Cruceros eléctricos: un nicho de negocio a punto de zarpar – EL PAÍS FINANCIERO

La organización independiente sin fines de lucro The International Council on Clean Transportation (Consejo Internacional de Transporte Limpio o ICCT por sus siglas en inglés) señaló que los viajes en crucero producen impactos medioambientales peores para el clima que los aviones.
Así es, aunque parezca extraño, la flota de cruceros que surcan los mares afectan más que los aviones dedicados al turismo.
La industria lo sabe y, por esto, está buscando una salida que bien podría ser aprovechada por los inversores dispuestos a apostar por todas las compañías que giran alrededor de la descarbonización.
Aquí se expondrán diversas opciones sostenibles para disminuir su impacto negativo.
¿Qué puede hacer la industria de los cruceros para disminuir su impacto negativo en el ambiente? La movilidad eléctrica es una posibilidad, pero parece que las probabilidades son bajas, o no para la totalidad de las embarcaciones o como una única alternativa para la contaminación que se está generando.
La industria marítima ocasiona más de mil millones de toneladas de emisiones de carbono por año, lo que significa más del 2,6 por ciento del total mundial, según los análisis de la Agencia Internacional de Energía.
Para disminuir dichas emisiones es necesaria la implementación de otros combustibles y fuentes de energía, y aquí es donde se presenta la electricidad como una opción prometedora.
Aún más cuando la Organización Marítima Internacional, un organismo de la ONU, se ha comprometido a garantizar:
Aunque ya existen embarcaciones propulsadas con motores eléctricos que recorren distancias cortas, como los ferrys, no hay datos fehacientes acerca de su eficacia en los cruceros internacionales que viajan por varios días y cubren tramos extensos.
La duda es si representan una alternativa viable o qué se necesita para que puedan serlo.
Para algunos analistas del Consejo Internacional de Transporte Limpio, luchar contra la contaminación en los océanos, especialmente la que causan los cruceros, es muy importante.
El viaje en barco puede significar una alternativa más accesible para los turistas que desean visitar muchas ciudades en un mismo recorrido, en vez de la compra de múltiples billetes de avión.
Pero, según el Consejo Internacional de Transporte Limpio, las consecuencias climáticas son mayores.
Es más, hasta las embarcaciones más eficientes es posible que emitan más CO2 por pasajero/km (Pax-km) que un avión comercial.
Un informe que ha publicado esa misma organización indica que los cruceros más espaciosos y eficientes sueltan emisiones de unos 249 g CO2 (pax-km), y el promedio de carbono de aviones internacionales se encuentra entre 12 g CO2 (pax-km) y 135 g CO2 (pax-km).
La diferencia crece ampliamente si se considera que los cruceros son también hoteles que flotan. En ese caso, se deben sumar las emisiones de este servicio.
Una investigación de la Cornell University, ubicada en Ithaca, NY, señala que una noche de hospedaje en un hotel de cuatro estrellas en EE.UU puede significar casi 32 kg de emisiones de CO2.
Si se hospedan dos personas en una misma habitación, el número puede reducirse en un 50 por ciento.
De este modo, las investigaciones de Bryan Comer, experto de ICCT, muestran que un  individuo que se hospeda en un crucero de línea por cinco noches y recorre 2 mil km, que emite 250 gr de CO2 (pax km), sería responsable de 500 kg de CO2, o 100 kg de CO2 por cada jornada. Un número impresionante.
En este sentido, si el mismo individuo viaja en avión emitirá 160 kg CO2 en un vuelo de aerolínea media; y si se le agregan las emisiones del hospedaje (30 kg CO2 por noche), se llegaría a un total de 150 kg dióxido de carbono.
Entonces, sumado todo, serían más de 300 kg CO2, o 230 kg CO2 si comparte habitación. Con dicho ejemplo, un pasajero de avión tendría que emitir cerca de un 41 por ciento menos de carbono si vuela y se aloja en un hotel.
