Dividendos vs. recompras de acciones: ¿qué es mejor? – ámbito.com

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Las empresas siempre buscan maneras de retribuir a sus inversores por acompañarlas y participar de sus negocios. A veces ese camino deriva en la intención de la compañía por incrementar su valuación a partir de proyectos que agreguen valor a su capitalización bursátil, y otras veces el medio seleccionado es más directo.

Entre los caminos directos para retribuir al inversor, el más conocido es el de distribuir dividendos, pero el último tiempo la alternativa que más fuerza fue tomando es la recompra de acciones.

En cuanto a las distribuciones de dividendos, las hay de distinto tipo. Pueden ser distribuciones de efectivo o en especie. Las primeras pueden ser en la moneda que decida la compañía, aunque usualmente se trata de la moneda local o dólares.

Las transferencias de especie pueden constar de cualquier instrumento ajeno que deseen distribuir (bonos soberanos, corporativos, acciones) o incluso propio (bonos o acciones emitidos por la entidad).

Por ejemplo, en agosto Ternium Argentina (TXAR), decidió que, para amoldarse a la comunicación “A 7552” del BCRA, a partir de la cual limitaba la tenencia de certificados de depósitos a un máximo de US$100.000 para aquellas empresas que desearan continuar accediendo al MULC, desarmaría su cartera de CEDEARs distribuyéndolos como dividendos. Así fue como los tenedores de TXAR, terminaron recibiendo distintas porciones de SPY, XLF, DIA y EWZ. En el caso que la empresa decida distribuir acciones propias, el efecto a esperar sería similar al de un split.

Por el lado de las recompras de acciones, la compañía anuncia que quitará acciones de circulación del mercado detallando el monto de compra y precio máximo que va a pagar. Muchas veces esto es visto como una señal de que la empresa considera que su papel está barato. ¿Pero por qué la recompra de acciones es una forma de retribuir al inversor si no recibe dinero como en los dividendos?

En la teoría lo que sucede es que la valuación de la empresa se mantiene estable, pero la cantidad de acciones entre las que se distribuye esa valuación es menor, generando que cada papel tenga un valor superior. Así, el accionista ve su cartera crecer en valor. VIST, YPF y CEPU son algunas de las empresas que recientemente han anunciado recompras de acciones.

Ahora, como potenciales inversores en cualquier empresa, debemos hacernos una serie de preguntas que resultan indispensables para entender si una inversión es para nosotros o no. Primero debemos establecer qué tipo de retribución buscamos.

¿Queremos dividendos o queremos revalorización de la empresa? Si queremos dividendos, ¿los queremos en efectivo o en especie? ¿En qué moneda o en qué tipo de especie? Si preferimos revalorización, ¿la queremos mediante crecimiento orgánico o a partir de recompras de acciones? Estas son todas preguntas que nos podemos responder observando el comportamiento histórico de la compañía que nos interese y prestándole atención a los más recientes comentarios del management.

Incluso más importante es establecer si la política de retribución al inversor de la empresa es consistente con sus capacidades. Una empresa puede tener el objetivo de crecer orgánicamente y por ende no distribuir dividendos ni realizar recompras de acciones, cuando en realidad no tiene proyectos que la lleven a ese crecimiento.

Ello no hablaría muy bien de quienes lideran la compañía, considerando que una empresa únicamente debería tomar la decisión de utilizar la totalidad de su flujo de caja en mayor crecimiento si posee proyectos cuyo retorno supera su costo marginal del capital. De lo contrario, la mejor decisión que puede tomar para con el inversor es alguna de las otras dos alternativas. Por lo tanto, si buscamos crecimiento orgánico, este es un punto clave a analizar.

En caso de que nuestra preferencia esté del lado de la retribución directa al inversor, existen otros asuntos a considerar. Hay dos motivos principales por los que los dividendos superarían a las recompras de acciones. El más importante es que los dividendos en efectivo permiten que el inversor haga lo que desee con el dinero.

Puede utilizarlo para solventar costos propios, puede reinvertirlo en la misma empresa o en otras, las posibilidades son las del efectivo mismo. Esto no lo tendríamos en el caso de una recompra de acciones, donde nuestra tenencia se revalorizaría, pero no dispondríamos de efectivo. Podríamos generar ese efectivo, vendiendo una porción equivalente si tuviéramos acciones suficientes, pero ello representaría disminuir nuestra posición en la empresa y puede ser que deseemos no hacerlo.

El segundo motivo, aunque no menor, los dividendos son un compromiso mayor al de las recompras. En otras palabras, nuestro flujo de renta se vuelve más predecible al invertir en una empresa que tenga una política de dividendos definida. Sin embargo, hay que considerar que estas políticas limitan la flexibilidad financiera de la empresa. Para ella, recortar el dividendo significaría darle al mercado una pésima señal, por lo que no lo haría a no ser que sea imprescindible. En cambio, las recompras de acciones no solo no representan una obligación, permitiendo que la empresa no cumpla con lo anunciado, sino que además no generan la misma expectativa de que se sostengan en el tiempo.

Por último, también debemos tener en cuenta una cuestión fundamental: la impositiva. En el caso de las recompras, el flujo de caja libre de la empresa es post impuestos, por ende, las recompras serían por el monto total anunciado. No es así para los dividendos, que en muchas jurisdicciones están sujetos a impuestos por lo que una porción de la distribución se perdería en manos del fisco. En estos casos, sería preferible una recompra de acciones comparable, y en caso de necesitar efectivo, vender la acción dado que las ganancias de capital suelen no estar grabadas o estarlo por una tasa inferior a los dividendos.

En definitiva, no hay respuesta objetiva a la pregunta inicial. Todo dependerá, en primer lugar, de nuestras necesidades como inversores y nuestra tesis de inversión, en segundo lugar, de las reglas impositivas que nos atañen, y, en tercer lugar, de las posibilidades de la empresa en la que deseemos invertir.

Analista de PPI.
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