¿Los jóvenes no quieren trabajar o los patrones no quieren pagar? – Debate

1/1 ¿Los jóvenes no quieren trabajar o los patrones no quieren pagar?Foto: Reforma
DESDE MEDIO ORIENTE
Por Alan Yasser
Toda gran crisis trae consigo grandes cambios, la historia universal nos lo ha enseñado periódicamente, por ejemplo, no se puede entender el empoderamiento actual de la mujer sin la Segunda Guerra Mundial que obligó a que fueran las mujeres quienes operaban las fábricas y labores económicas cotidianas, pues los hombres partían a los campos de batalla.
En este orden de ideas la crisis mundial generada por la pandemia del covid-19 vino a detonar algo que se venía cocinando lentamente, un cambio drástico en las dinámicas laborales que obedece a un cambio de hábitos inducido por el Estado de manera obligatoria para evitar mayores niveles de contagios, pero que en muchos llegó para quedarse.
Hay una realidad, las tasas de desocupación en la población joven son altas, las cifras de desempleo son optimistas, pues muestran un número muy bajo (3.1 % en México), pero tienen un truco; estas cifras son obtenidas a través de encuestas donde se le pregunta a las personas si están laborando, si la respuesta es “No” se les pregunta si están buscando un empleo, solo si la respuesta es “Sí” es tomado en cuenta como desempleado, pero si la respuesta es “No” es ignorado.
Se estima que entre el 30 % y 40 % de la población joven en edad de trabajar no lo está haciendo, las razones son muchas y varían dependiendo a quien se le pregunte, pero en general obedece a que la dinámica laboral prepandemia está obsoleta. Laborar con un horario de 8 a. m. a 5 p. m., seis días de la semana, no resulta atractivo para quienes empezaron a trabajar desde sus hogares con un horario flexible y que les ahorraba tiempo de traslado y sobre todo dinero.
Quienes ofrecen los mismos salarios con las condiciones de antes no han entendido que difícilmente encontrarán disposición por parte de quienes probaron algo adictivo: la libertad. El principal argumento del empresariado es que sus negocios dejarían de ser rentables si suben los salarios, era el mismo argumento que usaban cuando a mediados del siglo XX los trabajadores exigían prestaciones de seguridad social.
Ahora lo que también hay que mencionar que cuando exiges un horario y la presencia física de las personas estás pagando por su tiempo más que por sus resultados, lo que nos deja el gran reto de parte de la mano de obra: la productividad. Esa que en los países en vías de desarrollo suele ser baja a excepción del sector manufacturero donde las personas son como pequeñas máquinas.
Les pondré un ejemplo tangible de las dinámicas cambiantes; cada vez es más común observar a personas prestar servicios para aplicaciones de entrega a domicilio, pues con ellas tienen flexibilidad de horario y ganan según sus resultados. Lo que trae otro problema, la ausencia de seguridad social y ahorro para el retiro y la dificultad para cobrar impuestos por parte del Estado.
En síntesis, tiene que cambiar toda la dinámica: empleador, empleado y Estado, pues la tendencia actual está creando altos índices de informalidad, lo que resuelve un problema inmediato, pero genera grandes problemas a mediano plazo, además el empleador debe empezar a valorar la mano de obra con salarios dignos y el empleado entender que su presencia no basta, si no que es su productividad lo importante.
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