Guía: ¿Cuál es su personalidad a la hora de hablar de finanzas con su pareja? – Revista Diners

VERSIÓN IMPRESA
JULIO 2022
Descubra cuáles son las personalidades financieras que predominan en las parejas y los retos a los que se tienen que enfrentar.
Descubra cuáles son las personalidades financieras que predominan en las parejas y los retos a los que se tienen que enfrentar.
¿Quiere una vida en pareja feliz y estable? Entonces es el momento para hablar de finanzas con la pareja, aunque le incomode, se ponga colorado, se atragante y sienta que le va a dar un ataque de pánico.
“En el cursillo prematrimonial lo primero que deberían hacer es poner a las parejas a hablar del dinero”, asegura convencido Jaiber Pérez, experto en temas de inversiones, escritor e influencer con más de 327.000 seguidores en Instagram.
El problema es que en la mayoría de las familias colombianas nos enseñaron que es de pésimo gusto hablar de dinero y menos con la pareja.
Antonio Cabello, experto en finanzas corporativas, se mudó con su familia a Estados Unidos justo al finalizar el primer año de la pandemia. A su esposa, una exitosa ejecutiva del sector bancario, le ofrecieron un ascenso en la Florida. Después de conversar sobre las perspectivas económicas de Antonio, que desde joven se ha dedicado a emprender, decidieron marcharse con su pequeño hijo. ¿Vivieron felices y comieron perdices con el sueño americano?
“A estas alturas no sé con quién me casé y creo que esto va a terminar mal”, dice descorazonado Antonio sobre la mujer con la que estuvo de novio casi nueve años y con la que lleva más de diez años de matrimonio.
Lo que parecía la oportunidad para tener un nuevo nivel de vida se ha convertido en el foco de los conflictos económicos de la pareja. Su esposa aporta un alto flujo de ingresos para el sostenimiento del hogar. Antonio apenas pasa raspando cada mes con sus aportes.
“Mi esposa ya me está presionando para que busque un empleo, todo el tiempo me envía anuncios de trabajo, pero ella sabe que yo no nací para ser empleado”, dice con rabia el emprendedor colombiano. Él intenta generar la estabilidad financiera que su esposa le exige entre la venta de pólizas de seguros en dólares y un emprendimiento digital.
Escuchar esta historia me generó un déjà vu. No me avergüenza decir que en mi primer matrimonio viví un poco esa situación porque mi pareja estaba obsesionada con la historia de desprendimiento de Mercedes Barcha, esposa del nobel Gabriel García Márquez. Según la leyenda urbana, vendió sus joyas, herencia de la familia, para que su marido literato se dedicara durante casi un año a escribir la perla de la literatura que lo catapultó al estrellato de las letras: Cien años de soledad.
Mi entonces marido conseguía trabajo y a los tres meses renunciaba para intentar dedicarse “de lleno” a la literatura. Con la expectativa de que mi salario cubriera la deuda hipotecaria, los gastos de manutención, el servicio doméstico requerido para liberar las horas de creatividad, y los cuidados de nuestro hijo recién nacido, al que tampoco le prestaba mucha atención.
“Deberías apoyarme como hizo Mercedes”, me respondía con amargura cada vez que lo instaba a buscar trabajo. Ese delgado hilo finalmente derivó en divorcio y, pasados casi 22 años, mi ex apenas ha escrito un pequeño libro de cuentos sobre una iguana ecuatoriana. Tiene una esposa que tampoco se comió el cuento de las joyas de Mercedes Barcha.
El asunto es que el dinero se convierte en la piedra en el zapato de muchas parejas que se unen con la expectativa de construir un bello hogar. Pero terminan enfrentadas porque la señora es una compradora compulsiva. O el señor es un tacaño redomado que solo bota el cepillo de dientes cuando se le cae la última cerda.
Jimena Morales es coach ejecutiva y brinda acompañamiento a parejas que enfrentan conflictos derivados del mal manejo de las finanzas. En su día a día ha confirmado que la mayoría de los problemas de pareja surgen porque sus personalidades financieras son muy diferentes, pero especialmente porque nunca se ha puesto sobre la mesa el tema del dinero.
“No existe una fórmula única para manejar las finanzas de la familia –dice ella–. Pueden ponerse de acuerdo en aportar 50/50 para los gastos de la casa y que el resto sea de cada uno, o que destinen todo a un fondo común para los gastos y el ahorro. O que contribuyan según su capacidad económica, incluso, que decidan que uno de los miembros de la pareja cubra todos los gastos y el sueldo del otro sea para ahorrar o invertir”.
El punto de partida de estas fórmulas debe ser el diálogo sincero, aun antes de iniciar la convivencia. “Lo fundamental es dejar claro cómo se va a manejar el dinero en el día a día y en el mes a mes, con claridad sobre la capacidad económica de cada miembro de la familia”, explica la experta.
