Consejos para emprender con poco dinero – Diario Gestión

Consejo nº 1. Ante todo, mentalidad lean startup, que resumiendo en pocas palabras es: busca un problema, encuentra una solución, sal al mercado y pruébala cuanto antes. Y después, a medida que vayas iterando tu solución con el feedback del mercado, modifícala y adáptala a las necesidades reales de tus clientes. (Foto: iStock)
Consejo nº 2. No empieces sin dinero. ¿Cuánto? Pues dependerá de varios factores, porque no es lo mismo abrir una tienda física que vender productos por Internet u ofrecer tus servicios como profesional. Dependiendo de una u otra opción, la cantidad de recursos que necesitarías para emprender de forma segura sería mayor o menor. (Foto: iStock)
Consejo nº 3. Es importante saber cuánto dinero tienes y de cuánto puedes disponer. Que emprendas con pocos recursos no quiere decir que no lleves un estado de tus cuentas. Te recomendamos que hagas números antes de emprender y también, después de abrir el negocio. En el primer caso, te ayudará a saber cuánto dinero necesitarás para arrancar, y si no lo tienes, buscarlo. (Foto: iStock)
Consejo nº 4. Echa cuentas de cuánto necesitarás para arrancar. Como asegura Jordi Altimira, CEO y partner de UpBizor, “es fundamental tener una filosofía lean, muy bootstrapping. Si puedes empezar a desarrollar tu actividad con el mínimo activo posible, necesitarás menos pasivo. Y cuanto menos pasivo necesites, menos necesidades financieras tendrás. (Foto: iStock)
Consejo nº 5. Ya hemos dicho que la cantidad que necesitarás para arrancar dependerá de tantos factores como características tenga cada modelo de negocio: producto o servicio, online u offline, si requiere de personal, si necesita fabricación propia, si externaliza sus servicios, según sea su modelo de generación de ingresos, según sean las condiciones de pago del mercado… (Foto: iStock)
Consejo nº 6. Todo eso necesitarás para ‘abrir’ tu negocio. Y a eso tendrás que añadir otras partidas para la gestión del día a día. Por ejemplo, el famoso fondo de maniobra, que, a grandes rasgos, es la diferencia entre el dinero que vas a ingresar por las ventas de tus productos y/o servicios y el que vas a gastar ese mes (el circulante habitual) para que el negocio pueda seguir saliendo adelante. (Foto: iStock)
Consejo nº 7. Recuerda que la principal fuente de financiación de un negocio es y debería ser el cliente. Pero eso no siempre es posible, principalmente, porque, en la mayoría de los casos, los negocios suelen nacer sin clientes y se necesitan invertir muchos recursos en captarlos. (Foto: iStock)
Consejo nº 8. La forma más clara de saber si tu propuesta gustará o no a tus potenciales clientes es diseñando un producto mínimo viable (PMV) de tu solución. No hablamos de construir o fabricar nada, sino de elaborar algo, un esqueleto, que te permita conocer las opiniones de tu mercado y saber si vas por buen camino y qué cosas deberías cambiar, mejorar, eliminar, añadir… (Foto: iStock)
Consejo nº 9. No te vamos a decir en qué tienes que emprender; eso lo tendrás que decidir tú, pero sí es cierto que desde Emprendedores siempre hemos abogado por emprender en algo en lo que tengas experiencia, bien porque hayas trabajado previamente o porque tengas conocimientos sobre el tema. (Foto: iStock)
Consejo nº 10. También tendrás mucho ganado si cuentas con formación específica, más necesaria cuanto mayor sea el grado de especialización de tu proyecto. Internet ofrece muchos recursos gratuitos y de pago para encontrar la formación más adecuada a lo que necesitas. También puedes recurrir a instituciones públicas y privadas, principalmente, sectoriales, que te ayudarán. (Foto: iStock)
¿Podrías emprender sin dinero? Sí, pero si ya es complicado hacerlo con recursos, emprender sin dinero multiplicaría de forma exponencial tus problemas, según el portal Emprendedores. Tras hablar con diferentes expertos en creación y desarrollo de negocio, no olvides estas recomendaciones:
Ante todo, mentalidad lean startup, que resumiendo en pocas palabras es: busca un problema, encuentra una solución, sal al mercado y pruébala cuanto antes. Y después, a medida que vayas iterando tu solución con el feedback del mercado, modifícala y adáptala a las necesidades reales de tus clientes. Y todo eso, gestionando muy bien los recursos que tengas. Te servirán de mucha ayuda dos manuales clásicos: El método Lean Startup, de Eric Ries, y El manual del emprendedor, de Steve Blank y Bob Dorf.
