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La pandemia trajo terror a un mercado norteamericano que se encontraba en sus niveles máximos. La caída fue estruendosa, resonando en cada rincón del mundo ante el pánico que generaba la incertidumbre de una nueva enfermedad respiratoria, que se conocería como COVID-19, cuyas consecuencias se desconocían. Aun así, desde abril 2020 hasta noviembre 2021 los principales índices de los Estados Unidos fueron encontrando un máximo tras otro. En ese tiempo el Nasdaq se despegó del S&P500 y el Dow Jones, trepando más de 130% en el período mencionado, impulsado por las acciones tecnológicas que vieron su mejor momento en tiempos de cuarentenas mundiales donde el crecimiento en usuarios se volvió exponencial.
Durante ese mismo rango de tiempo, también hubo inquietudes respecto de la inflación que se aceleraba azotando la máxima economía del mundo, pero para la cual el presidente de la Reserva Federal tenía una caracterización de “transitoria” por considerarla una segunda derivada del problema de la cadena de suministro más que una consecuencia de la abismal emisión monetaria llevada a cabo para sostener los paquetes estímulo. Esta narrativa comenzó a cambiar en noviembre. El mercado se empezó a adelantar a un cambio de visión de Jerome Powell y su directorio, que muy probablemente derivaría en una finalización del quantitative easing e incluso en una suba de tasas por parte de la Fed. Y así fue como comenzó la debacle, aunque no era su fin. Putin decidió unirse a la fiesta invadiendo Ucrania, poniendo aún más presión sobre los precios de los commodities y de la energía, que se trasladan prácticamente a cualquier otro bien. Y para cerrar, China agregó más ruido de la mano de su política de COVID-cero que la lleva a imponer cuarentenas estrictas en sus localidades más importantes y productivas.
En ese contexto mundial, desde fines de noviembre/principios de diciembre, el Nasdaq, el S&P y el Dow Jones se han desplomado entre -22,7% y -9,3%. Sin embargo, dado que hace un tiempo que no hay cambios radicales en cuanto a la guerra o los encierros, los rumores alrededor de la inflación y la tasa de interés comenzaron a dictar el humor del mercado.
Así es que cerca del momento en que la Fed se decidió por una suba de +0,25% en la tasa de referencia descartando una de +0,5% temporalmente, el mercado vio su último gran rally hasta ahora. Desde el 14 al 29 de marzo, el Dow Jones avanzó +7,1%, el S&P +11,0% y el Nasdaq +16,2%, pero la recuperación no alcanzaría a ser total. Los rumores de una inflación interanual que no mermaba, junto con la confirmación del dato de abril que se situó en 8,5% interanual, dispararon las especulaciones sobre alzas más intensas, con analistas llegando a pronosticar subas de hasta 2% para la reunión pactada para el 4 de mayo.
Finalmente, la reunión transcurrió y la suba más popularmente esperada de 0,5% fue la que se materializó. Además, se pusieron sobre la mesa las probables sucesivas alzas de 0,5% para las próximas dos reuniones, despejando la posibilidad por ahora de subas del 0,75%, algo que se hallaba latente en la mente de distintos agentes. Como suele suceder ante la aparición de un escenario más laxo al esperado, la reacción fue excelente: el S&P avanzó +3,0%, el Dow Jones +2,8% y el Nasdaq +3,2%. Sin embargo, al día siguiente los índices se derrumbaron -3,56%, -3,12% y -4,99% respectivamente cuando los inversores comenzaron a temer que la inflación se pueda mantener elevada frente al tono menos hawkish de la FED. Evidentemente el mercado necesita ver resultados y no sólo palabras para combatir un VIX que supera los 30 puntos.
En un escenario como este, el inversor seguramente se cuestione cómo lograr que su cartera sobreviva tantas embestidas sin perder la cordura.
¿Se trata de seleccionar los sectores más estables? ¿O los sectores que pueden llegar a salir beneficiados? ¿O es que simplemente hay que refugiarse en las empresas de mayor capitalización? A quienes mejor les ha ido en el mercado de valores, dirían que no se trata de eso, sino de pagar un precio razonable por un negocio estable, rentable y financieramente sólido. Luego, si se logra aprovechar los frutos de las características de ciertos activos o de encontrarse en sectores que están prosperando, bienvenido sea, pero no debe ser el foco principal de nuestra tesis de inversión.
Warren Buffet, al igual que lo hacía su mentor, Benjamin Graham, constantemente le pide al individuo que no vea las acciones como papeles que cotizan, sino que las entienda como lo que son: la porción en la que uno es dueño de la empresa en la que invierte. Insiste en que cada persona, previo a comprar una participación de una compañía, debe entender cómo funciona la misma, y debería estar dispuesto a comprar su parte aún si la misma dejara de cotizar al día siguiente y ya no pudiera saber cuánto le pagarían por ella.
En estos momentos, en el mercado se observan puntos de ingreso atractivos a las mejores empresas, producto de las bajas mencionadas previamente en los mercados. Compañías que han estado con valuaciones sumamente elevadas durante años, hoy se pueden adquirir por debajo de sus múltiplos promedios históricos. Google con un price-to-earnings Fwd 12 meses de 18,7x (vs 22,8x histórico) es un ejemplo de ello.
Apple con un P/E Fwd 12 meses de 25,6x vs su promedio histórico de 36,1x es otro ejemplo. Lógicamente estas no son las únicas y se nombran a modo representativo. Hay muchísimas más para investigar, tanto large-cap como mid-cap y small-cap, internacionales o locales. Incluso si quisiéramos indagar buscando oportunidades en el sector energético, para aprovechar las bondades del petróleo en precios cercanos a sus máximos, Vista Energy, que posee gran exposición a Vaca Muerta y en lo que va del año se capitalizó +57,7% gracias a sus excelentes resultados y eficiencia operacional, podría ser un excelente vehículo para inversores con tolerancia al riesgo argentino. Desde PPI, aún vemos upside en un precio por acción de US$8,4.
En definitiva, una gestión activa del portafolio y la selectividad de papeles en momentos como este es lo que marca el diferencial entre rendimientos de carteras. Es un momento propicio para hacer uso de los CEDEARS, o incluso de las acciones locales, para situarnos en aquellos negocios que veamos favorablemente y nos generen confianza para alocar nuestro capital en ellos.
Analista de PPI
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