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Por Aníbal Durán
No resulta cómodo poner al sector como ejemplo en estos tiempos álgidos que vivimos, porque en definitiva seguramente hubo otros sectores que hicieron los esfuerzos pertinentes y la demanda o la situación, los determinó para mal.
Pero los hechos son porfiados y este sector de la industria de la construcción, respondió a las expectativas y salió airoso.
Breve raconto desde el inicio de la pandemia. Se estableció una licencia de dos semanas más Semana Santa que corresponde a la licencia anual y luego a partir del 13 de abril 2020 comenzó a trabajarse en forma ininterrumpida.
Se creó por las partes interesadas un estricto protocolo sanitario, que vino, volvió, vino de vuelta y al final se consensuó, donde también tuvo participación el Ministerio de Trabajo.
Y si querías sopa…dos platos. El 30 de abril vencía el convenio del sector y había que volver a remangarse para comenzar a pelotear uno nuevo. Sin sobresaltos, se firmó un convenio por 35 meses. Inédito, cuyo final está próximo.
Todo dentro de un contexto muy vulnerable, donde la gente iba a raudales a seguro de paro, se inventó el seguro de paro parcial, algunos eran directamente despedidos y la incertidumbre (que aún predomina), brillaba en el horizonte.
Tal vez nada peor para un inversor que invertir su dinero ante un panorama mundial tan aciago.
Normalmente se llaman a recato hasta que pase el temporal y se tenga un panorama más claro.
En el ínterin el Presidente de la República honró su palabra y promulgó sendos decretos que acicatearon al sector privado (habían sido promesas de campaña que APPCU le había planteado) y éste le respondió. Porque los promotores no dejaron de invertir y construir en ningún momento. En las antípodas que una obra se paralizara (podía exponerse una cláusula de fuerza mayor, si es que estaba prevista), por el contrario, no solamente continuaron las obras que ya venían desde antes del 13 de marzo, sino que además comenzaron nuevos proyectos, estimulados sin duda por los decretos del gobierno antes mencionados.
El gobierno sabía que la construcción no solamente le genera inversión y le mueve un sinfín de pequeñas industrias, sino que además le abate el desempleo. Hoy de peón práctico puede entrar gente con un mínimo de preparación. No es lo deseable pero muchas veces sucede. La construcción es como una esponja que absorbe mano de obra, la capacita y en lo posible la vuelve productiva.
Hasta aquí brevísimo relato del presente y de lo que pasó. Cómo venimos? El ánimo de la gente sigue presto a la inversión en inmuebles. No olvidarse que la sensibilidad del público juega un rol determinante a la hora de invertir y por ello la situación de cada persona y lo que atravesó, define una decisión final.
Está claro que los vecinos están mucho más baratos que nosotros, pero también está claro que están mucho más inestables. Sobre todo, Argentina. Los argentinos que nos llaman con asiduidad intentando conocer las realidades de nuestro mercado, tienen un denominador común en su lamento o congoja: desconfianza. No creen ni en el presente ni en el futuro de la Argentina y eso los lleva a adoptar una postura naturalmente conservadora y netamente restrictiva en cuanto a la inversión.
Es la antítesis de lo que aquí ocurre: aquí y con los matices lógicos de las fuerzas políticas, se sabe que hay un gobierno serio y confiable, con quien se podrá discrepar en muchos aspectos. Eso lo saben los foráneos por eso especulan no solamente con invertir aquí, sino venir a vivir a nuestras tierras. ¿Saben qué significa el desarraigo de su tierra para mudarse a otro país, por más que solamente un río nos separe?
Los promotores privados siguen invirtiendo en el país, con mayor o menor intensidad, porque este oficio lo tienen en su ADN. No obstante, no olvidemos que el costo de construir es importante, que los terrenos se cotizan mucho, existe una importante inflación en dólares de los insumos. Y, además, reitero, vendrán las reuniones para un nuevo convenio, el actual vence a fines de marzo y ese hecho ralentiza la futura actividad de los que podrían empezar a construir. Quieren orejear las cartas, primero, lo que tiene sentido común. Los que están construyendo, obviamente continúan.
Me atrevo a ser optimista, el diálogo con todas las autoridades está presente, hemos escrito hasta el hastío sobre la desburocratización, hay que eliminar sellos inútiles y desmalezar papeles. Estado…llegó la inteligencia artificial!!!.
Por todo lo expuesto…lo del título.
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