Ubicada en la calle Cristóbal Colón, en el Barrio del Encino, la Panadería Colón se ha vuelto un ícono de la ciudad.
Tanto por sus piezas, que conservan el sabor, la textura y la autenticidad de las recetas tradicionales, como por la experiencia de entrar y encontrarse con el saludo amable de Don Pedro (o “Don Piri” como lo llaman cariñosamente), la panadería hace sentir la familiaridad y la cercanía de los pequeños negocios que conforman a una comunidad.
Con 96 años cumplidos, Don Pedro ha dedicado 84 de ellos a la elaboración de pan. Nacido en San Juan de Los Lagos, este tahonero ha recorrido un largo camino y ha presenciado un sinfín de hechos históricos: desde el regreso de las tropas estadounidenses a su país natal después de la Segunda Guerra Mundial hasta la transformación de Aguascalientes en una ciudad vibrante.
Comenta que, con tan sólo 25 días de nacido, sus padres lo llevaron de vuelta a los Estados Unidos (de donde su papá era originario). Ahí vivieron algunos años, pero regresaron a causa de la Gran Depresión de 1929.
Ya de vuelta en San Juan de los Lagos, la tragedia golpeó a la familia, puesto que su padre falleció mientras cavaba un pozo. Seis meses después, la hermana más pequeña del tahonero murió a causa de meningitis, por lo que la familia decidió mudarse a Aguascalientes.
En esta ciudad que lo vio crecer y encontrar su vocación, Don Pedro comenzó cargando el mandado para las personas que visitaban el Mercado Terán. “Me daban dos centavos y yo me sentía feliz; así mucha gente me comenzó a conocer”, comenta.
Buscando a qué más podría dedicarse, se acercó a una panadería ubicada en la calle Díaz de León, donde inició como aprendiz. A causa de un malentendido con el patrón, decidió buscar trabajo en otro negocio similar por las calles del centro.
En su juventud, también participó en dos ocasiones en el programa Bracero, impulsado por Estados Unidos y México. En el país del norte, atestiguó dos eventos históricos que recuerda especialmente: el regreso de las tropas estadounidenses tras el triunfo de los aliados en la Segunda Guerra Mundial y, años más tarde, la celebración de la victoria de John F. Kennedy en la contienda presidencial de 1961.
Aunque viajó en varias ocasiones a Estados Unidos, nunca dejó su verdadera vocación: la panadería. Durante toda su adultez trabajó para varios empleadores hasta que, una vez pensionado a la edad de 60 años, decidió emprender su propio negocio.
Panadería Colón se inauguró en 1985. Desde entonces, se ha mantenido como un ícono del barrio, pues la energía y la vitalidad de Don Pedro no se han atenuado con el paso del tiempo. “Lo hacemos con mucho amor y mucha voluntad para servirle a la gente. Trabajamos para que a la gente le guste”, comenta.
Prueba de ello es la gran cantidad de clientes que atrae. Cada día, hacia las dos de la tarde, no queda ni un solo pan en las estanterías.
Desde conchas, donas, chamucos, hasta salamares y picones, cada pieza pasa por las manos expertas de Don Pedro, que no han perdido ni un poco del entusiasmo por su oficio.
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© 2018 Líder Empresarial – by CEOS NM CEOS New Media.
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