Virginia Els es la fundadora y directora de Farfalina, una empresa de salud que tiene dos centros de rehabilitación con tres servicios y 65 profesionales. Trabaja en la inserción laboral de personas con discapacidad con foco en la creación de redes.
Desde que comenzó su carrera profesional como psicóloga, Virginia Els tenía la inquietud de trabajar en equipo. En paralelo con su trabajo en consultorio y en una institución privada, empezó con su propio centro para ayudar a las personas con discapacidad.
A 12 años de ese primer paso, y con otro título más en su haber, Farfalina ya cuenta con dos sedes, tres servicios distintos (integración escolar, ayuda terapéutica y rehabilitación de personas con discapacidad), y suma unos 65 profesionales. En 2020, en plena pandemia, abrió el segundo centro que hoy ya quedó chico y piensa en sumar otro más.
–Hoy Farfalina es reconocido, pero empezó de cero, ¿cómo fue ese comienzo?
–Cuando me recibí de psicóloga empecé a trabajar en consultorio y ahí mismo me surgió la inquietud de que este trabajo se quedaba corto; que es muy necesario el abordaje en equipo, sobre todo en discapacidad. Así surgió la idea de abrir el primer centro en Alta Córdoba.
–¿Cuándo empezó?
–Fue en 2010. Comencé con un solo servicio y hoy brindamos tres. En ese momento, era un centro de inclusión escolar. Es para niños o adolescentes con discapacidades de ciertas características que le permiten beneficiarse concurriendo a la escuela de nivel. Una persona de nuestro equipo los acompaña en la escuela y luego, en el centro, recibe las terapias.
–¿Y el resto de los servicios?
–De a poco fuimos creciendo y, en 2013, nos mudamos a otro lugar más grande y sumamos el centro educativo terapéutico. Allí se escolarizan a niños, adolescentes y jóvenes con discapacidades moderadas o severas que no concurren a la escuela de nivel porque necesitan un abordaje más individualizado que combina lo terapéutico y lo pedagógico. En febrero de 2020, inauguramos otra sede con un nuevo servicio de rehabilitación. Al mes tuvimos que cerrar…
–Antes de seguir con la pandemia, no es habitual que un profesional de la salud decida emprender, ¿cómo fue esa decisión?
–Si lo miro hoy, diría que hubo mucha ingenuidad. Pero, en el fondo, eso me sirvió; no sabía lo difícil que iba a ser, pero tenía toda la determinación y las ganas. Los primeros tres años trabajé en otro centro y también en mi consultorio. Trabajaba 12 horas de corrido en otro lado y todo lo que yo ganaba lo ponía en Farfalina.
–El camino difícil de todos los emprendedores al principio.
–Sí, eso fue hasta que empezaron a ingresar pacientes y generamos ingresos propios. Pero hasta que llegó al punto de equilibrio para sostenerse sólo y no necesitar aporte de capital propio, pasaron un par de años más. Igual, al principio yo era todo, desde la psicóloga hasta la secretaria que atendía el teléfono; hacía la facturación.
–Multitarea.
–Y sí. Después que fui creciendo pude incorporar más gente y recién tuve un socio, José Luis Acevedo (presidente del grupo Canter), en 2020, y abrimos la sede de Cofico con el servicio de rehabilitación. Me interesaba también esto de aprender a tener un socio, que era algo que me faltaba. Hoy, Farfalina tiene trabajando 65 profesionales y más de 200 pacientes.
–Es mucho el crecimiento en 12 años. Sobre todo en salud, un rubro muy complejo en cuanto a los números ¿no?
–Es muy complicado. Además, yo no vengo de familia relacionada con el sector. Por eso digo que hubo mucho de ingenuidad, pero también hay mucho de creer en el proyecto y en lo que hacemos. En alguna medida, logré hacer las dos cosas. Por un lado, mi profesión me convoca porque está relacionada con mi vocación de ayudar; porque el corazón de Farfalina tiene que ver con la responsabilidad social. Y, por otro, pude ser emprendedora, que es algo que me gusta mucha y me divierte.
–¿Cómo fue la incorporación del socio?
–José Luis es amigo de la vida; él vio crecer a Farfalina, también le convoca participar de empresas que tengan este perfil y hacía tiempo veníamos hablando de la posibilidad de asociarnos. A fin de 2019 alquilamos un lugar, lo refaccionamos y, apenas abrimos se desató la pandemia; fue como si nos hubiéramos congelado.
–¿Y qué hicieron?
–Ese año no sólo no pudimos crecer sino que tampoco pudimos habilitar el centro. Las dos decisiones posibles eran sostener o cerrar. Habíamos hecho una gran inversión y contratado gente nueva. Decidimos sostener, a pérdida, y ahí, cuando ‘las papas queman’, uno se conoce bien con el socio. Fue una prueba que sorteamos muy bien porque, de ambas partes, la convicción nunca se quebró.
–¿Cuándo pudieron abrir, finalmente?
