«Cantabria debe potenciarse como entorno saludable para vivir y crear tejido empresarial» – El Diario Montañés

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Alejandra Nuño Acebal. DM
Con más de 20 años a sus espaldas como consultora empresarial y una dilatada experiencia internacional en comunicación estratégica y branding enfocado al crecimiento sostenible de empresas y líderes, Alejandra Nuño Acebal se ha considerado siempre una emprendedora. «Empatizo profundamente con la cultura del esfuerzo, soy consciente de la resiliencia que implica, el sacrificio y cómo muchas veces puede poner nuestra propia salud, especialmente la salud mental, en jaque mate», señala.
En la actualidad, es consultora independiente en crecimiento sostenible, salud y diversidad, donde ayuda a empresas, líderes y directivos en su proceso de transformación. Una transformación donde lo humano, la vida, los valores y la salud deben ponerse en el centro de los negocios. Es lo que Nuño denomina la 'cultura del cuidado' y sobre lo que girará la conferencia inspiracional, 'La vida en el centro de los negocios: Un NO al modelo Low Cost', con la abrirá la gala de los VII Premios Emprendedores Cantabria.
-¿Qué es la cultura del cuidado?
-La pandemia resultó ser un revulsivo que reorganizó nuestros valores haciéndonos reflexionar sobre lo que verdaderamente importa en nuestras vidas. Miles de españoles salieron a aplaudir a los balcones, mostrando un mundo de posibilidades incentivadas por la economía colaborativa, derivada directa de la democratización de la tecnología. Esta disyuntiva supuso un 'auge del yo', el empoderamiento proactivo que nos permite configurar nuestra propia estructura laboral, lo que provocó un impacto en muchas empresas que comenzaron a replantearse sus modelos relacionales. Y he aquí donde se produce 'la gran disrupción', un nuevo modelo de gestión empresarial que se compromete con la vida, como fuente del futuro crecimiento y brazo ejecutor en la captación y retención del talento. La era post-covid, nos invita a repensar sobre ¿qué es crecer? ¿qué significa progresar? ¿para qué o cómo trabajo? Un replanteamiento que concluye que no se puede llamar crecimiento a un sistema que daña el planeta, nos somete a un ritmo contra natura y que, incluso, pone en jaque mate nuestra propia viabilidad no pudiendo hacernos cargo de nuestros propios costes de vida ante la evidente pérdida de rentabilidad. Poner la vida en el centro de los negocios supone entender que quizás estamos ante una nueva tendencia de estilo de vida, la economía de la suficiencia que reclama un sistema basado no en volumen sino en ratios de eficiencia y rentabilidad. Un sistema que compite por talento, conocimiento y creatividad situando 'lo humano' como fuente de riqueza. Un no rotundo al modelo Low Cost.
-¿Es este nuevo modelo empresarial más sencillo de inculcar en una región como Cantabria frente a otras más grandes?
-Lo local está más de moda porque la diversidad geográfica incentiva la mejora de nuestra calidad de vida, incluyendo mayor margen de maniobra con nuestra propia estructura de costes, nos da estabilidad, y eso es clave para paliar las dificultades que están asumiendo las empresas. Nos ahorra tiempos de desplazamiento, prima la conciliación, promueve mejores hábitos de vida, desde el aire que respiramos hasta los alimentos que consumimos. Cuando una empresa trabaja por resultados y compite por conocimiento, promueve la conciliación y facilita espacios, no entiende de barreras geográficas. Francamente, la innovación se llama al ejercicio de explorar nuevas capas de valor. Cantabria debe potenciarse como entorno saludable para vivir y crear tejido empresarial, con menores cuotas de riesgo.

-¿Están los emprendedores, que son el futuro empresarial, concienciados ya con este nuevo modelo?
-Emprender es ya por sí mismo un reto. Por tanto, tenemos que asegurar que jugamos en el lado ganador, aquel que implica menores riesgos y más atractivos para los inversores. Hay que salir a ganar. Crecer de forma sostenida. Hay grandes ejemplos de empresas que apostaron desde el inicio por modelos de negocio basados en la economía del propósito en sectores tradicionales, la fabricación de muebles, por ejemplo, y hoy en día, 4 años más tarde, cotizan en bolsa. Estos ejemplos existen dentro del ecosistema 'B Corp.' Cada vez más el modelo de consumo se convierte en campo de lo político. Consumidores, empleados e inversores ejercen mayores cuotas de activismo consciente a través de sus patrones de consumo, discriminando marcas que no cumplen con políticas equitativas. Por tanto, es la hoja de ruta para crear y consolidar nuevas empresas. Los emprendedores son muy conscientes del nuevo lenguaje empresarial. Y en mi opinión como emprendedora, lo que tenemos que mejorar es nuestra propia política de autocuidado, diseñar nuestro propio plan de salud. Procurar áreas de descanso, cuidar la salud mental, ser capaces de protegernos, incluyendo un compromiso con nuestras propias cotizaciones, si nosotros no nos ciudadanos y desmerecemos nuestra propia viabilidad, ¿para qué emprender?
-Comienza su charla con una breve introducción del entorno actual, ¿cómo lo definiría?
-Muy complejo. Los datos en desigualdad y concentración de riqueza son desalentadores. Los trabajadores españoles acumularán la mayor pérdida de poder adquisitivo de toda la OCDE para este ejercicio, con un 4,4%. El empleo juvenil sigue 1,5 puntos por debajo del nivel prepandemia y tenemos la mayor tasa de pluriempleo desde el 2008. Por tanto, suma y sigue. Pero España ha mejorado profundamente en los últimos 40 años. Hemos sido un ejemplo de sociedad cívica, capaces de superar grandes retos juntos. Tenemos que trabajar la transaccional de forma madura, cada empresa siendo realista con sus propios márgenes de actuación. Por eso es tan importante trabajar el corto plazo de forma pragmática, sabiendo que nuestra hoja de ruta a largo plazo se basa en el valor añadido y en el capital social. Los cambios no son de hoy para mañana y, ahora más que nunca, tenemos que ser prudentes. Tenemos que poner foco en la salud, entendiendo el bienestar laboral como aportación de valor realista que va más allá de 'las mesas de ping pong'. Aportar bienestar es promover una política férrea de fidelización, un liderazgo que trabaja al servicio de los demás. No hay mayor protección que cuidar a nuestro capital humano.

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