La geopolítica influye cada vez más en los negocios internacionales – LA NACION

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El grave problema entre Ucrania y Rusia tiene efectos inmediatos en los negocios internacionales. En los precios de las commodities agropecuarias (Rusia y Ucrania son relevantes exportadores de trigo y girasol) y en las energéticas (Rusia es un destacado proveedor de gas y petróleo), pero, además, en las cotizaciones bursátiles, un “vuelo a la calidad” de inversores financieros en países emergentes, y la alteración de tipos de cambio en mercados varios (y por lo tanto en competitividades cambiarias relativas, especialmente para los que -como nosotros- tenemos tipos de cambio distorsionados, lo que nos puede hacer sufrir presiones en la materia). Ya las primeras sanciones de potencias occidentales han sido contra empresas que operen en la zona álgida o deteniendo el avance del gasoducto ruso hacia Alemania.
El mundo (no solo en Ucrania) está discutiendo nuevamente valores predominantes, modos de organizar el poder, relación entre gobierno y derechos individuales y entre lo colectivo y lo particular
Un conflicto geopolítico como este extiende sus ramas a los geoalineamientos (la discusión comenzó en relación a Rusia, Ucrania, la Unión Europea y la OTAN) y toca un terreno escarpado más amplio, el de las tipologías políticas mundiales al que se refirió el presidente Joe Biden cuando dividió al mundo entre democracias y autocracias. Mientras, además, el proceso convoca a plantearse nuevamente sobre la (¿efectiva?) vigencia de las instituciones multilaterales, los acuerdos interestatales y el derecho internacional.
El mundo (no solo en Ucrania) está discutiendo nuevamente valores predominantes, modos de organizar el poder, relación entre gobierno y derechos individuales y entre lo colectivo y lo particular. Y como uno de sus efectos, ello genera impactos en las condiciones para invertir, producir, comerciar.
Tomando algo de perspectiva, lo que este grave acontecimiento nos está ofreciendo en materia de negocios internacionales (más allá de otras aristas de análisis que no se abordan en esta nota) es un caso más de una de las cinco grandes tendencias que el comercio internacional está evidenciando. Son cinco grandes procesos en marcha que se retroalimentan, se engrosan y empujan cambios sistémicos. Ellos son: el cambio tecnológico hacia la consolidación de la nueva economía global del conocimiento; el liderazgo de grandes empresas mundiales en la creación de los nuevos parámetros productivos; la instauración de crecientes exigencias en materia de estándares de calidad que generan nuevos requisitos para la oferta de bienes y servicios; la volatilidad en precios y cotizaciones motivadas por la aceleración de los cambios; y la incremental influencia de la geopolítica en los negocios internacionales.
Esto último está apareciendo con relevancia creciente. El conflicto entre Rusia y Ucrania afectará (como ocurre en otros casos) el marco y las condiciones de ciertos negocios. Como ya habíamos asistido en otros casos a la creciente influencia de la geopolítica en estos rubros recientemente. Hace no mucho Australia solicitó una investigación sobre los orígenes del Covid a la OMS y a cambio China restringió el acceso a sus mercados de productos australianos. Coetáneamente, Japón lanzó una línea de subsidios a sus empresas para incentivarlas a vincularse con más proveedores del ASEAN y no tantos de China. Por su lado, Israel estableció -en un hecho histórico- relaciones con los Emiratos Árabes Unidos y luego de ello se iniciaron la negociación de un TLC (sin lo uno no se hace lo otro).
Hace unos meses la Unión Europea detuvo el avance del acuerdo de protección de inversiones bilateral con China por diferencias varias entre ambos. Y el Reino Unido, después del Brexit, se convirtió en el país que más tratados de libre comercio en el año celebró, pero fuera de Europa (40 nuevos tratados notificados a la OMC desde diciembre de 2020). Y también se debe incluir en este recuento al reciente inicio de la vigencia en Asia del más grande acuerdo comercial del planeta, el RCEP. Todo, además de las disputas ya conocidas entre Estados Unidos y China (en las que no hay solo un duelo por vender más o comprar menos sino una puja por imponer pautas económicas y jurídicas en la que propiedad intelectual es una cuestión central). Dicho sea de paso: las tensiones sobre el modo de implementación de la tecnología 5G son un ejemplo visible al respecto.
La geopolítica está influyendo crecientemente en los negocios. Y probablemente con esto se vinculan algunos asuntos cercanos a nosotros, como la tensión regional surgida de la diferencia de visión entre Brasil, Uruguay y Argentina en relación al futuro del Mercosur y el detenimiento de las negociaciones entre la Unión Europea y el Mercosur por temas ambientales.
Algo que puede ir acrecentándose es la relevancia de las esferas de pertenencia (y la consecuencia: los ejes de tensión). Entre grupos de países que se acercan según coincidencias y afinidades -”clubes de amigos”- o que se distancian ante disidencias. Y con impactos consecuentes en las alianzas económicas.
Probablemente, y consecuentemente, habrá que ir entendiendo que la internacionalización no será tan cómodamente universal sino, crecientemente, entre aliados. Y que, para nuestros países, beneficiarse de los espacios suprafronterizos requerirá alguna definición más allá de un mero acuerdo bilateral para la reducción reciproca de aranceles.
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