Si esta persona comparte una habitación, el número estaría ubicado en más del 50 por ciento.
Más detalles sobre la contaminación producida por cruceros.
John Maggs, presidente de Clean Shipping Coalition, una organización ambiental internacional global que se enfoca exclusivamente en temas de transporte marítimo en la Organización Marítima Internacional (OMI), indicó que de las embarcaciones, los cruceros son los peores, debido a que demandan demasiada energía por prestar servicios de hotelería.
Como señala Comer, los nuevos cruceros eligen cada vez más como combustible al metano, o el GNL (Gas Natural Licuado). La Clarkson University estableció que en la actualidad el 50 por ciento de los nuevos cruceros se han diseñado para que funcionen con este combustible.
Pero, aunque con el gas natural se pueden reducir las emisiones directas que contaminan el planeta, los tipos de motores utilizados por los cruceros dejan un margen de metano no quemado que se escapa y llega a la atmósfera. Se le llama “deslizamiento de metano”.
Además indica que lo que se emite en el ciclo de vida de dichos motores termina siendo más elevado que si se usa gasoil o diésel, que contienen bajos niveles de azufre, según las investigaciones del ICCT.
Mientras tanto, una investigación de la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente también dice que el gas natural licuado como combustible marítimo es en particular problemático debido a que se producen pérdidas desde los motores.
Según la OMI, se cree que entre un 0,3 y el 3 por ciento del gasóleo se fuga de este proceso de combustión y lo absorbe directamente la atmósfera.
Gran cantidad de cruceros que no tienen gas natural licuado usan depuradores que encaminan la contaminación del aire hacia el agua. La ICCT señala que el agua de descarga de los depuradores se encuentra contaminada con hidrocarburos policíclicos y variedades de metal pesado que se relacionan con distintos tipos de cáncer y disfunciones en la reproducción de los mamíferos marinos.
Elise Georgeff, una experta miembro de The International Council on Clean Transportation, ha explicado que por medio de sus investigaciones pudieron comprobar que el tamaño del barco y la extensión de la ruta son los elementos que más influencia tienen en la factibilidad de cruceros eléctricos.
La investigadora indica que las tecnologías de baterías que se utilizan actualmente ya satisfacen casi todos los ferrys que andan por rutas cortas y que pueden impulsar la adopción de embarcaciones eléctricas con baterías.
No obstante, la tecnología de estos aparatos es fundamental para impulsar la utilización de buques eléctricos en el sector de los cruceros, ya que son los que más dificultad trae electrificarlos debido a su magnitud y a la distancia que recorren.
Georgeff indica la factibilidad de la movilidad eléctrica exponiendo que los recorridos más cortos equivalen a menor cantidad de energía, por lo tanto, se necesitan menos baterías a bordo, por lo que es mejor para las embarcaciones pequeñas, o ferrys.
Además señala que, si bien en la actualidad el concepto es para barcos más pequeños, los sistemas de electricidad podrían ser una alternativa viable para el transporte marítimo de larga distancia, pero se necesitan nuevas inversiones.
Aquí hay oportunidades para todas aquellas compañías especialistas en electrificación que busquen un nicho de mercado para fortalecer su presencia en el mercado.
Por consiguiente, también es una oportunidad de inversión para aquellos que busquen nuevos segmentos de negocios para apostar a su crecimiento.
Los cruceros necesitan anclar en un muelle durante un período de tiempo, lo que quiere decir que hay una posibilidad de que esas embarcaciones no utilicen sus motores y sean conectadas a la red local para funcionar con electricidad.
Esto se denomina “energía de tierra” o “planchado en frío” y es muy importante para los barcos que usan grandes cantidades de energía mientras se encuentran anclados, como los cruceros.
Más allá de eso, el desafío se encuentra en alta mar. Según la distancia que tenga la ruta, es muy posible que una embarcación no pueda funcionar solamente con baterías. Pero en este punto es cuando hay que pensar en la existencia de tecnologías que complementen la producción de energía y puedan ayudar a ahorrar combustible, como la asistencia eólica, que benefició al transporte marítimo durante los últimos años.
