obstruido a grado tan severo — al intervenir casi todos los hospitales a la vez y reorientando los fondos institucionales a favor de los negocios de su familia, su gente y la mafia de la OISOE— los trabajos del Ministerio de Salud y, especialmente, la gestiones tan positivamente enfocadas de la Doctora Guzmán Marcelino y del doctor Rafael Sánchez Cárdenas.
El estado de situación de la sanidad nacional en agosto del 2020
Pese a tal enemigo, al momento de cambio de gobierno, el 16 de agosto del 2020, la República Dominicana dejaba una situación de salud caracterizada por la caída importante de los valores de los indicadores de salud sanitaria, a juzgar por los correspondientes a “las enfermedades y eventos bajo vigilancia especial”.
También una agenda comprometida con la Organización Panamericana de la Salud (OPS) con fecha de vencimiento al 2023. Poblado de médicos y trabajadores de la salud interesados en lograr calidad sanitaria para la gente, el objetivo prioritario era —obligatoriamente— superar la pandemia de una Covid-19 cuyo estado entonces, a juzgar por el Boletín Epidemiológico Núm. 33 del 2020, correspondiente al 09-15 de agosto, era de 794 casos nuevos y 15 nuevas defunciones; una positividad del 15%; 86,309 casos acumulados y una incidencia igual a 826.04 por cada cien mil habitantes. 1,453 compatriotas habían fallecido a esa fecha por esta epidemia, aunque en las primeras 33 semanas del 2020 los muertos por Covid-19 totalizaron 27.
El Sars-Cov2 disparó, desde su impacto sobre el sistema de salud, las enfermedades respiratorias agudas y tuvo efecto sobre los índices de mortalidad materna-infantil. Las relativas a las vías respiratorias altas totalizaron 857,382 casos y las bajas —en un entorno dominado por la Covid-19— 194,042. Un millón de dominicanos sufrió gripe aguda en el lapso.
Logros sanitarios del gobierno del presidente Abinader
Gracias a los esfuerzos del Gabinete de Salud designado por el Presidente Abinader y presidido por la Vicepresidenta de la República Raquel Peña y el Ministro de Salud Pública, el país asumió como meta presidencial la superación de la Covie-19 para proteger a la ciudadanía y garantizar un clima favorable al desenvolvimiento económico. Este equipo ha logrado los objetivos derivados de los enfoques prioritarios incluidos en la citada presentación de la situación de salud a la OPS del 2020, y lo ha alcanzado un año antes de su fecha de compromiso.
Según el Boletín Epidemiológico de la Digepi correspondiente a la semana #15 del 2022 (10-16 de abril, el más reciente publicado por el portal institucional), la incidencia de nuevos casos de Covid-19 en nuestro territorio contaban 29, colocándonos entre los países líderes en superación de esta infección y de menor riesgo infeccioso, un pre-condicionante de la sostenibilidad y desarrollo de nuestras industria turística y del activismo y crecimiento económicos.
La atinada descentralización que creó el Servicio Nacional de Salud (SNS) ha permitido que Salud Pública fortalezca su rol rector y la vigilancia sobre la salud pública nacional a tal punto que —casi a dos años de gobierno— prevalecen la tendencia y resultados positivos, con las excepciones del Dengue, Malaria y Leptopirosis. El país institucionaliza sus normas, visiones y procedimientos.
Observar los resultados de la vigilancia sobre las enfermedades bajo vigilancia especial indica que, pese a su latencia y recurrencia por razones económico-climáticas, también estos indicadores del sistema de salud continúan mejorando, reduciendo significativamente la incidencia de aquellas patologías persistentes, especialmente con una Malaria cayendo de de 91 a 78 casos (-14.29%) y la Leptospirosis de 51 a 40 (-21.57%), del 2021 al 2022 y respectivamente.
El Dengue, ¿un nuevo riesgo?
Sin embargo, el Dengue no cesa, creciendo de 393 en 2021 a 1180 casos en 2022: 2 veces más. Es loable que las muertes maternas continúen cayendo: lo hicieron de 129 en el 2020 a 55 en el 2022 (-57.36%). Las muertes infantiles pasaron a 922, desde 1343 en el 2020 (-31.35%). Dos indicadores que se han caracterizado por su fuerte resistencia a las políticas públicas.
Nos place haber ingresado a la página de la Digepi y descargado el más reciente boletín, ya citado, para percatarnos de que nuestro sistema de salud, por efecto del fortalecimiento de los derechos a la salud y garantías derivados del desarrollo y fortalecimiento del sistema de la seguridad social, está permitiendo construir el país de bajísimos riesgos sanitarios que la población merece y al cual aspira.
La tendencia creciente del Dengue es una alerta que podría estar sugiriendo la necesidad de activar acciones ministeriales de educación preventiva, desde las direcciones regionales de salud, en los sectores priorizados: los identificados y afectados.
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