El balance de la marcha del 28 de abril en Medellín: comenzó en calma y terminó en violencia – El Colombiano

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Lo que comenzó como una tímida convocatoria para conmemorar un año del estallido social del 28 de abril de 2021 en el país, que no superaba las 200 personas al inicio, terminó convertida en una manifestación pacífica multitudinaria en el Parque de los Deseos que para el final de la tarde se opacó por disturbios. El reporte de las autoridades da cuenta de un agente de tránsito y una funcionaria de la Personería heridos, así como tres personas conducidas al Centro de Traslado por Protección.
Las autoridades locales entregaron el primer balance de la jornada en la noche e indicaron que cerca de las 4:30 p.m., cuando un grupo de marchantes retornaba al sector de la Universidad de Antioquia, se presentaron disturbios entre los encapuchados y el Esmad a la altura de la calle Barranquilla, lo que produjo paralización del tránsito vehicular y las lesiones a los dos funcionarios por causa de “papas bombas”. La moto del agente también fue incinerada.
La Personería de Medellín reportó también que las personas que llevaron al Centro de Traslado por Protección tenían en su poder destornilladores y objetos cortopunzantes.
Una jornada con varios matices
Cerca de las 11:30 a.m., los congregados (en su mayoría jóvenes) comenzaron a movilizarse sobre la carrera Carabobo luego de lanzar arengas y quemar imágenes del ministro de Defensa, Diego Molano, y del comandante del Ejército, el general Eduardo Zapateiro.

La manifestación contó con el acompañamiento de 200 funcionarios de las secretarías de Juventud y de la No-Violencia, así como de la Personería y de varios grupos independientes de paramédicos. Durante el recorrido que acompañó EL COLOMBIANO, entre las 11:00 a.m. y las 2:00 p.m., no se observó presencia de la Policía Nacional pese a que para la actividad se informó que se dispusieron 2.200 uniformados para garantizar la tranquilidad.
La jornada estuvo marcada en la mañana por la alegría de los caminantes y por las originales formas que encontraron para manifestarse en medio de una caluroso día.
Uno de los “performance” más llamativos fue realizado por José Luis Mazeri, un joven desplazado del Urabá que hoy es estudiante de Historia de la Universidad de Antioquia, y que marchó semidesnudo y ataviado con una cruz de madera al hombro y una corona de espinas. Mazeri también sostenía un casquillo de un cartucho de granada lacrimógena que según él le fue lanzada por el Esmad en 2021 pese a estar vencida.
“En febrero de 2020, el alcalde Quintero permitió la entrada del Esmad a la U. de A. Luego en una entrevista dijo que en Medellín se necesitaban más propuestas de manifestación simbólica. Con el tiempo, me di cuenta que hacer protestas violentas no tiene sentido y ahí fue cuando recordé lo dicho por él. Entonces, si él quiere simbolismo, acá se lo estoy dando representando a los manifestantes mártires. Esto es por la memoria de los fallecidos en el paro”, agregó.
Otro marchante que protestó de forma muy particular fue Víctor Caro, quien vestido como si fuese un monje indicó su respaldo a los jóvenes manifestantes.
“Yo respaldo a estos jóvenes indignados que quieren un mejor país, que quieren hablar sin miedo y expresar tantas ideas que pueden contribuir a un país mejor. Hay que crear empatía y no ser indiferentes a tantos problemas sociales que hay”, agregó.
Aparte de la conmemoración de un año del estallido social, otros motivos de la marcha fueron el rechazo a la corrupción, los falsos positivos y los ataques del Ejército a civiles. Hasta unas banderas palestinas sostenidas por unas mujeres con la tradicional pañoleta musulmana vieron en la marcha que iba acompañada por chirimías y que por momentos parecía más una comparsa.
Luego de una hora de recorrido, los manifestantes tomaron la Avenida Ferrocarril en dirección al Parque de Las Luces. Durante su paso por la Plaza Minorista, varios encapuchados detenían el tráfico a la vez que trataban de tranquilizar a los dueños de los negocios vecinos. “No se preocupen, venimos en son de calma”, le dijo uno de los encapuchados a una vendedora ambulante.
En el camino también aparecieron unos artistas disfrazados de Donald Trump, Pablo Escobar y Álvaro Uribe vestidos con trajes de presidiarios color naranja, causando aplausos y risas entre los marchantes.
“Particularmente nos manifestamos con arte y esta es la forma de mostrar nuestro descontento ante este narcogobierno”, dijo Giovanny, uno de los artistas.
Su compañera, Gloria Zapata, indicó que con la representación buscaban hacer mofa de quienes patrocinan la guerra y la vuelven un negocio. “Hablamos de Estados Unidos y de Trump y de ahí ‘bajamos’ hasta un país tercermundista como el nuestro, donde el narcotráfico y la guerra se volvieron los negocios más rentables”, dijo.
Con el paso de la marcha por Ferrocarril, los negocios iban bajando sus rejas y los empleados se quedaban en la entrada o en las ventanas de los mismos. Unos grababan con sus celulares el paso de la marcha, otros se mostraban indiferentes a la situación y unos cuantos mostraban su apoyo a los jóvenes.

Tras casi tres horas de caminata, la manifestación llegó en orden y sin ninguna alteración al Parque de las Luces. Allí, los exhaustos caminantes se sentaron en el piso a la sombra de las guaduas del parque, mientras se armaban corrillos en los que cada quien compartía el contenido de sus “cocas”.
Tiempo después, los caminantes decidieron tomar la calle San Juan para tomar la carrera 65 y llegar nuevamente al punto de origen de la marcha. Todo este nuevo recorrido ocurrió sin incidentes graves.
Los lunares de la jornada
Pero decir que todo fue estuvo en paz, sería una mentira. En algunos momentos la situación se puso tensa.
Por ejemplo, cuando la marcha llegaba a la estación Cisneros, un encapuchado enseñó lo que parecía una granada de aturdimiento contra los ocupantes de un local por algún motivo que no se pudo saber. Por fortuna el asunto no pasó a mayores.
Otra situación condenable fueron los rayones con pintura en las estaciones Universidad y Chagualo del Metroplus, así como en los bajos de la estación Cisneros y la estación Guayaquil del antiguo Ferrocarril. Estas acciones se hicieron en presencia de funcionarios de la Personería y de la Alcaldía de Medellín que no hicieron nada por evitar estos daños.
Situación similar se vio en la Oficina de Colpensiones de la carrera 65 con calle 50, donde varios vidrios de la entidad fueron manchados con pintura.
Periodista de la Universidad de Antioquia. Al igual que Joe Sacco, yo también entiendo el periodismo como el primer escalón de la historia.

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