Conoce estos proyectos que, además de generar ingresos y dar empleos, ponen su granito de arena para construir un mundo mejor.
Conoce las historias de estos emprendedores (Foto: iStock)
¿Qué tal iniciar tu negocio y proteger el medio ambiente al mismo tiempo? Así nace el emprendimiento sustentable, el cual arranca con la intención de generar menos residuos contaminantes, ofrecer alternativas saludables y generar conciencia de cómo cuidamos al planeta.
En Tec Review entrevistamos a dos emprendedoras: Jocelyn Herrera Rendón, Fundadora de Kamikatsu y Anya Montiel, del proyecto Chica Sustentable, quienes tienen un objetivo común: convencer a más personas de la importancia de cuidar el planeta siendo responsables de lo que consumimos y de los desechos que generamos.
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Jocelyn Herrera inició Kamikatsu porque era consciente de que tenía que nacer en México un espacio alternativo para ofrecer productos de calidad, a buenos precios y evitar que al consumirlos se hiciera un uso excesivo del plástico.
Ella es comunicóloga de profesión y fue directora de una agencia de marketing, pero ahora es emprendedora de un proyecto con triple impacto.
“Además de ser rentable, persigo el cambio social y medioambiental positivo de las empresas”, explica.
Tras una experiencia por un cáncer en el estómago, se dio cuenta de que parte de los colorantes, agregados artificiales y colorantes añadidos a la comida tienen un efecto nocivo en la salud de las personas.
Por ello decidió emprender un negocio con productos naturales, sin exceso de plástico, cruelty free (libre de maltrato animal) y no contaminante en sus procesos.
Su apuesta fue por la economía circular y otros convenios en torno a la sustentabilidad.
Con el proyecto KAM-BALACHE, en el que utilizan canastas de palma o cajas retornables para entregar tus productos, tienen a su vez un centro de acopio para operar residuos.
Asimismo, su emprendimiento vende productos 100% reciclados, como prendas de vestir y accesorios, agendas, alimentos a granel veganos y verduras orgánicas.
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“Tenemos muchos plásticos y sintéticos, debido a que el plástico fue reemplazado por lo natural con la llegada de la revolución industrial y entonces ya teníamos medias sintéticas, calcetines sintéticos, ropa sintética y así en todo”, comenta.
Pese a que aún no tienen una cafetería como tal, Jocelyn Herrera comentó que preparan algunos alimentos como sándwich libres de gluten, de pan de masa madre, con verduras orgánicas y los envían a domicilio.
También tienen convenios con nutriólogos para aquellas personas que quieran adoptar una alimentación saludable.
Para Jocelyn Herrera, emprender de forma sustentable no solo se trata de vender artículos veganos, sino también de capacitar a las personas para transmitirles la preocupación y hacerlos más responsables de sus propios residuos.
Para cubrir el pilar de la educación, dan talleres medioambientales y a través de las charlas que se imparten, concientizan sobre el uso de los residuos.
Estos cursos los han impartido en empresas y escuelas para presentar alternativas de consumo y de desechos.
“Queremos que esto sea una transformación y no sólo una tendencia. Deseamos más bien que sea un nuevo estilo de vida y creo que garantizará un mejor planeta donde vivir”.
Sobre la aceptación de su emprendimiento hacia un estilo de vida sustentable por parte de las personas que viven en la Ciudad de México, Jocelyn Herrera asegura que han llegado a una etapa donde las personas son más conscientes del medio ambiente y que hay que cuidarlo, además comer más sano.
“Se trata de una nueva forma de vida, también hay que hablar de respeto y de responsabilidad, por eso quiero invitar a más gente joven a que se sumen al proyecto, para invitarlos a convertirse a esta nueva manera de cómo consumimos el mundo y cómo desechamos los residuos”, dice.
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La fundadora de Kamikatsu reconoce que los productos sustentables sí son más costosos respecto de los que no lo son, pero que en ellos buscan apostarle a tener una red de proveedores locales para acortar la cadena de manos y poder bajar los precios.
Recomienda a quien quiera emprender un negocio sustentable, que compare la mercancía de los proveedores y evite –en la medida de lo posible– a los distribuidores para poder ofrecer un precio más accesible al consumidor final.
“Nos ha pasado que nos han dicho que estamos más económicos que otras tiendas de productos sustentables. Tampoco nos andamos metiendo con cosas muy experimentales, trabajamos con productores locales”, explica.
La emprendedora de Kamikatsu recuerda que salió en el ranking de Marco Beteta dentro de los cinco mejores lugares de la Ciudad de México para hacer refil y con servicio a granel en cuanto a calidad de productos orgánicos.