Para Georgeff, en el futuro habrá espacio para muchas tecnologías de cero emisiones, como los barcos de baterías eléctricas, pero que esta posibilidad se basará en una serie de factores como la disponibilidad de combustibles alternativos regionales.
Las embarcaciones que viajan por recorridos cortos y tienen horarios fijos, por ejemplo los transbordadores y los barcos portuarios, se van a poder electrificar de un modo más fácil, instalando energía en tierra.
La conversión será mucho más sencilla que para los buques que tienen rutas largas, utilizan combustibles alternativos que son renovables, ya sea el amoníaco o el hidrógeno verde, y usan pilas de combustible.
Las pruebas de la ICCT concluyen que la conversión es complicada, pero múltiples investigaciones muestran que este futuro es viable.
Uno de esos análisis ha revelado que el 42 por ciento de todos las embarcaciones portacontenedores del Océano Pacífico pueden terminar sus recorridos usando sólo hidrógeno líquido y pilas de combustible, y que este número se eleva a casi el 100 por ciento si se agrega una parada para reponer provisiones.
De este modo los barcos eléctricos de batería no representan la única alternativa, los grandes buques son otros que pueden alcanzar las cero emisiones utilizando combustibles alternativos.
Lo que se sabe es que ya existen barcos que los propulsan con motores eléctricos. Estos recorren rutas cortas y muestran su eficiencia en recorridos fijos.
En relación a los cruceros, el Yangtze River Three Gorges 1 refuerza el argumento de Georgeff: es el crucero propulsado con electricidad más grande a nivel mundial y contiene la mayor capacidad de batería del mercado, y hasta tiene estaciones de carga en el río para poder recargar y continuar su ruta.
El suministro de energía en el mar es el siguiente desafío que deben resolver para que los cruceros que tienen largos tramos, de modo eléctrico, sean factibles a largo plazo. Moller-Maersk, el conglomerado de negocios internacionales más grande en el área del transporte y la energía marítima, ha presentado un proyecto de que con la base en un parque eólico, como los ya existentes en varias zonas marítimas del mundo, pueda generarse un sistema de recarga a electricidad para sus barcos en altamar.
Esto podría replicarse para los cruceros.
Según Georgeff, los cruceros tendrían que conectarse a la red eléctrica de tierra en el momento que se encuentre disponible (y que ésta pueda soportar la demanda de electricidad de una embarcación tan grande).
Además, se necesitaría que estos barcos comiencen a usar combustibles alternativos sin emisiones, pero señala que no es algo factible en los próximos años.
También, asegura que es muy importante disminuir en gran medida la contaminación del agua de los cruceros y garantizar la igualdad en todas las zonas por las que pasan estas embarcaciones y desde la totalidad de las fuentes de contaminación.
Esto lo explica con un ejemplo: los cruceros que viajan desde Seattle hasta Alaska van por aguas canadienses, pero las normas de vertido de Canadá son diferentes que las de EE.UU, entonces pueden verter diversas cantidades de contaminación según las distintas zonas de su recorrido.
Otro modo de minimizar el impacto de los cruceros es cumplir la normativa del medio ambiente. La experta señala que en el caso de Alaska, tenía un proyecto denominado Ocean Rangers, que trataba que los ingenieros navales que garantizaban que se cumpliera la norma medioambiental desde los cruceros que tenían paso por su territorio y eran entidades ajenas al gobierno que informaban de la contaminación que producían los cruceros.
Si bien esta política ya no existe, Georgeff piensa que puede tratarse de una alternativa  viable para poder transicionar hacia energías renovables.
Mientras tanto, la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente dice que este paso además necesita legislaciones que puedan incentivar la inversión en infraestructura, para permitir que los combustibles renovables tengan competitividad en los precios y en factibilidad, debido a que los costos en la actualidad son muy altos en relación con los combustibles fósiles.
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