No empieces sin dinero. ¿Cuánto? Pues dependerá de varios factores, porque no es lo mismo abrir una tienda física que vender productos por Internet u ofrecer tus servicios como profesional. Dependiendo de una u otra opción, la cantidad de recursos que necesitarías para emprender de forma segura sería mayor o menor.
Es importante saber cuánto dinero tienes y de cuánto puedes disponer. Que emprendas con pocos recursos no quiere decir que no lleves un estado de tus cuentas. Te recomendamos que hagas números antes de emprender y también, después de abrir el negocio. En el primer caso, te ayudará a saber cuánto dinero necesitarás para arrancar, y si no lo tienes, buscarlo. Y en el segundo, cuánto dinero para el día a día. De esta manera, evitarás que te la ‘pegues’ cuando surjan los primeros imprevistos. Que, ten por seguro, los habrá.
Echa cuentas de cuánto necesitarás para arrancar. Como asegura Jordi Altimira, CEO y partner de UpBizor, “es fundamental tener una filosofía lean, muy bootstrapping. Si puedes empezar a desarrollar tu actividad con el mínimo activo posible, necesitarás menos pasivo. Y cuanto menos pasivo necesites, menos necesidades financieras tendrás. Todo lo que sea variabilizar costes es una buena estrategia. Y de eso se trata, de reducir al máximo los costes fijos. Por ejemplo, si puedes evitar necesitar un local o una oficina al principio, eso que te ahorrarás. Pero, si por la propia naturaleza de tu proyecto, no puedes prescindir de determinados costes fijos, intenta variabilizarlos. Por ejemplo, en lugar de tener un local, busca un pequeño almacén para guardar los productos. O en lugar de tener una oficina propia, acude a un coworking. Y hasta que puedas contratar personal (otro de los costes fijos clásicos), busca alianzas y acuerdos con otros emprendedores como tú que complementen tu negocio”.
Ya hemos dicho que la cantidad que necesitarás para arrancar dependerá de tantos factores como características tenga cada modelo de negocio: producto o servicio, online u offline, si requiere de personal, si necesita fabricación propia, si externaliza sus servicios, según sea su modelo de generación de ingresos, según sean las condiciones de pago del mercado…
Imagina que tu negocio será físico. En ese caso, el alquiler inicial y las fianzas del local. Sin olvidar que hay casos en los que el dueño del local te exigirá dos o tres mensualidades por adelantado. Y si el local en el que te vas a meter requiere de una reforma previa, añade también el informe técnico del proyecto de obra, los permisos y licencias de obra y de apertura y la obra civil. En ocasiones, también necesitarás contar con avales y garantías para cubrir los posibles riesgos.
También es importante, no que no te olvides del IVA de las inversiones que vayas a realizar. Del mismo modo, los costes relacionados con el aprovisionamiento del local (maquinaria, decoración, mobiliario, etc.). También el stock inicial que necesitarás para que la tienda tenga productos para vender. Probablemente, necesitarás contar con un sistema informático de gestión.
Muy importante también, tendrás que invertir en algún tipo de publicidad inicial para darte a conocer. Sin olvidar la inversión en el desarrollo de una web. Por supuesto, los costes relacionados con la constitución de la sociedad y los gastos iniciales de gestoría. A partir de aquí pueden surgir otras partidas más específicas relacionadas con el sector en el que vayas a operar.
