Campo 4.0 – El Comercio: Diario de Asturias

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ASTURIASINNOVA+ 2022
En los últimos años hemos visto cómo los pueblos van perdiendo progresivamente habitantes. Ya no sólo se van las personas jóvenes a buscar oportunidades y trabajo a la ciudad, sino que, como la pescadilla que se muerde la cola, esta merma de población conlleva la desaparición de servicios. Y esta pérdida de servicios termina por obligar a las personas mayores a irse también a vivir a las cabeceras de concejo o a las ciudades, para, simplemente, tener autonomía para ir al médico o a comprar el pan.
La escasa población que queda en los pueblos hace que negocios básicos y tradicionales dejen de ser rentables y se vean abocados al cierre: transportes, tiendas de alimentación, farmacias, oficinas bancarias o cajeros, actividades culturales y de ocio, y un largo etcétera de servicios básicos para la vida de las personas van desapareciendo de nuestros pueblos quedando sólo relegados a las cabeceras de concejo en el mejor de los casos.
Todas las personas expertas en desarrollo rural coinciden en la importancia de la innovación y la tecnología para abordar la problemática de los pueblos. Pero para que realmente esto contribuya a resolver el problema, debemos partir de un respeto profundo a los conocimientos, estilo de vida e idiosincrasia de nuestros territorios rurales.
Jaime Izquierdo, Comisionado para el Reto Demográfico de Asturias, propone un modelo sobre lo que debería ser la nueva economía rural asturiana y que compartimos. Dicho modelo está basado en cuatro pilares: el sistema agroecológico local, el sistema energético local, el sistema local de empresas y una comunidad vecinal organizada y emprendedora. Además, claro está, de servicios públicos de calidad: transporte, infraestructuras, sanidad, educación, cultura… Es decir, un nuevo modelo que se asienta sobre las bases de los modelos de organización tradicionales de los pueblos.
En cada uno de los cuatro pilares, la innovación y la tecnología juegan un rol muy relevante de forma que ayuden a generar economías más productivas y rentables al mismo tiempo que mejoren la calidad de vida de las personas.
Pero a la hora de poner en marcha proyectos innovadores, nos topamos con una importante barrera: la sobrerregulación y sobreprotección actual del territorio rural, pensada desde una perspectiva urbana «para el pueblo, pero sin el pueblo», que no sólo no permite aprovechar el conocimiento rural tradicional sobre el cuidado del entorno, la gestión del territorio y el aprovechamiento sostenible de recursos, sino que dificulta y limita enormemente la puesta en marcha de iniciativas innovadoras.
Para diseñar los nuevos modelos de vida rural del siglo XXI necesitamos tanto la innovación tecnológica como la social. Y para que la innovación pueda ocurrir, es imprescindible que la legislación facilite la experimentación y la asunción de algunos riesgos inherentes al proceso innovador, agilizando los procedimientos, reduciendo burocracia, y creando 'sandbox' para la experimentación.
El mundo rural necesita de innovaciones globales que son fruto de una suma de esfuerzos y de conocimientos y dicha innovación debe ser retroprogresiva: construir el futuro tomando como referencia el pasado.
Y para ello necesita de mentes creativas, de personas capaces de pensar de manera divergente y disruptiva, de personas expertas en innovación y expertas en tecnología, pero también necesita de la participación activa de los actores principales: las personas que trabajan y quieren hacer su vida en los pueblos y en las aldeas, sin renunciar a las oportunidades y comodidades que ofrecen las ciudades.
Las nuevas ruralidades deben ser atractivas para que quienes ya están, quieran y puedan quedarse. Pero también para ofrecer oportunidades para que nuevas personas con nuevas ideas y nuevos proyectos puedan asentarse en nuestros pueblos y aldeas.
El futuro de nuestro entorno rural pasa por el uso intensivo de la tecnología. La conectividad de banda ancha dejará de ser un problema a corto plazo, y a partir de ese momento nuevas herramientas tecnológicas serán habituales en el día a día de la vida rural. Por ejemplo, el sector agro-ganadero utilizará diferentes herramientas para la monitorización desasistida del ganado, o para el control de la producción agrícola (medir la calidad de suelo, la necesidad de abono, control de plagas…). No será extraño ver maquinaria agrícola autónoma movida por inteligencia artificial.
El turismo rural tenderá a nichos especializados vendiendo sus servicios a través de plataformas digitales. Se revalorizarán los alimentos de proximidad gracias a la trazabilidad basada en blockchain. La telemedicina y la monitorización de personas en su hogar serán una realidad. Seguramente veremos nacer nuevos modelos de movilidad, sostenibles y económicos, que, mediante la aplicación de las tecnologías, faciliten también los desplazamientos de las personas entre las aldeas, los pueblos y las villas.
Estas tecnologías contribuirán a hacer más rentable la actividad económica del medio rural, a la vez que mejorarán la calidad de vida de las personas, ofreciendo así un entorno más atractivo para las nuevas generaciones.
Nuevos sectores de actividad podrán asentarse en las zonas rurales para poder desarrollar sus negocios gracias a la tecnología. Esto supondrá nuevas oportunidades para personas jóvenes que podrán volver a los pueblos a formar nuevas familias, ofreciendo a sus hijos e hijas las mismas oportunidades educativas y culturales que se ofrecen en las ciudades.
Desde CTIC Ruraltech ya estamos trabajando en esta tipología de proyectos tecnológicos. Desde el apoyo a la transformación digital de las empresas rurales al desarrollo de soluciones innovadoras, dirigidas tanto a empresas como a la mejora de la calidad de vida de las personas.
Pero no olvidemos que la tecnología es solo parte de la solución. Debe ir acompañada de visión de futuro, estrategia, liderazgo, revisión regulatoria, inversión pública, discriminación fiscal positiva y el desarrollo de proyectos experimentales para probar. En este sentido el proyecto 'Aldea 0' es un buen ejemplo.

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