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Sostenibilidad
Ante la demanda de productos animales, por ejemplo carnes y lácteos, se avanza en el modelo intensivo o industrial de producción ganadera, sobre todo, en los países emergentes o en desarrollo. Así se distribuyen las grandes granjas en el mapa.
El aumento de la demanda de productos animales y de la población mundial ha tenido un efecto arrastre en los sistemas de producción, generando un aumento de su productividad. La ganadería intensiva o industrial ya existía, desde luego, pero esa retroalimentación entre oferta y demanda ha proyectado su objetivo: la cría de animales con la prioridad de la máxima producción de carne, leche, huevos u otros productos, al menor coste posible y en el plazo más reducido que permita su organización.
Ganadería Sostenible
Alineada con la sostenibilidad, la ganadería sostenible es aquella que no recurre a químicos ni hormonas en el tratamiento de los animales, que se preocupa por el nivel de emisiones y racionaliza el uso de los recursos naturales. Por ello, los productos procedentes de estas ganaderías, como por ejemplo la carne y la leche, son más amables con la naturaleza.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), se trata de “un sistema de producción ganadera a gran escala y orientado al mercado, caracterizado por establos completamente cerrados y una alta dependencia de insumos externos”. Organizaciones ecologistas como Greenpeace critican de este modelo la generación de purines y gases de efecto invernadero, además del uso masivo de antibióticos y medicamentos para evitar enfermedades en ambientes con tanta densidad animal.
La contribución de la ganadería en todas sus variedades a la seguridad alimentaria es innegable. La FAO estima que un 70% de los 1.400 millones de personas con menores ingresos dependen de una u otra forma de esta actividad. No obstante, la intensificación y la industrialización también han reducido el número de pequeños ganaderos, muy dependientes y sin apenas opciones de competir con las grandes granjas.
Aunque su presencia se da en prácticamente todas las regiones del mundo, “la tendencia hacia la intensificación es más pronunciada en Asia, donde hay escasez de tierra pero abundancia de mano de obra relativamente barata”, apunta el informe ‘La agricultura mundial: hacia 2015/2030’, elaborado por la FAO.
“Países desarrollados como Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Alemania han pasado ya el pico de la ganadería intensiva y siguen una tendencia de vuelta a sistemas más tradicionales”, coincide Pablo Urrivelarrea, experto en sistemas agrarios sostenibles de World Wildlife Forum (WWF).
Este cambio responde a un mayor conocimiento de las consecuencias en la salud animal y humana, así como en el medioambiente, asegura Urrivelarrea. De hecho, la ganadería representa un 14,5% del total de emisiones de gases de efecto invernadero y juega un importante papel en el calentamiento global, según el documento ‘Combatiendo el cambio climático a través de la ganadería’, también de la FAO.
Por el contrario, el mayor salto hacia los sistemas intensivos se ha producido en los países en vías de desarrollo “acuciados por la creciente demanda del llamado primer mundo”, entre otros motivos.
El crecimiento de este modelo con orientación más comercial y concentrado geográficamente añade consecuencias como la sustitución de sistemas de producción extensivos, de pequeña escala o subsistencia y mucho más distribuidos. También ha influido en la selección de las especies a favor de las más rentables como cerdos y aves de corral, apunta el informe ‘Sistemas globales de producción ganadera’. De hecho, según este estudio, más de la mitad de la producción global de carne porcina se produce en sistemas intensivos.
China es el principal productor mundial de este producto y acapara el 64% de la cría intensiva en todo el mundo. El país asiático ha sido paradigma de la expansión de granjas industriales como respuesta a una demanda disparada, señala el documento. Países cercanos como Vietnam y Corea han experimentado el mismo fenómeno, aunque a menor escala.
Las otras dos mayores zonas globales son Estados Unidos y la Unión Europea. A pesar de ese progresivo cambio de tendencia a favor de un modelo más sostenible, los países de ingresos altos aún representan el 24,5% de la producción porcina intensiva. En este índice quedan lejos regiones como Latinoamérica y el Caribe, con un 2,6%, África subsahariana (apenas un 0,9%) o Asia central más los países del este europeo menos pudientes (3%).
La producción avícola supera a la porcina: cerca de un 70% proviene de sistemas intensivos. Casi todas las regiones planetarias participan en ese modelo industrial por diferentes motivos, desde que animales como las gallinas son más sencillos y baratos de gestionar a que su consumo no está limitado por factores sociales o religiosos, como sí ocurre con el cerdo por ejemplo en países musulmanes.
Ganadería Sostenible
La ganadería intensiva se basa, como las demás industrias, en la intensificación de los factores de producción. Juega un papel importante para cubrir las necesidades de proteína de las personas y supone una mayor producción con menos costes. Sin embargo, produce casi el 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
China, con el 38%, y los países de mayores ingresos, con el 27,8%, lideran la producción de carne de aves de corral intensiva, seguidos por Brasil, Indonesia, México y Japón. En Oriente Medio y el norte de África, el 57% de las aves de corral se crían en condiciones intensivas, aunque solo representan el 4,6% del total.
En términos de regiones planetarias, América Latina y el Caribe suman el 11,9% de la producción intensiva de aves de corral, África subsahariana, el 2,1%, y Asia central más el este europeo, el 4,7% del total planetario.
BBVA cuenta tanto en España como en México y Latinoamérica con productos y servicios adaptados a las necesidades de las empresas y los negocios de este sector. Todo ello con el objetivo de promover la transición sostenible del mismo, apoyando la agricultura de conservación, la certificación orgánica de los métodos productivos, la eficiencia en el uso del agua y las energías renovables aplicables en el sector como la fotovoltaica y la biomasa.
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