Todo eso necesitarás para ‘abrir’ tu negocio. Y a eso tendrás que añadir otras partidas para la gestión del día a día. Por ejemplo, el famoso fondo de maniobra, que, a grandes rasgos, es la diferencia entre el dinero que vas a ingresar por las ventas de tus productos y/o servicios y el que vas a gastar ese mes (el circulante habitual) para que el negocio pueda seguir saliendo adelante. Ese fondo deberá cubrir, como mínimo, 3 o 4 meses de gastos. Aunque dependiendo de tu mercado, con plazos de pago y cobro a medio y largo plazo, ese fondo de maniobra puede ser más amplio.
También debes incluir el alquiler periódico del local. Una de las partidas más importantes es el gasto de personal, si necesitas tener empleados. En ella, debes incluir no solo los sueldos, sino también los seguros sociales. También, los gastos por ser autónomo como sueldo, administrativos e IVA trimestral. Por supuesto, los diferentes seguros del local y los propios de la actividad de tu negocio. Sin olvidar, el coste para tener un stock permanente de productos.
También, el de suministros varios como material de papelería, etc. O los relacionados con el mantenimiento propio del local (luz, agua, telecomunicaciones…). Y otros gastos relacionados con la actividad propia del negocio como puede ser la logística, por ejemplo. También una partida destinada a los gastos de marketing y publicidad. O los costes de una formación continuada, tuya y de tus empleados, dependiendo de la naturaleza de tu negocio. Y los costes relacionados con la necesidad de contar con certificaciones obligatorias. El desarrollo web (mantenimiento) y los gastos de tu gestoría.
Recuerda que la principal fuente de financiación de un negocio es y debería ser el cliente. Pero eso no siempre es posible, principalmente, porque, en la mayoría de los casos, los negocios suelen nacer sin clientes y se necesitan invertir muchos recursos en captarlos. Y cuando los tienes, los plazos de pago no siempre coinciden con la venta, es decir, hay negocios en los que el cliente te paga en el momento de comprar tu producto y otros en los que el cliente te pagará, bien a plazos, o a medio y largo plazo.
Entonces, ¿de dónde sacarás recursos? Evidentemente, de tus aportaciones personales y/o de tus socios (si tienes). Que inviertas en tu negocio debe ser una obligación lógica, principalmente, porque es la mejor carta de presentación a la hora de captar y convencer a nuevos socios e inversores. Si puedes capitalizar el paro, hazlo.
También puedes conseguir más dinero, acudiendo a familiares y amigos. No olvides que a no ser que la inversión que haga alguno estos familiares y amigos sea muy alta, no deberían formar parte del accionariado de la sociedad. Si son pequeñas aportaciones de capital, puedes acordar con ellos –por escrito– que les devolverás el dinero prestado con intereses, y dejando muy claro que no participarán en la toma de decisiones de tu proyecto.
Otra fuente sería la de los inversores privados, que, en etapas iniciales (pre-semilla y semilla) la suelen cubrir business angels, y en etapas más avanzadas, los venture capital. Pero, con sinceridad, en proyectos de poca inversión, es muy complicado en la mayoría de los casos captar su atención.
Otra fuente de financiación son las líneas de crédito tanto de bancos como de organismos públicos. En estos últimos juegan un papel muy importante los préstamos participativos de entidades como Enisa. Tampoco debes olvidar el valor que aportan las Sociedades de Garantía Recíproca, que son entidades financieras que facilitan el acceso al crédito y mejoran las condiciones de financiación, a través de la prestación de avales ante bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito, Administraciones Públicas y clientes y proveedores. Otra fuente que no se suele tener muy en cuenta es contar con un socio industrial y/o tecnológico, que no aporta capital, en primera instancia, pero sí agrega valor a tu negocio.
