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Tan manida, tan repetida y desgastada está la etiqueta de “nuevo Silicon Valley”, que a estas alturas de la película cuesta creer que haya regiones capaces de emular realmente el modelo de éxito alcanzado en el norte de California. Candidatos no faltan. La coletilla se ha utilizado por ejemplo para Bangalore, un potente y populoso polo tecnológico de India. También en Francia, donde toma forma una pujante área en París-Saclay. Incluso hay quien se ha lanzado a buscar candidatos para seguir el modelo estadounidense en España. A riesgo de alimentar la «fiebre del Silicon», en Sajonia, Alemania, cuaja desde hace años un área que bien puede considerarse en la estela de California. Tanto, de hecho, que ella misma se ha autobautizado Silicon Saxony.
El polo tecnológico alemán pisa tan fuerte que —según los datos que manejan sus propios responsables— uno de cada tres chips fabricados en Europa lleva ya el sello de “Made in Saxony”. Hace solo unos días incluso Financial Times se hacía eco de sus aspiraciones de aprovechar la crisis de semiconductores para consolidarse como el gran centro de fabricación de referencia de chips en la UE. “Sajonia se convertirá en uno de los principales y más avanzados centros de semiconductores industriales y tecnológicos de Europa”, destacaba hace apenas un mes, durante una visita al polo, Thierry Breton, comisionado de la UE para el mercado interior.
Músculo no le falta, desde luego. La asociación Silicon Saxony, fundada en 2000, detalla que integra ya a alrededor de 370 compañías que dan empleo a 20.000 personas y facturan unos 4.000 millones de euros anuales. «Las innovaciones, las políticas de financiación exitosas, las inversiones rentables, el compromiso económico de las empresas miembros y una red bien estructurada son la base de nuestro éxito», destaca el organismo germano, que tiene entre sus principales bazas el haber logrado embarcar a instituciones y centros dedicados a la investigación.
«Desde su fundación, Silicon Saxony ha sido una asociación autofinanciada que une a fabricantes, proveedores, proveedores de servicios, universidades, institutos de investigación, instituciones públicas y empresas emergentes relevantes para la industria en Sajonia y más allá», destaca.
En el polo tecnológico operan Globalfoundries, Infineon o Bosch, multinacionales al frente de algunas de las fábricas de semiconductores más grandes y modernas del mundo. El entramado empresarial se completa con firmas especializadas en nanoelectrónica, electrónica orgánica, 5G, Internet táctil, sensores y automatización. Según los cálculos de Silicon Saxony, la cadena de valor de las TIC implica a cerca de 2.500 negocios con una plantilla de unos 70.500 empleados.
“Las empresas, principalmente pequeñas y medianas, se benefician del fuerte entorno académico del estado”, detalla el clúster, que recuerda la dispersión de universidades por el territorio, muchas de ellas de ciencias aplicas, y dos sedes vinculadas al Max Planck. El mapa que aportan muestra tres grandes polos de actividad: el principal, en el entorno de Dresde, y otros dos situados en Chemnitiz y Leipzig, ambas situadas a aproximadamente una hora de la capital.
Aunque gran parte de su desarrollo se cocinó a lo largo de las últimas dos décadas, las raíces de Silicon Sajonia se hienden en la segunda mitad del XX, en los años 60, durante la época de la República Democrática de Alemania (RDA), cuando empezó a desarrollarse en Karl-Marx-Stadt, la hoy conocida como Chemnitz. La región se convirtió en un referente tecnológico por el desarrollo de la tecnología EDP y la primera computadora central Robotron 300, de gran éxito en la RDA.
Hace solo unos meses, a principios de junio, Bosch abría una nueva fábrica de semiconductores de 72.000 metros cuadrados en Dresde tras una inversión que rondó los mil millones de euros, lo que lo convierte en uno de los grandes proyectos en la historia de la multinacional. Durante su inauguración, el presidente del consejo de administración de Robert Bosch, Volkmar Denner, destacaba que, “con la ayuda de la IA, llevaremos la fabricación de semiconductores al siguiente nivel en Dresde”. En octubre la empresa incidía en sus planes de apostar fuerte por su nueva factoría, a la que se refiere como su primera planta AIoT. Solo en 2022, coincidiendo con la crisis, la multinacional plantea invertir alrededor de 400 millones de euros en Dresde, Reutlingen y Penang, Malasia.
No ha sido la única gran apuesta reciente en el polo germano. Como detalla ABC, otras firmas multinacionales, referentes en el sector, como el grupo de tecnología fotónica Jenoptik, Vodafone, Intel o Infineon tienen ya planes en marcha para instalarse o han mostrado al menos su interés. A menos de dos horas tiene además la gigafactoría de Tesla, situada en Brandemburgo.
Quizás, después de todo, sí podamos hablar de un Silicon Valley emergente en Europa.
Imágen de portada | Bosch
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