El miedo a emprender – Noroeste

El deseo de emprender es común a todo empresario. La determinación de hacerlo es decisión de pocos.
Escuchamos a muchos hombres de negocios que afirman que seguirán emprendiendo. Hemos aprendido que para lograrlo se requiere mucho más que soñar con ello. El que verdaderamente quiere emprender, antes que nada, acepta que tiene dudas y que teme fallar.
La mayoría de los empresarios contempla el emprendimiento como un quisiera, no como un quiero. El quiero es pensamiento e intuición, voluntad y duda, confianza e inseguridad. El que de verdad quiere tiene la firme creencia de que lo hará, de que puede y triunfará, se lo toma en serio y le da importancia.
Muchos hombres y mujeres de empresa tienen la creatividad para concebir ambiciosos proyectos de negocio, tienen la capacidad para hacerlos realidad, pero no se animan. Se van despacio, “tentaleando”, como si el tiempo no corriera o no importara si lo hacen o no.
Me reuní hace poco con un empresario que en otro tiempo dirigió grandes negocios. Fue muy exitoso y sacó a sus empresas de grandes problemas, para luego proyectarlas en grande. Luego vendió todo y se retiró a manejar sus inversiones. Ahora piensa todo el tiempo en nuevos emprendimientos, los manosea, sueña con ellos, a veces tibiamente inicia algunas actividades; pero no se decide, no se lanza con empuje, con resolución.
Este personaje, como otros muchos, tienen en sus manos ideas de negocio que podrían proyectarse en gran escala. Tal vez por aburguesamiento o por cansancio, seguramente por falta de coraje, esas fórmulas se van a quedar en el pudiera. El potencial se quedará quieto, subexplotado; el talento y la energía se desaprovecharán.
De casos como éstos hemos aprendido que la clave del emprendimiento está en la querencia. Es la voluntad y el compromiso del líder lo que va a significar la diferencia. El dirigente que no supera el miedo para asumir riesgos jamás llegará lejos; su cortedad de miras y su indecisión lo limitarán siempre.
Estos casos nos hacen reflexionar sobre el valor de nuestra querencia, nuestra voluntad, nuestro corazón para hacer realidad nuestros planes, para lograr nuestros objetivos. El pedagogo español Oliveros Fernández Otero profundizó en el tema, y nos dijo: “Cuando nos encontramos o convivimos con una persona de excepcional categoría humana, ¿no advertimos que se distingue de los demás, fundamentalmente, por su inmensa capacidad de querer…?”
Es preferible intentarlo y no llegar, que quedarnos parados, y no hacer nada. El Dr. Carlos Llano afirmaba: “Vale más proponerse la meta de la excelencia y no lograrla, que la de la mediocridad y conseguirla”. No podemos aspirar a metas mediocres, no vaya a ser que las alcancemos.
Hemos visto a empresarios alcanzar posiciones de liderazgo a nivel mundial, disrumpiendo sus industrias y creando nuevos caminos y soluciones. ¿Cuál es la diferencia entre estos líderes extraordinarios y el resto? Ellos se atrevieron a crear en grande, concibiendo proyectos verdaderamente audaces, construyendo caminos creativos y, sobre todo, involucrándose en cuerpo y alma en la implementación de sus decisiones. Nada podrá suplir el coraje y la pasión con que un líder emprende sus proyectos.
No cabe duda que la gran diferencia radica en que ellos saben querer. Ellos superan sus miedos, que también les hacen temblar las piernas. Nuestros temores se basan en que es posible fracasar, y en la falsa idea de que el fracaso nos resta valor como personas, nos hace menos.
¿Cuáles son los caminos del emprendimiento? Querencia potente y definida, búsqueda enfocada y sistemática, exploración medida y ágil, y mucha persistencia. Lo demás es orquestar un equipo humano comprometido y seguir una metodología efectiva.
La adversidad de las circunstancias y las dificultades del entorno son solo pretextos. La oportunidad de aprender a querer está abierta para todos. Nos falta revisar y cuestionar nuestras querencias, y luego… ¡tomar decisiones y actuar con determinación! Ortega y Gasset nos lo dijo: “…las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter”.
Emprender es querer.
*Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM.
* “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois

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