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Hacer negocios con un impacto positivo ya no solo económico sino en el plano ambiental y social, se está convirtiendo en un imperativo para las empresas que piensen en su futuro a largo plazo. Lo piden sus consumidores, lo impulsan otras compañías y emprendedores y lo promueven organizaciones sociales y estados.
Sobre este cambio de paradigma versó el segundo evento «Líderes del Triple Impacto», organizado por El País y El Empresario el pasado jueves 15 en Piso 40 en el que participaron destacadas empresas y referentes de negocios.
Esta filosofía empresarial está creciendo en Uruguay y en el mundo, analizó Gabriel Cimas, presidente de Pacto Global Uruguay, una iniciativa de Naciones Unidas que se relanzó el año pasado en el país con 20 empresas y que hoy reúne a 45 compañías que emplean a 25.000 personas y facturan en conjunto US$ 10.500 millones (en el mundo son 16.000 firmas de 162 países).
Además del sector privado, el avance se observa a nivel del Estado, como demuestran las políticas de energía renovables, ejemplificó Cimas. Sin embargo, quedan barreras por superar. «A nivel de compras todavía no hay incentivos para proveedores que trabajan en sostenibilidad», señaló Cimas.
El resultado financiero es un activo relevante para la vida de las empresas, pero hoy surgen preguntas como a qué costo se obtiene y con qué impactos, apuntó Lucía Cabanas, gerenta de Marketing, Sustentabilidad y Comunicación Corporativa de Itaú. Responder estas interrogantes requiere trabajar con «transparencia y contar lo que hacés pero no desde tu mirada sino de acuerdo a lo que tus públicos entienden que es lo más relevante para ellos».
Ese proceso ha llevado al banco a escuchar primero, y desarrollar después nuevas propuestas, como financiamiento más accesible para emprendedores o con foco en la compra de vehículos eléctricos. Esta evolución, según Cabanas, provocó que la sustentabilidad pasara de ser un área en el banco a «incorporarse en el corazón del negocio».
Por otra parte, ser una empresa de triple impacto fortalece la marca empleadora.
«Queremos empoderar a las personas», sostuvo Guillermo Maglieri, director ejecutivo de Gerdau Argentina y Uruguay. En la multinacional metalúrgica -fundada hace 120 años y presente desde hace más de cuatro décadas en Uruguay- ese enfoque se traduce en una organización que fomenta la igualdad de oportunidades en tiempos donde el talento no se guía tanto por «el nombre de la empresa y el salario, sino que va más allá», aseguró Maglieri.
Mientras, el consumidor revela una evolución en su relación con las marcas, más atento al impacto ambiental y social que causa aquello que compra. Son «nativos sustentables», los definió María Bulla, gerenta de Responsabilidad Corporativa de Unilever. «Son personas que no van a elegir productos que no sean ambientalmente responsables», agregó. Esa conciencia es notoria en el consumidor local: «el 80% de los uruguayos dice que le interesan los productos comprometidos con el medioambiente», aseguró Bulla.
Fernanda Ariceta, directora de Alva Creative House, acompañó esa visión y opinó que llegará un momento en que los temas de triple impacto «van a dejar de ser un diferencial (de marca) para ser un imperativo, es decir, la única manera posible para hacer negocios».
Gonzalo López Baliñas, director creativo ejecutivo de Alva, aconsejó a las marcas tener un mensaje coherente: «Si la gente descubre que no sos consistente, que hacés greenwashing o que faltás a la verdad, lo sabe enseguida».
La búsqueda de las empresas por ser más sostenibles está impulsando la innovación, tanto en alianza con socios de sus cadenas de valor como con sus colaboradores directos.
María Eugenia Rodríguez, gerenta de Comunicaciones Corporativas de Nestlé, comentó que la compañía está en un proceso de transformación que apunta a sumar valor sustentable y ambiental desde el vamos. Esa mirada es clave, ya que el 80% del impacto medioambiental que causan los productos viene de problemas de diseño, aseguró. Por eso, una innovación de la multinacional busca la transformación de sus empaques a versiones elaboradas con materiales reciclables, como por ejemplo ocurre con sus cápsulas de café.
«La innovación no es solo una meta sino también un valor a promover dentro de la compañía», subrayó Rodríguez.
En esa línea, Lorena Muiño, business partner para las Nuevas Economías y catalizadora de la Liga de Emprendedores, sostuvo que los intraemprendedores se caracterizan por saber cómo hackear la organización dar impulso a los proyectos. Conquistar a otros es indispensable para que la idea se materialice. «Los intraemprendedores suben mucha gente al barco, para hacerla posible», remarcó Muiño.
Sobre emprender con mirada sustentable conversaron Lumber Andrada, director de la empresa de madera plástica Uruplac, y Gonzalo Cámara, director de Río Azul, empresa que desarrolla soluciones para el tratamiento del agua.
Ambos coincidieron en que emprender con triple impacto es más difícil que hacerlo desde la economía lineal.
Desde otra perspectiva, centrada en captar inversiones en el exterior, los avances en políticas y acciones medioambientales y sociales son un plus a la hora de posicionar a Uruguay como destino de negocios, destacó a su turno Alejandro Ferrari, gerente de Inversiones de Uruguay XXI.
Una coincidencia que surgió durante el evento fue en el concepto de colaboración.
Mercedes Viola, copresidenta de Sistema B, invitó a «trabajar en colaboración, incluso entre competidores».
María del Campo, directora de la empresa Umuntu, instó a ser deliberadamente inclusivos, porque «la exclusión no solo es injusta sino que es insostenible».
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