Ha tenido tal éxito su emprendimiento sustentable que a Jocelyn le gustaría extender esta ola ecológica a más barrios, es decir, que Kamikatsu a futuro se convierta en una franquicia y que haya más como con los Oxxo, que encontramos en cada esquina y que al mismo tiempo sea un este lugar de acopio de residuos.
Anya Montiel siempre ha sido ecofriendly, desde que vivía con sus padres.
Trataba de cuidar el agua, de reciclar los residuos y todo lo que implicaba. Estudió la Licenciatura en Historia en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), pero su necesidad de hacer algo para contribuir con el medio ambiente la llevó a emprender Mi Copita Menstrual, que ahora se llama Chica Sustentable.
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Cuando Anya descubrió las copas menstruales estaba fascinada con el producto y cuando empezó –hace siete años– en México no había distribuidores, ni era común que se vendiera este artículo de higiene femenina.
“Aparte que cuidas el medio ambiente porque ya no tiras tanta basura, es cómodo y padre el silicón con el que hacen las copas menstruales”, cuenta.
Cuando compró su primer lote de 10 copas era consciente que, en primer lugar, tenía que concientizar a 10 mujeres sobre el impacto ambiental que produce el usar las tradicionales toallas de higiene femenina, antes que vender por vender.
De acuerdo con una publicación del Instituto Nacional de las Mujeres, el impacto ambiental de los implementos de higiene femenina es tal que en promedio una mujer utiliza 9,600 tampones o toallas si se tiene en cuenta que dejan de menstruar a los 40 años.
Además de que en cada ciclo llegan 20 artículos de estos en su vida, que son toneladas de desechos que tardan 10 años en desintegrarse.
Estudios dicen que los químicos utilizados para procesar los algodones de estos productos desechables son altamente tóxicos, los cuales pueden ser cancerígenos y alérgicos.
La Chica Sustentable empezó vendiendo en bazares y llegó a tener 12 marcas de copas menstruales al mismo tiempo para todo tipo de gustos y fisionomía de sus clientas.
“Yo doy atención personalizada, les pregunto su edad, si han tenido bebés, la tonicidad térmica, la altura del cervix y dependiendo la cantidad del flujo es que les recomiendo el tipo de copa menstrual”, comenta.
Otro punto importante que destacó Anya Montiel es tener cuidado a la hora de comprar una copa menstrual.
Dice que es necesario tener en cuenta que deben estar fabricadas de silicona tipo médica, ya que hay imitaciones o copas menstruales chinas hechas con otro tipo de silicona grado alimenticio que pueden albergar hongos y bacterias.
En cuanto a los precios, dice que hay para todos los bolsillos, desde los 300 a los 1,500 pesos mexicanos, pero el promedio es de 400 pesos.
Explica que no todas las copas menstruales son iguales, la textura que hace unas más flexibles unas que otras hace gran diferencia.
En México el mercado de copas menstruales está compuesto en su gran mayoría por marcas importadas de otros países que cuentan con certificaciones sanitarias en sus lugares de origen como la DivaCup, Sckooncup, Mooncup USA, y Lilycup entre otras, certificadas por la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos.
También la marca alemana Meluna, con termoplástico elastómero, cuenta con una certificación ISO9001 por la calidad de fabricación.
Cada marca cuenta con diferentes certificaciones de acuerdo a las regulaciones propias de cada uno de los países donde se fabrican las copas.
Sin embargo, la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) lleva años negando permisos a ciertas marcas.
Anya Montiel explica que se debió a que entraron al mercado muchas copas menstruales piratas. “Ni marcas mexicanas te dejaban vender en el mercado”.
En 2016 la Cofepris publicó un comunicado en el que informaban que multarían a quienes estuviesen vendiendo copas menstruales no autorizadas.
Pero esto no fue una dificultad para La Chica Sustentable, porque las marcas que vende están avaladas por la FDA y las importa de Estados Unidos.
Actualmente Anya no solo vende copas menstruales de todas las marcas, tamaños y colores, sino que también extendió su negocio del cuidado femenino.
Esto a través de vender toallas de tela femenina reutilizables, jabones para el cuidado vaginal a base de productos veganos y libre de crueldad animal, así como otros productos ecológicos para el aseo personal.
Comenta que vende sus productos en un local ubicado en la Colonia Escandón en la Ciudad de México, pero con la pandemia se ha apoyado en las redes sociales para llegar a más mujeres y generar conciencia de otras alternativas para la gestión menstrual que sea amigable con el medio ambiente.
What are the first steps? We tell you. (Photo: iStock)
El presidente celebró que el centro histórico de la Ciudad de México está «llena» durante el fin de año. (Foto: Claudio Cruz /AFP)
La autorización se produce en momentos en que los casos de coronavirus aumentan en Estados Unidos, impulsados por la variante Ómicron. (Foto: AFP / Frank Hoermann)
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