–A fin de 2020. Ni bien volvimos, empezamos a tener un aluvión de consultas, mucha gente que quería ingresar en rehabilitación en esta sede nueva. Como brindamos tres servicios distintos, las familias ven un valor agregado y nos eligen mucho por el trabajo en equipo y coordinado.
–Valió la pena la espera.
–Sí, fue difícil ese año, pero crecimos muy rápido. De 40 pacientes en 2020, a principios de este año ya tenemos 130. Triplicamos la cantidad y nos quedó chica la sede, estamos pensando en ampliar en ambos servicios. Fue complicado sostener tanto tiempo cerrado porque, al no tener habilitación, no podíamos facturar a las obras sociales ni cobrar.
–El financiamiento es un tema difícil para el sector salud.
–Hay un sistema complicado. El servicio de discapacidad es crónico, el paciente lo utiliza toda o casi toda su vida y las familias sí o sí lo hacen a través de las obras sociales. Tanto estas como las prepagas se demoran entre tres y cuatro meses en pagar y es difícil con la inflación de Argentina.
–Y ustedes no pueden poner sus propios valores, me imagino.
–No, son montos nomenclados, regulados por el Estado nacional. Este es otro tema, también. Nosotros brindamos un servicio de excelencia y cobramos lo mismo que otros que no lo es tanto.
–¿Qué pueden hacer ustedes?
–Yo participo en una federación que nuclea a centros que trabajan con discapacidad y, desde ahí, formamos parte de organismos donde se discuten estos temas. Hay que entender y reconocer que el trabajo de los prestadores implica defender los derechos de las personas con discapacidad.
–Es la forma de que tengan mejores servicios.
–En un punto, si no se pueden sostener los lugares cierran y no brindan más el servicio, o se baja la calidad y la persona no tiene lo que debería. En discapacidad es muy importante la continuidad de las terapias para mejorar la calidad de vida.
–¿Qué planes tienen para los próximos meses?
–Ya nos quedaron chicas las dos sedes, sobre todo con el centro educativo terapéutico y el servicio de rehabilitación. La idea es abrir otras sedes. Lo ideal sería a fin de año o principios del que viene. Además, queremos abrir otro servicio.
–¿De qué se trata?
–Hoy estamos trabajamos mucho en la inclusión laboral, pero queremos tener un servicio específico. Estamos tendiendo redes con otras empresas, organismos no gubernamentales y estatales para generar aperturas de puestos laborales para personas con discapacidad y acompañar en la inclusión. Estamos desarrollando un método innovador en el centro educativo para trabajar con la autonomía y autodeterminación. Los jóvenes salen un día a la semana a hacer los talleres en instituciones de la comunidad.
–Hablando de redes, también estás formando parte de una entidad empresarial.
–Estoy participando en Asociación de Jóvenes empresarios (AJE) y es muy interesante porque es una comunidad joven con muchas ganas. Se combinan los emprendedores con jóvenes que continúan la empresa de la familia. En el ambiente de salud o de educación hay un poco de prejuicio sobre esto de llamarse empresario. Es algo que no comparto; creo que como empresaria se busca brindar un buen servicio. En AJE estoy en la comisión de responsabilidad social empresaria y uno de los objetivos es la inclusión laboral de personas con discapacidad. Eso me permite tender redes, integrar y derribar prejuicios.
Nombre. María Virginia Els.
Edad. 39.
Profesión. Licenciada en Psicología y Licenciada en Psicopedagogía.
En pareja con. Jairo Trad.
Hija. Julia.
Hobby. Vuelo en parapente.
Empresa. Farfalina.
Cargo. Directora general.
Colaboradores. 65 profesionales.
Servicios. Dos centros en Alta Córdoba y Cofico. Brindan integración escolar, ayuda terapéutica y rehabilitación de personas con discapacidad.
El dato. Atiende a más de 200 pacientes. El nuevo centro de rehabilitación triplicó en un año la cantidad de personas atendidas.
Actividad institucional. Participa en redes, Federaciones y asociaciones de defensa de los derechos de las personas con discapacidad
Sitio web. www.somosfarfalina.com
Redes. @somosfarfalina (Instagram y Facebook).
Contacto. centro@somosfarfalina.com; (0351) 675 4291
SUBIR
Nuestros sitios:
Publicidad:
Edición Impresa:
Institucional:
Miembros del Grupo Clarín:
La Voz del Interior. Fundado el 15 de marzo de 1904. LaVoz.com.ar. Lanzada el 21 de septiembre de 1996. Año 24. Edición N° 9399. Registro intelectual 56057581. Domicilio legal: La Voz del Interior 6080 – CP: X5008HKJ – Córdoba, Argentina. Propietario: La Voz del Interior SA. Gerente General: Juan Tillard. Director: Carlos Hugo Jornet. Editor: Carlos Hugo Jornet.
© 1996 – 2022 Todos los derechos reservados. Aviso legal | Política de privacidad – Por consultas comunicate al 0800 555 2869, de lunes a viernes, de 8 a 20