Sin lugar a dudas, otra fuente de financiación son las subvenciones y ayudas públicas. Destacan las del ICO y las del CDTI. Ten en cuenta que tardan tiempo en llegar desde que las solicitas. Por eso, no debes obsesionarte. Es cierto que existen muchas subvenciones y ayudas públicas de todo tipo y muy interesantes, pero conllevan un proceso que puede hacerte perder el foco de tu negocio. Ese proceso, en la mayoría de los casos, suele ser complejo y obliga a invertir tiempo y recursos, que, muchas veces, no tienes. En esos casos, lo mejor es externalizar esa tarea en empresas especializadas en la búsqueda y gestión de subvenciones y ayudas públicas.
Otra fuente interesante a la que puedes recurrir es el crowdfunding: financiación colectiva a través de particulares, empresas e inversores. También puedes buscar el apoyo de organismos como los centros europeos de empresas innovadoras, parques científicos y tecnológicos, agencias de desarrollo local y regional, la Confederación Española de Jóvenes Empresarios, cámaras de comercio, la Fundación Incyde, la Confederación Española de Cooperativas de Trabajo Asociado, universidades y escuelas de negocios que cuentan con clubes de inversores y organizaciones de autónomos como ATA, UATAE, CEAT, UPTA y CONAE.
La forma más clara de saber si tu propuesta gustará o no a tus potenciales clientes es diseñando un producto mínimo viable (PMV) de tu solución. No hablamos de construir o fabricar nada, sino de elaborar algo, un esqueleto, que te permita conocer las opiniones de tu mercado y saber si vas por buen camino y qué cosas deberías cambiar, mejorar, eliminar, añadir… El PMV te permitirá iterar y pivotar, es decir, podrás ir cambiando ‘piezas’ de cliente, del canal, del precio, etc. Existen numerosas herramientas que te ayudarán a diseñar tu PMV: los mapas de empatía, que te ayudarán a hacer un perfil de cómo es y qué cosas le interesan a tu cliente y ponerte en su piel. También el test de usuario o cocreación, que consiste en seleccionar a varios usuarios y enséñales un primer prototipo básico, como si fuera un puzzle al que le quitas piezas y dejas que lo resuelvan los usuarios. Obsérvales para saber qué es lo que interpretan ellos a partir de lo que les enseñas.
También puedes diseñar un prototipo básico a través de una impresora 3D. Incluso, puedes recurrir a los storyboards o guiones gráficos, para que, a través de viñetas o ilustraciones secuenciadas, cuentes una historia (te recomendamos La clave es la servilleta, de Dan Roam). Otras herramientas son los vídeos, las infografías, el roleplay (dinámicas de grupo) o las aplicaciones para prototipar como Justinmind, Unbounce, Balsamiq y Axure, entre otras.
No te vamos a decir en qué tienes que emprender; eso lo tendrás que decidir tú, pero sí es cierto que desde Emprendedores siempre hemos abogado por emprender en algo en lo que tengas experiencia, bien porque hayas trabajado previamente o porque tengas conocimientos sobre el tema. Lo de que la experiencia es un grado no es gratuito. Tener experiencia te ahorrará tiempo en el desarrollo y crecimiento de tu proyecto porque te permitirá acceder con mayor rapidez a contactos especializados y te ayudará a conocer las reglas en las que se mueve un determinado mercado, entre otras ventajas.
En el caso de que no tengas experiencia, intenta rodearte de profesionales que sí la tengan. Si no tienes recursos para contratarlos, busca informes sectoriales y/o acude a eventos del sector. Todo lo que hagas en ese sentido será positivo para conocer mejor tu mercado. También puedes llegar a acuerdos con otros profesionales que complementen tu negocio.
También tendrás mucho ganado si cuentas con formación específica, más necesaria cuanto mayor sea el grado de especialización de tu proyecto. Internet ofrece muchos recursos gratuitos y de pago para encontrar la formación más adecuada a lo que necesitas. También puedes recurrir a instituciones públicas y privadas, principalmente, sectoriales, que te ayudarán. No tienes que ser expertos en todas las áreas de negocio, pero sí deberías tener unos mínimos conocimientos de cómo se gestiona un negocio, haciendo especial hincapié en la parte financiera, comercial y ventas.
Director periodístico
JULIO LIRA SEGURA
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