Elon Musk ha vuelto a protagonizar la información esta semana. Seguro que colecciona “semanas de protagonismo”, igual que colecciona empresas, aventuras económicas, sofisticadas máquinas, incluidos cohetes espaciales, o hijos y, sobre todo, dinero. Pero, sobre todo, Musk es un coleccionista de acontecimientos que él mismo provoca. Hay coleccionistas-turistas de acontecimientos que planean sus días de vacaciones en función de los acontecimientos de los últimos decenios: Berlín de la caída del muro, Dallas del asesinato de Kennedy o, yendo más allá en el tiempo y más cerca en el espacio, Linares de la cogida de Manolete por Islero, que también es un acontecimiento.
Otros, como el protagonista de Juliet, Naked, de Nick Hornby, planifican sus viajes turísticos coleccionando los acontecimientos de su ídolo. Hay muchas formas y muchos niveles de coleccionar acontecimientos. Musk ha elegido la categoría premium supremo, el de los héroes. Como un moderno Ulises, protagoniza los acontecimientos que tienen intención de convertirse ya no solo en acontecimientos históricos, sino en mitos.
Los tuits de Elon Musk ya son los tuits del Twitter de Elon Musk
El año pasado era la decisión de posibilitar la compra de sus Tesla con bitcoins. Hace una semana, la adquisición de una proporción importante de acciones de Twitter, que le convertían en el accionista de referencia. Hace un par de días, lanzando una oferta para hacerse el dueño absoluto de esta red social. Una oferta de 43 mil millones de dólares. Un acontecimiento que no es ninguna broma. De hecho, los principales accionistas de Twitter no se lo han tomado nada bien.
Las razones económicas para la oferta de Musk no están claras. No se trata de los negocios más rentables de internet. Sin embargo, hay más capitales que el económico y patrimonial en juego. Sobre todo, está el capital simbólico. Parece que Musk desea Twitter para acceder a la mitología como el héroe de la libertad de expresión. Días antes, precisamente en la red social, preguntó si Twitter garantizaba la libertad de expresión y cómo podría ampliarse esta garantía. Lo paradójico es que el control de tal libertad de expresión quedaría más concentrado. Más bajo una sospecha con nombre y apellidos.
La junta directiva de Twitter no parece conforme con la oferta. Por la oferta, en sí misma, y por el precio, ya que creen que la empresa tiene un valor mayor. Es más, se ha dejado caer que el resto de accionistas mayoritarios de Twitter podría hacer uso del recurso poison pill (píldora venenosa). De hecho, con esta operación hemos conocido el contenido de este concepto, consistente en una estrategia defensiva por parte de las compañías, cuando alguien lleva a cabo una acción destinada a hacerse con el control de la misma. Fundamentalmente consiste en hacerle más cara -en dinero o tiempo- la operación a quien quiere llevarla a cabo. Son distintos los tipos de píldoras venenosas existentes, sin tener claro cuál era el que, en su caso, se ejecutaría.
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Más allá del éxito final de la maniobra de Musk, la misma lo lleva a la caracterización de un modelo de empresario diferente. Tal vez, el empresario de la sociedad digital.
Para bien o para mal, con la producción en cadena de automóviles para una masa de consumidores, Ford generó una forma de vida que ya tiene un siglo. Para bien, pues las condiciones de vida que alcanzaron millones de personas sobre esta piedra angular del consumo de masas eran impensables antes. Condiciones como acceso al consumo, a cierta estabilidad económica, a la salud o a las pensiones de jubilación. Para que todo esto fuese posible, Ford contó con la colaboración de un estado con inclinaciones keynesianas. Para mal, especialmente entre los opositores al capitalismo, pues ello ha conllevado la intensificación de la economía basada en combustibles fósiles o economía del carbono, con sus consecuencias medioambientales.
Ford puso bases fundamentales para la civilización de la circulación de personas y mercancías. Se consiguieron sociedades opulentas y móviles. Pero estamos en otro momento. Es más, puede decirse que el fordismo hace años que muestra signos de agotamiento. Ahora, las personas circulan principalmente como mensajes. En reuniones, en tuits. Con la Web3, se tiene el objetivo de que buena parte de las propias mercancías también circulen exclusivamente como mensajes.
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Es el contexto de la circulación de mensajes. Y, sobre todo, de circulación de mensajes en comunidad, desde la comunidad. Es la representación que hizo Musk preguntando a sus seguidores sobre Twitter. Preguntando a su comunidad. Produciendo su comunidad. La comunidad de un empresario no está en sus empleados, por muchos que sean y felices que estén. Tampoco entre sus clientes, por muchos que sean y satisfechos que estén. Su comunidad puede estar formada por empleados y clientes; pero va más allá. Es una comunidad en la acción. Y esto es lo que ha conseguido mostrar Musk. Para bien o para mal.
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Ha conseguido atención. Una atención que, además, le saldría relativamente barata si no consigue su manifiesto objetivo, la adquisición de la compañía Twitter. Sin gastarse apenas unos pocos dólares, Elon Musk habría conseguido atención -una nueva muesca en su colección de acontecimientos- y, además, habría puesto en duda la propia garantía de libertad de expresión de Twitter: si no quieren que yo garantice la libertad de expresión, es que algo tienen que ocultar. De hecho, ya ha amenazado que, si no se acepta su oferta, vendería ese casi 10% de acciones compradas hace pocos días. Como se puede apreciar, el acontecimiento está cruzado de múltiples paradojas. Hasta el punto que no se sabe de qué lado va a quedar una libertad de expresión en la red social que, en todo caso, aparece como el actor más perjudicado del asunto.
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Catedrático de Sociología en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Licenciaturas en Periodismo y Derecho
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