Con lágrimas, Armando Restrepo* le contó a su grupo de amigos que su obsesión por ahorrar e invertir lo llevó a tal punto que siempre que salía a comer con su esposa buscaba en la carta el plato más económico, mientras que ella usualmente ordenaba el más costoso del lugar.
“Es que mi esposa no tiene problemas con el dinero, siempre ha sido independiente, se le hace fácil conseguir la plata y le gusta disfrutar la vida”: reconoce él con algo de remordimiento por los malos ratos que ha pasado al cuidar el bolsillo y lidiar con la culpa que siente cuando decide gastar en él.
En este caso particular, son evidentes dos personalidades financieras que podrían chocar en la manera como consiguen el dinero, lo administran y lo multiplican.
Armando Restrepo está empleado, su tendencia es a ahorrar porque quiere guardar dinero para el futuro. Mientras que su esposa es más del tipo espontáneo, que disfruta de la vida y se da gustos sin pensarlo demasiado, porque está acostumbrada a conseguir el dinero en su trabajo como consultora empresarial.
Estas personalidades, junto a cinco más, han sido analizadas por el equipo de expertos de Ikenga. Una firma que se dedica a educar financieramente a las personas para que logren mejorar sus resultados económicos. Que también ha salvado matrimonios que llegan en crisis a sus programas por las disparidades en sus creencias sobre el dinero.
Así, en la lista de personalidades figuran los desprendidos, que son felices dando en exceso a los demás y dejando muy poco para ellos; los ahorradores, que siempre piensan en el futuro y pueden sufrir por tener que gastar; los de espíritu libre, para quienes el dinero no es una prioridad y tienden a depender de otras personas. Los de alto perfil, que hacen lo que sea para demostrar ante los demás una vida de ricos, aunque sea a punta de deudas. Y la personalidad denominada en control, que evalúa con detalle su vida financiera, planea, gestiona su presupuesto y mide muy bien sus gastos.
Jaiber Pérez realiza a diario hasta tres intervenciones en Instagram junto a otros influenciadores. Están interesados en conocer las creencias que influyen sobre la capacidad de tener una vida financiera saludable. En cuanto a las finanzas, está convencido de que las parejas deben entender muy bien el fluir del dinero de los dos, en términos del ciclo ganar, gastar, ahorrar e invertir.
“He visto que se forman parejas arquetípicas, como el buscador de placer que gasta en exceso. Y se une a un guardián, que quiere ahorrar a toda costa. La otra combinación peligrosa es la de dos buscadores de placer que se portan como niños. Se gastan lo que no tienen y comprometen a los familiares para que les presten todo el tiempo con el fin de tapar los huecos”, señala.
Otra pareja que tendrá dificultades en su vida financiera podría ser una conformada por idealistas. “Que son los del discurso de odio hacia el dinero, que acusan al capitalismo de todos los males de la humanidad. Es gente que odia el dinero y se aleja de él todo el tiempo”.
Finalmente, está el inocente, que no sabe nada de manejar el dinero y de golpe se empareja con una guardiana, que determina las condiciones del juego y se dedica a controlar el dinero suyo, el de él y el de todos los que se dejen.
Sea cual sea la combinación de personalidades que se den en las parejas, jamás se deben permitir los abusos o la violencia económica. En ese caso, una de las partes se ve afectada en sus ingresos o bienes porque su compañero o compañera sentimental así lo decide.
Nadie puede imponer en una pareja sus condiciones para manejar el dinero. Tampoco es conveniente solicitar préstamos a nombre propio cuando van para la pareja ni hacer las veces de fiador en los negocios del compañero sentimental. “Si usted va a entrar en un negocio para su pareja, pídale a su suegra que sea la codeudora o la fiadora. Así tiene por lo menos un atenuante en caso de que algo salga mal”, recomienda Jaiber.
Si ya se acordaron las condiciones, ¿es viable cambiarlas cuando la situación resulta diferente? Por supuesto, es lógico que la vida de la pareja evolucione, así como su situación económica. Por lo que conviene revisar cada cierto tiempo los acuerdos financieros, para hacer mejoras, expandir las inversiones, ajustar el gasto o replantear los aportes.
En casos como el de Antonio, que ya no reconoce a la mujer con la que ha compartido casi veinte años de su vida, lo más recomendable es que pongan sobre la mesa los términos de su “contrato financiero”. Y debatan sobre el peor escenario que van a enfrentar si no logran la estabilidad económica. Definan un tiempo prudencial y establezcan las acciones que se van a realizar si llega el peor escenario. 
* Nombre cambiado por petición de la fuente. 
La Secretaría de Cultura de Bogotá creó una alianza con las barberías para que se divulge entre sus clientes la Línea Calma, donde las personas pueden buscar ayuda.
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