Monitor de Latinoamérica
Su moderación de última hora no impide que sus proyectos asustan al sector privado
Su política de transformación plantea más impuestos y mayor intervencionismo
El triunfo presidencial del izquierdista Gabriel Boric, candidato de la coalición Apruebo Dignidad, que integran Frente Amplio, Partido Comunista y otros, ha puesto en alerta a las empresas españolas en Chile, en espera de ver en qué se concreta el nuevo rumbo económico que prometió en campaña. Aunque Boric moderó puntos de su radical plan económico para lograr la victoria y dijo entender que para cumplir sus promesas debe dar estabilidad y tranquilidad a inversores y sector privado, las firmas desconfían.
En la segunda vuelta presidencial, Boric, defensor de cambios radicales y que centró su discurso en el fin de la desigualdad, la redistribución y la sostenibilidad, derrotó por 12 puntos (56%-44%) al derechista del Frente Social Cristiano, José Antonio Kast, partidario del ‘statu quo’, de una mayor reducción del rol del Estado en la economía y defensor del orden y la ‘mano dura’.
Preocupación en España
En España, las empresas están en cautelosa alerta ante el giro en uno de los mercados más amigo de la inversión, estable y próspero del área y con más seguridad legal y solidez institucional. España es cuarto inversor con un stock de 17.000 millones y, en los dos últimos años y pese al Covid, Sacyr (el mayor inversor privado en infraestructura en Chile) OHLA, Iberdrola, Acciona, Abengoa, Siemens, Enagás, Ferrovial o Naturgy han iniciado, pujan o se han adjudicado proyectos.
Allí están más de 600 empresas, entre ellas y además de las citadas, Abertis, Repsol, ACS, Telefónica (de salida), FCC, Santander, Mapfre, Enel-Endesa, Grifols, Iberia, Indra, Técnicas Reunidas, Mango, Inditex, REE, Agbar, Elecnor o Azvi. El chileno, ya el segundo mejor país para invertir en energía limpia, es mercado clave para constructoras y firmas de renovables.
No obstante, ya antes de la segunda vuelta, un sondeo de la Cámara de Comercio Española de Chile, revelaba que una mayoría de compañías españolas no piensa en inversiones de gran magnitud por ahora, ya que el país atraviesa cambios que crean incertidumbre sobre el futuro. El 54,9% mantendrá el mismo volumen inversor y se señalan como retos para los negocios aspectos regulatorios, burocracia e inestabilidad político-económica. Adalid de la izquierda
La victoria del joven Boric, adalid de una izquierda radical que ha roto con el centroizquierda tradicional que condujo a la transición democrática post-Pinochet bajo la Concertación, marca el fin de esa era de transición. Ha ganado con promesas de cambios profundos y deberá lidiar con las altas expectativas ciudadanas generadas mirando de reojo a los inversores y aplicando realismo.
Derrotado en el primer turno, en el triunfo de Boric fue clave la moderación del discurso en segunda vuelta y su éxito en convencer de que un triunfo de Kast, con pasado próximo a Pinochet, pondría en riesgo los avances sociales. Boric comenzó a hablar de seguridad, respeto a la propiedad privada y logró apoyo de los ex presidentes socialistas moderados Lagos y Bachelet. Sin renunciar al espíritu de las protestas de 2019 contra los excesos del neoliberalismo.
Necesidad de pragmatismo
El cambio se produce en un escenario económico, político, social y sanitario muy complejo y en un momento en el que se decide el cambio del modelo del Estado con una nueva Constitución. Chile se acerca al final de un largo proceso de consultas y elecciones, abierto tras el estallido social de 2019 e iniciado en octubre de 2020 con un plebiscito en el que Chile respaldó la redacción de una nueva Carta Magna y eligió una Convención Constituyente.
Desde entonces Chile ha ido a las urnas siete veces para elegir alcaldes, gobernadores, diputados y senadores, la Convención y al presidente. Solo resta decidir en plebiscito, a mitad de 2022, si el país acepta el borrador que se redacta de la Constitución. Boric, que asume en marzo, afronta un Parlamento dividido, en el que le será complicado aprobar políticas y deberá negociar. Y convivir con una Convención fragmentada, pero clave para definir el futuro.
Afronta, además, desconfianza empresarial (su triunfo fue seguido de salida de capitales y compras inmobiliarias en el exterior) y la ‘vigilancia’ de inversores y mercados. Sus tesis en favor de una mayor carga fiscal, intervencionismo económico, sustitución del sistema privado de pensiones (AFP) por otro estatal, subida del salario mínimo, reducción de la semana laboral y más cotizaciones e impuestos para cambiar los sistemas de salud y educación crean temor.
Aunque Boric, que presenta su Ejecutivo el 11 de enero, dice querer adecuarse a los parámetros socialdemócratas de la UE, el sector privado teme que sus aliados comunistas minen su presunto pragmatismo y ven con inquietud una huida de inversores extranjeros, claves para el desarrollo del país.
Un panorama muy complejo
Boric quiere iniciar su Gobierno enviando al Congreso su reforma tributaria. Su idea es recaudar un 5% del PIB con eliminación de exenciones, reducción de la evasión, ‘impuestos verdes’ y al patrimonio y royalties a la minería. Pero entre sus asesores ya se indica que no se podrán concretar algunos “proyectos importantes” dada la situación macro y fiscal. En el inmediato, debe afrontar urgencias como el combate a la pandemia y sus efectos. Y sin espacio fiscal para más ayudas sociales ni para avanzar con rapidez hacia el futuro socialdemócrata próspero al que dice aspirar y no decepcionar a sus votantes.
En economía, Chile se habrá recobrado en 2021 del golpe del Covid, con un rebote del PIB del 12%, gracias a la reactivación del consumo con fondos estatales, pero la recuperación no está consolidada. Tanto entes globales como banco central prevén que el crecimiento baje el pistón a entre el 2% y el 3,5% en 2022. Y en un entorno de alta inflación y menos inversión y productividad.