Bin Salman aseguró que esta transferencia «es parte de la estrategia a largo plazo del reino para apoyar la reestructuración de su economía, en línea con Visión 2030», un ambicioso plan para modernizar el país y diversificar su economía.
“El traspaso de acciones forma parte de la estrategia a largo plazo del reino, dirigida a mantener la reestructuración de la economía nacional”, subrayaron las autoridades saudíes. Pese a la transacción —que no lleva aparejado ningún pago ni contraprestación—, el Estado saudí sigue siendo el mayor accionista de Aramco, con el 94% de sus acciones. El fondo soberano es una de las piedras angulares en el proyecto de diversificación de la economía del país, que hoy depende casi íntegramente de los ingresos petroleros.
En 2019, cuando la empresa empezó a cotizar, solo salió al parqué el 2% del capital, valorado en casi US$30.000 millones. Ahora, todas las miradas se posan sobre la posibilidad de una nueva venta de acciones en manos del Reino del Desierto. Thamer Al Saeed, de la firma local de inversión Mad’a Investment, cree que la operación anunciada este domingo podría ser el aperitivo de lo que está por venir. “Es un indicador de que podríamos esperar una segunda oferta pública de acciones de Aramco”, afirma en declaraciones a Bloomberg.
Con el petróleo al filo de los 95 dólares por barril, su nivel más alto en alrededor de ocho años, Aramco —una de las tres empresas más valoradas del mundo, solo por detrás de Apple y Microsoft— está valorada en cerca de dos billones de dólares, el equivalente al PIB de Italia. Y la voluntad de Riad parece clara: aprovechar el buen momento que atraviesa el sector para vender participaciones y dedicar los recursos a otros de más futuro, como las renovables o la electrificación del transporte.
El Fondo de Inversión Pública, el nombre que recibe el vehículo inversor al que se ha transferido el 4% del capital de Aramco, tiene en su haber inversiones tan variopintas como acciones de Uber o, más recientemente, el equipo de fútbol británico Newcastle United, por el que pagó 350 millones de euros. El objetivo de sus gestores es llegar a 2025 con un billón de dólares en activos, más del doble que hoy. De lograrlo, se convertiría en el tercero mayor del planeta, solo por detrás del noruego y el chino. Puertas adentro, su compromiso también pasa por invertir unos US$40.000 millones en el desarrollo de la economía saudí.
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