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Salud financiera
El ahorrador cuenta con decenas de opciones cuando se trata de planificar el futuro de su economía personal: capital inversión, acciones cotizadas, deuda no cotizada, activos inmobiliarios de calidad, metales preciosos o fondos de inversión que apuestan por tecnologías punteras o por un mundo más sostenible. Recibir un buena asesoría financiera resulta clave para elegir la mejor solución para cuidar la salud financiera teniendo en cuenta las circunstancias de cada persona.
Los grandes poetas y escritores son capaces en muchas ocasiones de resumir en una simple frase las teorías más complejas de la ciencia económica. “Los mercados a corto plazo son una máquina de votación, pero a largo plazo son una máquina de pensar”. La cita es de Mark Twain (1835-1910). Y viene a decir que, antes o después, los mercados financieros acaban reflejando el verdadero valor, crecimiento y rendimiento de cada uno de los activos.
Los libros de economía —que se basan en lo que ha sucedido a lo largo de la historia y sus lecciones— cuentan que un activo (oro, acciones, inmuebles, bonos) gana en función de la forma de combinar cuatro elementos esenciales:
Cada economista tiene su propia manera de leer a Mark Twain. No existe un único comienzo, nudo y desenlace. Algunos expertos sostienen que, a largo plazo, los activos más rentables son los que aportan una buena prima de riesgo junto con una prima de iliquidez. ¿Qué palabras de Twain estaríamos leyendo? Capital inversión o ‘private equity’ (dinero, pensemos, destinado a empresas emergentes), deuda no cotizada y activos inmobiliarios (casas, solares, apartamentos) de gran calidad.
De vivir en nuestra época, otra recomendación del genial escritor estadounidense probablemente haría es la de estar atento al planeta que habitamos, pues cada vez más compartimos una misma geografía. Entre 2020 y 2022 (en plena pandemia), el índice de bolsa tecnológico americano Nasdaq 100 subió un 69,7% mientras el Hong Kong 33 (debido a la aplicación de medidas más severas contra el coronavirus) perdió el 20%. La volatilidad (subidas y bajadas bruscas de los índices o de los activos) es una de las señas de identidad de nuestra era.
Y en la imaginación histórica del ahorrador, uno de los puertos seguros contra las guerras, los levantamientos, la inflación, la inestabilidad, la elevada deuda pública o la pérdida de poder adquisitivo han sido los metales preciosos. Hay mucho en su apreciación del valor económico, pero también de ese subconsciente colectivo. Sin duda procede de las contiendas bélicas del siglo XX, aunque el patrón oro dejó de usarse en agosto de 1971, cuando Richard Nixon era presidente de los Estados Unidos.
Sin embargo, estos metales siguen resplandeciendo, de acuerdo con los datos de Analistas Financieros Internacionales, AFI. Siempre han tenido esa áurea dorada de refugio. La revalorización del oro desde el año 2020 a la actualidad fue del 23% y la plata se anotó el 26% frente a un platino (1,2%) que palideció. Incluso el cobre (53,6%) puso sobre la mesa el boom de las materias primas relacionadas con la transición hacia las nuevas energías verdes. Resulta indispensable en los vehículos eléctricos, por ejemplo.
Pero detrás de todo este universo de activos hay personas y criterios. Los analistas tienen reglas claras. Las inversiones a largo plazo:
Para invertir con éxito durante toda la vida, dice Warren Buffett, uno de los inversores más reputados de la historia moderna, no es necesario un coeficiente intelectual estratosférico, un conocimiento empresarial extraordinario ni información privilegiada. “Lo que hace falta es una infraestructura intelectual que permita adoptar decisiones y la capacidad de evitar que las emociones deterioren esa infraestructura”.
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